Pocos países que firmaron el histórico Acuerdo de París sobre el Clima están respetando lo que prometieron, confirmó el informe anual del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) de 2018. ¿Qué podemos esperar de la cumbre climática de la ONU de este año en Madrid, cuando es obvio que el mundo no actuará a tiempo para reducir las emisiones?
Hace cuatro años, este mes, casi doscientas naciones acordaron "determinar, planificar e informar regularmente" sobre la contribución que cada una de ellas está realizando para atenuar los efectos del calentamiento global.
Además, uno de los principales objetivos del acuerdo era "mantener el aumento de la temperatura mundial en este siglo muy por debajo de los 2 grados centígrados por encima de los niveles preindustriales", al tiempo que pedía esfuerzos urgentes para limitar la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero.
Paradójicamente, no se acordó ningún mecanismo para obligar a los países a fijar una meta específica en una fecha determinada. Sin un control estricto, no es ninguna sorpresa que los países no estén haciendo los cambios que prometieron.
En junio de 2017, el presidente estadounidense Donald Trump anunció "la retirada de los Estados Unidos del acuerdo de París", argumentando que había sido elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh y no a los de París.
Para frustración de Trump, sin embargo, el acuerdo requiere un mínimo de cinco años antes de que cualquier país pueda retirarse oficialmente -la primera fecha efectiva de retirada para Estados Unidos será en noviembre de 2020, poco antes de que finalice el mandato de Trump y a las puertas de las elecciones.
Sin embargo, ya se han introducido cambios en la política de Estados Unidos contrarios al Acuerdo de París y el daño a los ecosistemas del mundo continúa. Sin duda, Estados Unidos bajo Trump es abiertamente hostil a la emergencia climática - su administración está desechando incontables regulaciones ambientales y en su lugar está incrementando el uso de combustibles fósiles.
Con poco tiempo para adoptar medidas políticas más ambiciosas para reducir las emisiones de los países, es crucial que éstos respeten lo que firmaron hace cuatro años. La cumbre de este año debería centrarse en los países que no están haciendo lo suficiente y presionarlos para que actúen (India es el único país importante emisor de carbono que está haciendo lo que debe para mantener el aumento de las temperaturas por debajo de los 2ºC). No hay tiempo que perder en la carrera contra la emergencia climática.
Mientras el reloj sigue corriendo y las emisiones globales siguen aumentando, a liberales como yo nos gusta absolvernos culpando de la inacción a negadores de la emergencia climática como Bolsonaro o Trump –puede ser tan verde como quiera, pero Elizabeth Warren tampoco salvará al planeta– y, sin embargo, si perdemos esta todavía indisputada lucha contra el cambio climático global, será culpa de todos.
Desafortunadamente, no se trata de un partido de fútbol infantil en el que el equipo pierde en el último minuto a causa de un gol en propia meta de un defensor y sus compañeros lo culpan a él solo por la derrota -Trump no será el único culpable de la derrota de la lucha contra el cambio climático. (La retirada del acuerdo de París fue en efecto un gol en propia meta en el último minuto).
Para ser vencido, o simplemente contenido, el cambio climático debe ser combatido colectivamente como el desafío global que es.
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