
Una mujer reacciona durante la emisión de la entrega de armas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el municipio de Mesetas, en Bogotá, capital de Colombia, el 27 de junio de 2017. Jhon Paz/Xinhua News Agency/PA Images. Todos los derechos reservados.
Tal vez fue demasiado tentador tratar la firma del acuerdo de paz en septiembre de 2016 con cierta euforia. Ciertamente, para muchos en un país que ha soportado 52 años de conflicto civil, fue un cambio cognitivo bienvenido, y las generaciones más jóvenes pudieron imaginar una sociedad sin las FARC por primera vez en sus vidas. Sin embargo, la victoria del 'No' en el plebiscito, y las renegociaciones extenuantes con la oposición que siguieron, fueron un recordatorio de que la paz exigirá el mismo nivel de determinación en los próximos años.
Esto no fue una sorpresa para el equipo de negociación, que ya había previsto el proceso de implementación en el punto 6 de la agenda y era consciente de los desafíos que se avecinaban. "Si dormimos por un segundo", instó Lucas Carvajal, miembro de las FARC-EP y parte de la delegación en La Habana, "no vamos a transformar nada y todo este proceso será un fracaso total".
Solo la reconciliación, tal como la mencionó el Papa Francisco en su visita al país a principios del mes de Setiembre, curará las fracturas en esta sociedad altamente polarizada. Hay diferentes opiniones y, sin duda, diferentes motivaciones en juego, pero solo debe haber un objetivo común: una paz duradera.
Pero más allá de fomentar la reconciliación, la implementación del acuerdo debe superar una serie de desafíos. Algunos son operativos, otros son más culturales, pero todos representan una amenaza para la paz estable y duradera en Colombia. Luego de las conversaciones con el equipo de negociación, democraciaAbierta identificó cinco de los desafíos más importantes y una visión de la mejor manera de abordarlos:
1) Un acuerdo de 310 páginas
Si 310 páginas de texto impreso en cuerpo pequeño ya se consideraban difíciles de digerir para el público en general, el acuerdo final traza un proyecto de reconstrucción posconflicto aún más ambicioso. Ningún elemento de la agenda está libre de desafíos. Sin embargo, quizás el mayor desafío de todos sea la implementación integral y simultánea del acuerdo de tantas páginas. Como nos enseñó el proceso de negociación (Nota para mí para luego: hay que cambiar el hyperlink aquí a la versión en español), cada elemento de la agenda está interconectado a varios otros. Por ejemplo, es difícil hablar de reincorporación política (tema 2 de la agenda) sin quedar atrapados en cuestiones de justicia transicional (tema 5 de la agenda). Del mismo modo, ¿cómo podría lograrse el desarrollo agrario (tema 1 de la agenda) sin abordar el cultivo de drogas ilícitas y la delincuencia organizada (tema 4 de la agenda)?
Estas realidades transformaron las negociaciones desde un proceso lineal, que trataba de avanzar elemento a elemento, en una estructura más compleja de toma de decisiones interconectadas. El proceso de implementación ahora se enfrenta al mismo desafío, pero a una escala mucho mayor.
2) Elecciones presidenciales del 2018
En marzo de 2018, los colombianos y colombianas irán a las urnas para elegir a los miembros del Congreso y, a finales de mayo, volverán para elegir un presidente. Al igual que ocurrió con el referéndum, se espera que sea una carrera altamente polarizada en el cual se utilizará el Acuerdo de Paz como arma política. Sin embargo, de alguna manera, el resultado es casi irrelevante si no se establece una dinámica de despolarización. El acuerdo no se implementará por completo en cuatro años, ni incluso en ocho. Una paz estable y duradera probablemente requerirá un consenso continuo sobre algunos temas clave recogidos dentro del acuerdo final.
Para preservar este consenso, se debe construir una coalición política fuerte en torno al acuerdo, y especialmente en torno a algunos de los temas fundamentales. Esta coalición deberá entonces construir una alianza con el presidente entrante y sus sucesores, quienquiera que sean, así como con otros grupos que se hayan opuesto a determinados aspectos del acuerdo – esta dinámica de despolarización es absolutamente necesaria. Esta alianza debe garantizar un fuerte compromiso con la implementación del acuerdo y un respeto importante al mismo. Solo esa coalición despolarizada puede evitar que el acuerdo se diluya o, lo que es peor, acabe por ser eliminado.
3) Reincorporación política
Después de décadas de conflicto armado, la transformación de las FARC-EP en un actor político legal plenamente aceptado e integrado en la vida política del país no es algo que deba darse por sentado. Este fue uno de los temas más difíciles de acordar en la mesa de negociaciones y, por supuesto, será aún más difícil que sea aceptado por el público durante la transición y la implementación. Esto requiere una reconciliación social que permita a los colombianos decir: "Puedo o no estar de acuerdo con la idea de las FARC como partido político, pero aún puedo conseguir respetarlo como actor legítimo en la política colombiana y como contribuyente a una democracia fuerte".
4) Inseguridad de las FARC
Cuando un miembro de las FARC observaba la encuesta de la ONU sobre el registro de armas, un observador le preguntó: "¿Cómo se siente con respecto al proceso?" La respuesta de los miembros de las FARC fue a la vez ansiosa y optimista. Esto se debe a que, si bien el acuerdo final presenta una visión nueva y positiva del futuro para Colombia, también deja un vacío significativo. Para muchos, no está claro qué o quién va a ocupar el rol político, social y económico que las FARC tuvieron durante tantos años. Además de establecer los términos de la reincorporación política de las FARC al juego democrático de partidos, sus miembros de base también deberán someterse a su propia complicada reincorporación económica y social.
El aumento en la actividad del crimen organizado desde la firma del acuerdo ha sido bastante bien reportado, tanto en Colombia como a nivel internacional. Varios miembros de las FARC están siendo sido víctimas de este aumento de la violencia. En otros lugares, a los ex miembros de las FARC se les ofrecen miles de pesos al mes para unirse a los grupos del crimen organizado lo cual, probablemente, perpetúe la violencia. Hay una necesidad urgente de que el gobierno cumpla con su garantía de seguridad, tanto en las zonas especificadas en el acuerdo firmado, como también fuera de él, llenando el enorme vacío dejado por las FARC con oportunidades y seguridad, tanto para los ex miembros de la guerrilla como para la población civil.
5) Paz territorial
La agenda de la reforma agraria se conoce como el "puente dorado", porque es la que llevó a las FARC a la mesa de negociaciones. El gobierno era consciente de que sin una transformación planificada de las zonas rurales de Colombia, la paz no sería viable. Es este uno de los puntos más difíciles de implementar, ya que requiere el mayor compromiso del Estado, y se espera que tenga un gran impacto en las regiones. Además, requiere de una buena cantidad de inversión privada. A veces se parece más a un ambicioso proyecto de construcción del Estado que a una recuperación post-conflicto, pero eso refleja la profundidad y amplitud del conflicto a superar.
Hay objetivos a corto plazo que pueden lograrse rápidamente con el compromiso de las comunidades. Sin embargo, el gobierno necesita ser más claro sobre cuáles son los desafíos potenciales en esta área y sobre cómo superarlos. Uno de esos desafíos es garantizar la seguridad en las áreas más afectadas por la actividad paramilitar, y otro es el de poder presentar una transformación rural real y observable. La clave de esto será fortalecer la capacidad institucional local. Involucrar al sector privado, a las comunidades y a las agencias de cooperación requerirá un fuerte liderazgo y un sólido diseño institucional. Sin embargo, hay menos 'espacio fiscal' que hace cuatro años, en términos de flexibilidad de distribución del presupuesto, por lo que debe haber un realineamiento real de las prioridades. En cualquier caso, los recursos no pueden seguir invietiéndose únicamente en las áreas urbanas.
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Si la paz es el objetivo común, todos estos desafíos tienen soluciones viables. Pero la reconciliación pública no llega sin conversación, debate y educación.
¿Estás de acuerdo con los 5 desafíos? ¿Qué puede hacer Colombia para superarlos?
¿Y qué pasos prácticos pueden tomar los ciudadanos hacia la reconciliación?
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