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Europa y América Latina: el estado de la cuestión

La Cumbre de la UE con la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) prevista para octubre 2017 se ha pospuesto sin fecha para su celebración. English

Daniela Serban
28 noviembre 2017
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Banderas UE-CELAC. Foto: Unión Europea. ALgunos derechos reservados.

La última Cumbre de la Unión Europea con la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe (CELAC) tuvo lugar en Bruselas en junio de 2015. Una nueva Cumbre, prevista para octubre 2017 en El Salvador, se ha pospuesto sin una indicación clara de cuándo se celebrará. Esto es de por si una mala señal para una asociación estratégica interregional que se quiere consolidar.

Los dos años transcurridos desde Bruselas no han traído los numerosos cambios que los responsables políticos europeos anticiparon. El nuevo Consenso Europeo sobre Desarrollo, aprobado en junio de este año, subraya la importancia de enfoques innovadores en la relación con actores emergentes, adaptando los instrumentos de la UE a las necesidades de estos socios avanzados para contribuir a la implementación de la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En este contexto, la cooperación triangular aparece como la solución principal. Es una respuesta a una nueva realidad, en la que los actores latinoamericanos han comenzado a apostar cada vez más por los enfoques de cooperación Sur-Sur, compartiendo mejores prácticas e implementando programas basados ​​en una cooperación más horizontal. Esto es, aplicando soluciones ya probadas por parte de actores con niveles similares de desarrollo.

La participación de la UE en este nuevo marco, a través de la cooperación triangular y en asociación con los actores en desarrollo de la región, todavía necesita más definición y un enfoque estratégico. La tendencia de la UE de cambiar el enfoque de su presupuesto de Asistencia Oficial al Desarrollo (AOD) hacia una ayuda programable por país (53% de la AOD total) puede ser una herramienta útil en este contexto.

Definido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) como "el porcentaje de ayuda que los financiadores pueden programar para países o regiones individuales, y sobre el cual los países socios pueden tener un peso significativo", este tipo de ayuda ofrece las premisas de un diálogo más horizontal. Sin embargo, el principal dilema sigue siendo cómo responderán los viejos instrumentos, como el Instrumento de Cooperación al Desarrollo (ICD), el principal instrumento de la UE en la región, a estos nuevos desafíos. ¿Cómo materializará la UE esta mayor participación de sus contrapartes en la programación de su presupuesto y sus programas?

Por el momento, los resultados parecen bastante negativos. La evaluación intermedia de los Instrumentos de Financiamiento Externo resalta el hecho de que el ICD aún sigue la filosofía tradicional de la AOD de donantes y beneficiarios y parece estar lejos de proporcionar respuestas a la nueva realidad de América Latina. El Instrumento de Asociación, introducido en 2014, parece una apuesta mejor adaptada para el diálogo entre iguales y el aprendizaje mutuo. Sin embargo, su alcance y presupuesto son muy limitados.

Pero la división entre las dos regiones va más allá. Aunque para la UE la erradicación de la pobreza es la principal preocupación, en un ejercicio conjunto realizado por actores de la UE y la CELAC sobre la evaluación de programas y acciones, la principal discrepancia consiste en cómo medir la pobreza más allá del ingreso per cápita, que es el principal indicador que usa la UE para evaluar la elegibilidad para la Ayuda Oficial al Desarrollo – un indicador que no está adaptado ni es realista en el caso de los países en desarrollo de ingresos medios y altos, como la mayoría de los países de América Latina.

Pero también hay buenas noticias. La revisión del marco financiero plurianual de la UE para el período posterior a 2020 ofrece una oportunidad y un impulso político propicio para realizar más cambios y renovar los marcos estratégicos. Algunos programas que ya se están implementando en América Latina - como EUROsociAL + o EL PAcCTO - se están convirtiendo en iniciativas líderes, basadas en un enfoque impulsado por la demanda en áreas clave como la cohesión social y la seguridad. Y un nuevo programa de la UE en la región sobre la cooperación Sur-Sur ofrece argumentos adicionales para prever evoluciones políticas positivas en los próximos años.

Desde un punto de vista político, la misión de la próxima Cumbre interregional deberá cimentar la asociación entre las dos regiones y apostar, al mismo tiempo, por programas de aprendizaje mutuo.

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