
Pía Mancini y Daniel Innerarity durante la conferencia "¿Qué Democracia?" en el Teatro São Luiz, Lisboa. Nuno Ramos. All rights reserved.
Manuel Serrano: ¿Qué puedes decirles a nuestros lectores sobre el estado de la democracia en América Latina, sobre el giro a la derecha que se está produciendo en muchos países de la región, y en particular en tu país, Argentina?
Pía Mancini: Me parece que responde a un sistema político que está intentando responder a demandas de una sociedad que cambió, y que no lo está logrando. Me parece que seguimos, por lo menos en algunos lugares de América Latina, con esta lógica de los populismos, lo que me preocupa enormemente. No estoy de acuerdo con la propuesta de Chantal Mouffe de que a los populismos de derecha hay que contraponerles un populismo de izquierda. Yo viví en Argentina todo el Kirchnerismo y digo que los populismos de izquierda me dan pánico, igual que los de derecha. Populismo es populismo. América Latina, me parece a mí, se ha movido siempre pendularmente: hemos vivido en la región diversas formas de gobierno – gobiernos militares, la vuelta de la democracia, el auge del neoliberalismo en los noventa, seguido de un populismo de izquierda y ahora, de vuelta, la derecha – y su duración ha sido muy parecida. Nos movemos mucho pendularmente. Me parece que son ciclos, y que la elección de Macri responde a 12 años de populismo exacerbado de izquierda, absolutamente corrupto, que en el fondo también de izquierda tenía poco - sólo el nombre. Las mismas personas que estaban en el gobierno son las que votaron a favor de las reformas neoliberales en los noventa, por lo que podemos decir que este populismo no fue más que una táctica para hacerse con el poder.
No estoy de acuerdo con la propuesta de Chantal Mouffe de que a los populismos de derecha hay que contraponerles un populismo de izquierda. Populismo es populismo.
MS: En esta conferencia en Lisboa, Daniel Innerarity y tu habéis abordado la cuestión de si “las mayorías tienen siempre razón” y has hablado de una “representación dinámica”. ¿Cómo la describirías?
PM: Esto es lo que más me interesa en este momento. Tenemos una concepción de la representación que es vertical y territorial. Esencialmente lo que se nos pide como ciudadanos es que abdiquemos de nuestro poder de tomar decisiones, que deleguemos nuestra ciudadanía en un grupo de profesionales - la clase política, o la corporación política - que ocupan espacios de poder durante 4, 5, 6 años, depende, y únicamente en función del territorio en el que estamos. Lo que nosotros proponemos es darle la vuelta a esa lógica y pensar en una situación que sea dinámica, horizontal y muchísimo más sofisticada, en la que yo no tenga que darle a una persona todo el poder. En la que, por ejemplo, yo pueda decir: confío en este señor que trabajó 25 años en un hospital público para que decida por mí en temas de salud pública. O confío en tal persona que es un constitucionalista y que haga lo que sabe hacer mejor. Este juego, esa sofisticación es hoy posible gracias a la tecnología.
MS: Defiendes que la utilización de la tecnología incita al cambio político y relanza la democracia. ¿Cómo podemos actualizar la democracia en la era internet?
PM: Hoy estamos gobernados por instituciones políticas que se gestaron en un momento determinado que ya no es nuestra realidad presente. Las instituciones no se generan en un vacío, sino que responden a una tecnología, a un determinado conjunto de valores, a un determinado tipo de educación, una determinada concepción del mundo y visión de la ciudadanía que ha cambiado radicalmente desde que se “diseñó” la democracia representativa. Nosotros no estamos condenados a vivir bajo estas instituciones políticas. Las instituciones políticas son las que nosotros elegimos darnos a nosotros mismos como ciudadanos. Y creo que estamos en un momento histórico en el que podemos, y es nuestra responsabilidad además como generación, repensar las instituciones políticas con la tecnología, con el nivel de participación y con la educación que tenemos hoy en día.
Las instituciones políticas son las que nosotros elegimos darnos a nosotros mismos como ciudadanos.
MS: En respuesta a una pregunta del público, afirmabas que estamos ante un cambio de paradigma, y no simplemente de técnicas democráticas. ¿Puedes explicar este cambio?
PM: No es un cambio de soporte, es un cambio de paradigma. Consiste en repensar las instituciones democráticas y el tipo de democracia que queremos. La democracia es un work in progress. La democracia está en constante desarrollo. El día que deje de estar en desarrollo dejará de ser democracia y se convertirá en absolutismo. Nos toca a nosotros como generación hacerla evolucionar, es nuestro rol en la historia.
MS: ¿Nos puedes dar ejemplos?
PM: En Centroamérica, por ejemplo, las reivindicaciones agrarias de los pueblos originarios de golpe pasaron al centro de la discusión y de la agenda pública gracias al apoyo de masas de la clase media urbana a través de las redes sociales. En Ecuador, la sociedad del Buen Conocer ha logrado recuperar un tipo de saber ancestral, traerlo al presente e involucrar al gobierno, a las comunidades, a los hackers en un espacio donde se crean las políticas públicas. Los enfermeros en la ciudad de Buenos Aires son otro ejemplo. Han logrado hacer visibles sus demandas y empujar un proyecto de ley haciendo uso de la tecnología. La tecnología está generando ciudadanos y nuevos actores autodidactas que logran participar de otra manera.
MS: ¿Te parece suficiente proporcionar información a los ciudadanos y escuchar lo que tienen que decir? ¿No sería necesario también extender la revolución tecnológica a la educación para conseguir ciudadanos críticos y participativos?
PM: ¡La eterna pregunta de la preparación! La única manera de aprender es haciendo. Si hoy el ciudadano no está preparado es por el tipo de instituciones políticas que tenemos, que se preocupan solamente del juego entre profesionales del espacio público, y de nada más. Todo el resto de la sociedad tiene que mantenerse en el espacio privado porque no están preparados para participar. Hemos ido incorporando y aceptando esta noción de que nosotros como ciudadanos no estamos preparados. Bueno, hay una sola manera de salir de esto, y es abriendo espacio de toma de decisiones, experimentando, aprendiendo, entendiendo como funcionan esas dinámicas, y volviendo a aprender.
Todo el sistema de la democracia moderna se preocupa por asegurarse de que las masas no participen. Luego, no están preparadas. Y tenemos a un grupo de personas que se dedican únicamente a esto y el resto se dedica a su actividad económica privada. El resultado es el tipo de ciudadano que tenemos, un ciudadano que nunca ha participado. La participación se limita a votar una vez cada 4 años. Es algo muy básico.
Todo el sistema de la democracia moderna se preocupa por asegurarse de que las masas no participen.
MS: ¿Y qué papel crees que deberían desempeñar los medios de comunicación en relación a la participación de los ciudadanos?
PM: Hay una simplificación absoluta de estas cuestiones, y los medios de comunicación están más perdidos “que turco en la neblina”, como se dice. Es difícil, yo también lo entiendo, ya que están siendo disrumpidos por las redes sociales y por la pluralidad de espacios de información que se ha generado. Tienen un modelo de negocios absolutamente caduco, que no prospera, y copian cada vez más la lógica de lo que ven que sí funciona, que son las redes sociales.
MS: ¿Qué herramientas tenemos para hacer frente al populismo? ¿Te preocupa que se use la tecnología para fines negativos?
PM: Es la naturaleza misma de la tecnología. Tomemos el caso de las impresoras 3D: no tengamos impresoras 3D porque se pueden imprimir armas de fuego. Bueno, de acuerdo, pero también se puede imprimir una prótesis que sale a 50 dólares en vez de 50.000. Claramente, la tecnología no es neutral. Puede usarse con distintos fines, y creo que la moneda todavía está en el aire. Y mucho peor, ni siquiera es percibida como peligrosa, aunque los gobiernos la utilicen para proveer información, para espiarnos. Creo que ahí no está sentada la cuestión de quién gana, si el “bien” o el “mal”.

Teatro São Luiz, Lisboa, durante la conferencia "¿Qué Democracia?". Nuno Ramos. All rights reserved.
MS: Vives ahora en Estados Unidos. ¿Qué opinas de la posibilidad de que Donald Trump se convierta en el próximo presidente? ¿Qué análisis haces de la situación política actual?
PM: La situación está muy polarizada. Como que voy a morir optimista, creo que Trump no va a ganar. Pero me parece que el partido republicano se balcanizó. Trump es el producto de una radicalización del sistema, de un aprovechamiento de los recursos del sistema - un sistema que no tiene nada que ver con las demandas ciudadanas. Estamos donde estamos. Yo sinceramente creo que Trump va a perder. Espero que pierda por mucho, porque es peligroso.
MS: Una última pregunta. ¿Qué opinas de la victoria del No en Colombia? ¿Qué te parece el referéndum como herramienta democrática?
PM: Yo creo que lo que sucedió en Colombia, y también lo que sucedió en el Reino Unido con el Brexit, se debe a la voluntad de las elites políticas de dirimir en la ciudadanía sus conflictos internos. Entonces le proponen a los ciudadanos una falsa dicotomía de o “todo sí” o “todo no” en cuestiones que son muchísimo más complejas. Lo que nosotros hicimos en Democracy Earth, la organización en la que estoy involucrada, fue un plebiscito digital. Pero desglosamos el plebiscito en distintas cláusulas, y hubo 4 cláusulas que se votaron a favor, y una que se votó masivamente en contra, que fue darle la posibilidad a las FARC de ser un partido político. Esto lo que demuestra es que, en el fondo, la ciudadanía está preparada para una discusión muchísimo más sofisticada que el simple “sí” o “no” que proponía el gobierno. Se jugaron el todo por el todo y perdieron. Fue absolutamente aleatorio que ganara el sí. Hacía mal tiempo, votó poca gente... De nuevo, se trata de élites políticas que, incapaces de resolver sus propios conflictos, deciden pasarle la pelota a la ciudadanía y llamarlo democracia.
Esta entrevista fue realizada el día 7 de octubre, en Lisboa, en la conferencia “¿Qué Democracia?” organizada por la Fundación Francisco Manuel dos Santos.
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