La cobertura de la muerte de Javier se enfocó en el hecho de que era hombre de familia con estudios universitarios en ingeniería aeronáutica, que siempre había trabajado muy duro para sacar adelante a sus dos hijos, y que estaba a punto de graduarse de otra carrera en derecho. Empezaron a rodarse imágenes en redes sociales con críticas como ‘ninguna carrera universitaria te puede proteger de la brutalidad policial’, y aparecieron titulares en medios como ‘¿Quién era Javier Ordóñez, el abogado que murió tras un proceso policial en Bogotá?’, y ‘Así era Javier Ordóñez, el abogado y padre que murió tras ser golpeado por policías en Bogotá’. Aunque esta cobertura le da la dignidad a la víctima que merece y debe ser así en todos los casos, es muy diferente de la cobertura que han recibido la mayoría de las otras víctimas de la brutalidad policial en el país, quienes por tener circunstancias de vida diferentes, sus muertes no provocaron la misma indignación que provocó la muerte de Javier.
El caso de Anderson Arboleda es uno de los más recientes, ocurrido en Puerto Tejada a unos 500 kilómetros de la capital del país. Este joven afrocolombiano de solo 19 años fue brutalmente asesinado tras una presunta paliza policial por supuestamente haber violado las normas de la cuarentena. Anderson era un joven trabajador que estaba terminando su bachillerato para ayudar a su familia a salir por delante, y estaba prestando servicio militar al mismo tiempo que vendía ropa y zapatillas de deporte. Un joven sociable y siempre alegre, que le encantaba pasar tiempo con su familia, Anderson tenía una buena relación con todos los que le rodeaban.
Poco después, en Puerto Tejada, fue asesinado otro joven afrocolombiano de 22 años, Janner García, supuestamente por agentes de la policía. Janner era deportista profesional que tenía un futuro muy brillante por delante como arquero, y también estaba trabajando muy duro para que su familia tuviera un futuro mejor. La cobertura de ambas muertes se enfocaron mucho más en cómo fueron asesinados que en quienes eran, y aunque se convocó una pequeña marcha en Puerto Tejada, los bogotanos decidieron no salir a las calles en esta ocasión. Así que, ¿por qué no nos indignamos tanto cuando a Anderson y a Janner los mataron? ¿acaso quién dictamina qué muerte vale más para indignarse?
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