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Chile: la cuestión filosófica

La tendencia global contra las humanidades está llegando a Chile, un país donde miles de estudiantes salen regularmente a las calles exigiendo no sólo educación gratuita, sino mejor. English

Natali Herrera Pacheco Laura Vidal
19 septiembre 2016
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Estudiantes chilenos protestando durante el “Invierno Chileno”, en Santiago de Chile, por una educación gratis y de igual calidad. 18 agosto de 2011. AP Foto/Luis Hildago.

En Chile, las redes sociales, la comunidad educativa y el público en general han estado mostrando su incredulidad ante la posibilidad de que la filosofía deje de ser una asignatura obligatoria para los estudiantes de ESO y de Bachillerato.

En un primer momento, se informó de que este cambio supondría convertir la filosofía en una asignatura opcional o incluso que pasaría a ser parte del temario de la asignatura de educación cívica. El Ministerio de Educación salió al paso de los rumores afirmando que la propuesta, lejos de limitar el acceso a la filosofía, busca estandarizar su estudio a nivel nacional para hacerla más accesible para la mayoría de los estudiantes.

A pesar de que el destino de la asignatura de filosofía todavía no está decidido, muchos consideran que alterar el planteamiento actual plantea muchos problemas. En el debate en curso están implicados decanos, autoridades universitarias, profesores, y, obviamente, los medios de comunicación. En cualquier caso, muchos creen que la presencia de la filosofía en las escuelas está amenazada.

Académicos como Adolfo Estrella argumentan - en la página web “El Desconcierto” - que la filosofía debería formar parte de un currículo académico que fomentase la reflexión crítica en las distintas actividades y asignaturas escolares: “La Filosofía se defiende por sí sola. La asignatura de filosofía, por su parte, merece ser defendida”.

En lo que respecta a la anexión de clase de filosofía al programa de educación cívica, César Guadalupe, profesor e investigador en la Universidad del Pacífico (Perú), afirma que lo más importante es entender que la educación cívica imparte conocimiento “legal, formal, patriótico e filosófico”, pero que la pregunta fundamental es ésta: "Al final, ¿qué es lo que queremos que los niños aprendan en la escuela? ¿Conocimientos acerca de ciertos temas o un conjunto de habilidades? "Y, si es esto último, ¿cuál de estas habilidades queremos reforzar?”

Guadalupe insiste en que el pensamiento crítico no es exclusivo de ninguna asignatura: “El pensamiento crítico es una habilidad, una competencia que debe desarrollarse en la física, en las matemáticas, en la psicología o en la materia que sea. Uno puede reflexionar críticamente sobre la materia que desee.”

Guido Larson, profesor del Instituto de Humanidades de la Universidad para el Desarrollo (Chile), apunta que los cambios propuestos – cualesquiera que sean – simplemente no parece que se hayan pensado adecuadamente.

Por otra parte, y de manera irónica, Hernán Neira, critica el plan del ministerio: “Señora Ministra: tiene Ud. razón en eliminar la filosofía, esa asignatura pérfida e inútil, del programa educativo. Por su culpa, de modo creciente, nuestros compatriotas se hacen preguntas sobre el sentido de la vida. Hartos de ser consumidores de bienes materiales e inmateriales, como educación cívica, quieren volver a ser humanos otra vez.”

La filosofía no es moneda de cambio en la educación orientada al mercado de Chile

En un sin fin de mensajes, los chilenos expresan su opinión sobre lo que algunos consideran un paso que es coherente con el estado de la educación en el país, con sus altos costos y una estructura que muchos ven como dedicada exclusivamente a satisfacer las necesidades de la economía. Puede seguirse su conversación en línea, sus opiniones, artículos y debates en #Derechoalafilosofía.   Sólo una muestra:

“Un #Chile sin memoria, sin educación cívica, sin filosofía, sin historia, está destinado al fracaso más rotundo.” Rocío Barrientos (@Chiobtos)

Otro opinador le pide a la Ministra deshacer los cambios y llevar a cabo un mejor análisis: “Ministra, saque todas estas ideas raras de eficientismo barato” https://t.co/OnJ9z3CFP0 vía @eldesconcierto Fernando Rubilar (@FernandoRubilar)

Todavía otra opinión: "Filosofía, educación cívica, cualquier cambio requiere la validación de los profesores y en Chile esto no ha sucedido. De ahí los fracasos y la experimentación constante” - Marcela Momberg (@marcelamomberg)

La Red de Profesores de Filosofía chilenos (REPROFICH) ha lanzado una campaña - "Petición para el Ministerio de Educación de Chile, en defensa del derecho a la filosofía“ - a través de la página web Change.org. Recogen firmas con el fin de validar las opiniones académicas y ciudadanas que se alinean en contra de la modificación del plan de estudios.

Entre las manifestaciones de apoyo a la presencia sin restricciones de la filosofía en las aulas, la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso organizó un debate ("La defensa de la Filosofía”) en el que tanto los estudiantes como los profesores que participaron defendieron el estudio de la filosofía como mucho más que una acumulación de conocimientos o un elemento de la “educación orientada al mercado en Chile”. La principal preocupación de los participantes giró en torno a la posibilidad de que la filosofía vaya desapareciendo de las escuelas, debido no sólo a la falta de interés por la misma si la asignatura se convierte en optativa, sino también al hecho de que pueda quedar subsumida como parte del temario de educación cívica. Los participantes opinaron que, teniendo en cuenta las estructuras competitivas que caracterizan la educación en Chile, este miedo podría convertirse en realidad.

El debate sigue abierto, aunque es de esperar que las dos partes logren eventualmente llegar a un acuerdo. A pesar de que esta noticia ha generado mucha polémica en Chile, es importante recordar que hace tan sólo un año, España se despidió de la filosofía en sus escuelas, lo que pone de manifiesto que los espacios para la enseñanza de las humanidades y del pensamiento crítico como los conocemos están experimentando cambios radicales. Queda por ver, sin embargo, el impacto que tendrán estos cambios en la formación los jóvenes y en la conducta ciudadana.

Este artículo fue publicado previamente en Global Voices.

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