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Construcción de poder local: la candidatura participativa de Valparaíso

El Movimiento Valparaíso Ciudadano ganó las elecciones contra todo pronóstico, a través de una candidatura llena de fuerza, valores y participación. Jorge Sharp explicó en Barcelona, durante el encuentro “Ciudades sin miedo”, cómo lo lograron. English

Jorge Sharp
23 agosto 2017

Urna de votos para Alcaldes y Concejales en las elecciones municipales de Chile del 26 de octubre de 2008. Foto: Richard Espinoza. CC BY 3.0. Algunos derechos reservados.

(Texto resumen de la intervención)

“Para nosotros, desde nuestra experiencia, el municipalismo consiste en ejercer poder local construyendo y recuperando la soberanía, el poder que le ha sido robado a los ciudadanos. Y entonces producir una nueva forma de vivir en la ciudad. Pero, ¿porqué es importante plantear el problema central del municipalismo en términos de construcción de poder local? Porque si ha verdadero poder local, lo que se hace desde la estructura municipal, desde el ayuntamiento, desde el espacio institucional, se hace también desde la calle, se hace desde un movimiento social, se hace desde el barrio. Y es esta relación entre lo institucional y lo no institucional la que tenemos que tener bien presente, y que es clave para avanzar social y políticamente.

Ambas dimensiones (la institucional y la de la calle) comparten la necesidad de construir este municipalismo, entendido como poder local, y actúan paralelamente, dialécticamente, dirían algunos. Pero la construcción de poder local pone el énfasis en una u otra dimensión según el contexto político-institucional de cada país. Por ejemplo, en la estructura institucional española, el ayuntamiento es un instrumento poderoso en cuanto a sus facultades. Cuentan con muchos recursos, tiene poderes regulatorios muy importantes y, por lo tanto, logran hacer que el ayuntamiento sea un actor en la ciudad. Esto representa una gran diferencia con el modelo chileno, donde el ayuntamiento es un apéndice del Estado central. Tiene pocas facultades. 

Yo dirijo un municipio que está quebrado, que yo diría tiene el déficit financiero más importante de todos los municipios de Chile. El ejemplo que siempre menciono es que, si la municipalidad fuese una empresa, ustedes estarían hablando con un tipo que viene a liquidar la institución. Esa cualidad la tienen todos los ayuntamientos de Chile, que cuentan con muy pocas facultades. Por lo tanto, en la dimensión de construcción de poder local, la calle, el territorio, es decir, la dimensión no institucional, es muy importante. Incluso más importante que la institucional, porque ahí podemos avanzar más.

Entonces, para nosotros el ayuntamiento es un instrumento, una herramienta al servicio de un actor político-social. En algunos lugares, será un actor de transformación y cambio, y en otros casos ese instrumento va a estar al servicio de proyectos de restauración. Por lo tanto, el ayuntamiento es, como espacio institucional, un espacio de disputa permanente. No hay espacios de confort, no hay garantía de que las cosas salgan como queremos. Es una disputa permanente contra aquellos que te quieren hacer caer. Pero nunca tenemos que olvidar que el ayuntamiento es un instrumento de un actor. 

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Jorge Sharp (centro). Foto: Ministerio Secretaría General de Gobierno. CC BY-SA 2.0. Algunos derechos reservados.

La construcción de una candidatura participativa

Pero, para poder convertirse en actor, primero hay que ganar elecciones y hacerlo con la participación de la gente. ¿Cómo, entonces, construir la candidatura participativa?

Hay tres prevenciones. La primera es asumir que construir una candidatura participativa no es un problema de marketing. Pese a que el marketing es importante construir una candidatura es un problema político. Segunda idea: no se trata de construir un discurso en base a apuestas, sino más bien poner por delante un discurso que convoque a una mayoría ciudadana con un proyecto de cambio. Tercera prevención: una candidatura ganadora no es un problema de técnica electoral, sino más bien de cómo consigue representar actores sociales concretos, reales, materiales, que viven con tradiciones políticas de neoliberalismo en nuestras ciudades. Ese es el problema.

Una vez hechas estas prevenciones, hay cuatro ideas sobre lo que supone, a nuestro juicio, construir una candidatura participativa. Una primera idea es la idea de coalición. Me gusta la idea de coalición para hablar de un impacto electoral y confluencia, para hablar de una iniciativa electoral a la que nosotros llamamos alianza. De manera que construir una candidatura participativa supone, irrenunciablemente, enfrentar el reto de poner en pie una alianza política, social y ciudadana que sostenga el proyecto de cambio democrático en la ciudad. Y esa alianza es para ganar la alcaldía. Pero otra cosa es para gobernarla. Son dos cosas completamente distintas.

En nuestro caso, la confluencia o alianza que pusimos en pie está articulada entorno a movimientos políticos de carácter nacional emergentes, de nuevo tipo, como al que yo pertenezco, que es el Movimiento Autonomista, junto a movimientos políticos de alcance más local, que operan solamente dentro de la ciudad. Luego están los movimientos, organizaciones y dirigencias sociales de todo tipo, como las culturales, sindicales, feministas, medioambientalistas, ciudadanos independientes, gente que aporta, incluida una importante presencia de intelectualidad crítica como los profesores universitarios, o conocimientos que se producen en las ciudades. Valparaíso es la segunda ciudad más importante de Chile y es uno de los principales centros universitarios, por lo tanto, hay una intelectualidad crítica que está bien presente, y que también aporta al proceso. En esta alianza hay incluso representados sectores del comercio local, por ejemplo vinculado al sector de turismo, vinculado al sector del pequeño comercio que es muy importante, ya que el 55% del empleo en Valparaíso se produce en el pequeño comercio, lo que se conoce como tienda de barrio. 

Más bien definimos el qué queremos y el quienes somos por los bordes, por la periferia. 

Toda esta alianza se llamó Movimiento Valparaíso Ciudadano, y se construyó básicamente alrededor de cuatro ideas. La idea clave para articular esta alianza fue la amplitud. La amplitud tiene que ver con definir el quiénes somos y el qué queremos, más que por una definición dura, central, unidimensional, más bien definimos el qué queremos y el quienes somos por los bordes, por la periferia. Como tenía que ser una mayoría, fuimos construyendo una alianza muy amplia en su diversidad. Así pues, ¿cuál fue el concepto ancla, el que nos unió a todos? El reconocimiento de que la ciudad necesitaba una alternativa distinta a los partidos tradicionales, nueva, que los supere, capaz de resolver el estado de precariedad de Valparaíso, la situación de abandono en que vive la ciudad.  

Valparaíso es una ciudad desigual. Por ejemplo: el 89% de las mujeres jóvenes de Valparaíso (entre 18 y 29 años) no estudian ni trabajan. Otro dato: solo 1 de cada 10 egresados de la educación pública porteña, ingresa a la universidad pública. Valparaíso también es una ciudad que se incendia, que se quema, literalmente. Tuvimos un incendio el 2014 que quemó el 15% de la ciudad. Quedaron 10 mil personas sin vivienda. Hubo otro gran incendio en 2017. Y el problema central es el de la vivienda. En la región de Valparaíso, que es una unidad administrativa mayor al de la comuna de la cual yo soy alcalde, hay 10.500 personas en campamentos, es decir, sin casa.

Una segunda idea importante para la articulación de la alianza es la vocación. La vocación de esta candidatura, la vocación de la campaña fue convocar a aquellos y aquellas que “no están”. La ciudadanía se encuentra alejada de la política, en particular de los procesos políticos formales, básicamente del municipio o el ayuntamiento, ya que los partidos tradicionales no representan los intereses de la gente. Entonces nos dirigimos tanto a aquellos que no votan como a aquellos que votaban por las opciones tradicionales, también a aquellos que están más excluidos, más explotados, más olvidados, es decir a la gente joven, a los adultos mayores (Valparaíso es una de las ciudades con más adultos mayores en Chile), a los vecinos de las periferias que se incendian. Esa fue la vocación. Otra cosa es que lo hayamos logrado, pero nuestra vocación ha sido la de construir una mayoría popular. 

Aquí hay un concepto interesante, que es el de la radicalidad. Yo creo que fuimos profundamente radicales en lo que hicimos. Porque hicimos dos cosas: salimos de los espacios de confort de la izquierda chilena. Y en segundo lugar, también salimos de los sectores sociales donde uno tiene cierto confort, por ejemplo, no le hablamos solamente al sector intelectual crítico de Valparaíso o al sector medio de Valparaíso, nosotros intentamos hablar a la gente, a la población en general. Y esa vocación creo que fue sumamente importante, y se mantiene ahora en nuestra gestión del ayuntamiento. Es decir, fuimos a buscar al público popular de Valparaíso con un discurso nuevo y esperanzador. 

En nuestro caso tuvimos que afrontar el problema del desconocimiento. La ciudadanía no nos conocía.

Y una tercera idea era que, si queríamos construir un gobierno local distinto, la candidatura debería también reflejarlo: es lo que algunos llaman política pre figurativa. Lo difícil era la participación. Preguntarnos qué tipo de participación queríamos. Porque esta es la cuestión más importante. En la puesta en marcha de la participación, hubo un verdadero ejercicio sustantivo de incidencia real, y no una candidatura preestablecida. ¿Qué es lo más importante? ¿Cual es la definición más sustantiva? ¿Quién será el candidato o candidata del proyecto? 

Entonces, para poder definir el candidato o candidata del proyecto, realizamos lo que se llamó la primaria ciudadana. Pero una primaria distinta al ejercicio de los partidos tradicionales, donde cumple con una especie de ritual simbólico. Aquí, la primaria fue un ejercicio político de invitación a la sociedad a recuperar la política, a ejercer ese poder que le fue expropiado. Contando con esta definición, lo que intentamos hacer en Valparaíso en el año 2016 fue construir una practica política que se revelase contra lo establecido. Fue una radicalidad democrática tremenda, de una frescura que lo que hizo fue “cambiar la centralidad del tablero”, como dicen en España. Eso fue lo que tratamos de hacer. Aquí el Estado no estuvo presente, este proceso fue auto-gestionado, y las urnas estaban en las federaciones estudiantiles, en el sindicato, en el parque, en el negocio de la esquina, en plazas públicas y todo con estándares de transparencia y democracia. Votaron 5.200 personas. Ganamos las primarias, y éramos los que veníamos de movimientos políticos emergentes de nivel nacional. Con una visión nacional-local, no solamente local, y con ideas de que lo que había que hacer en las ciudades es impulsar una transformación democrática.

Y la cuarta y última idea para construir una candidatura participativa es algo que toda candidatura tiene que responder, y que es: ¿cuál es el problema central de cada campaña? En algunos lugares, puede ser un problema de dinero, en otros lugares el problema es la falta de una infraestructura colectiva. Y por tanto, en la búsqueda de respuesta todo se concentra en el nivel del liderazgo. Esa puede ser una ventaja, pero también es una desventaja porque, si se cae el líder, todo se desarma. En nuestro caso tuvimos que afrontar el problema del desconocimiento. La ciudadanía no nos conocía. Pese a que habíamos celebrado unas primarias, y que eso nos dio una cobertura mediática, aún así, no nos conocían. Por lo tanto, tuvimos que recurrir a los disruptivo, a lo nuevo, a lo alegre, a lo fresco, a lo novedoso, a producir un video, por ejemplo. Para una ciudad tan en el piso como Valparaíso fue un shock de esperanza, de cambio. Y entonces ganamos.

Construir una candidatura participativa no es fácil, pero aquí dejo estas cuatro ideas: amplitud, vocación de llegar a toda la gente, celebrar una primaria para elegir al candidato en que pueda participar todo el mundo, y romper la barrera del desconocimiento a través de algo disruptivo. Con estas cuatro ideas pudimos innovar y traer aire fresco y nueva política a Valparaíso.” 

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