Extintion Rebelion lanzó una segunda oleada de protestas la segunda semana de octubre, y cabe preguntarse por qué han levantado tanta preocupación en el sistema.
Hay una caricatura que ilustra lo mejor lo que está pasando: durante una cumbre sobre el clima, el orador expone una presentación con una lista de puntos importantes como agua limpia, ciudades habitables, y salvar las selvas tropicales. La burbuja de diálogo por encima de la cabeza de un hombre en la audiencia dice: “¿y qué pasa si todo esto es un gran engaño y estamos creando un mundo mejor para nada?”.
Duele porque es verdad.
Pero parece que últimamente no es el mensaje, sino el mensajero quien está en la línea de un ataque muy específico, simplemente por querer hablar de la crisis climática. En particular, cuando se trata de un cierto tipo de mensajero.
¿De dónde viene esta ira y este odio?
En Extinction Rebellion, no somos psicoanalistas, a pesar de que sin duda tenemos algunos de ellos entre nuestras filas.
Pero estamos dispuestos a demostrar que hay algo profundo detrás de estos ataques al movimiento ambientalista. Es notable que estos provengan a menudo de las personas que están en riesgo de desaparición: los mayores, por lo general masculinos, que están pensando en su mortalidad, y que no están acostumbrados a ser desafiados.
Y de repente aparece alguien, como en el caso de Greta Thunberg, una joven que básicamente les pide que cuestionen todo lo que representan y admitan que se han equivocado.
Este desafío encarnado en Greta parece enfatizar lo poco que ellos valen en un mundo donde la gente está uniendo sus fuerzas para lograr que el gobierno diga la verdad, que deje tranquilos a los combustibles fósiles en el subsuelo, que ponga fin a estas industrias extractivas y de explotación, y empiece a tomar una portura en radical en este asunto.
Tome en consideración lo siguiente, que Extinction Rebellion considera indiscutible: las actividades humanas han causado que la temperatura media en la superficie del planeta se eleve aproximadamente 1.1 ° C desde finales del siglo 19. La mayor parte de este calentamiento se produjo durante los últimos 35 años. A nosotros nos parece que cualquiera debería estar preocupado por este hecho, y querrá hacer algo para evitar la catástrofe.
Tal vez se trate de una simplificación exagerada: que lo contrario de un hombre mayor sea una niña joven, y que esta posición diametralmente opuesta sólo sirve para intensificar las agendas de ambos. Greta dice: “yo quiero vivir, yo debería tener una vida por delante, al igual que todos los niños”. (Algunos) hombres mayores dicen: “Pero yo me estoy haciendo viejo y mi visión del mundo ya parece irrelevante.”
Estamos librando una batalla épica con la mortalidad, con nuestro dios, con la conciencia y con la vida que hemos llevado, y esto se convierte en un duro conflicto durante los últimos años de una persona. No dirigirse dócilmente hacia esa linda noche, sentir rabia contra la muerte de la luz... y todo eso.
Pero todo eso fue, sin duda, una resistencia personal. Ahora parece que los números alarmantes están llevando la batalla por el clima a una frontera exterior, donde pacíficos adolescentes ambientalistas se están movilizando, tratando mejorar las cosas.
Según las Naciones Unidas, las mujeres y las niñas representan el 80 por ciento de las personas desplazadas y son más vulnerables durante los desastres climáticos. Sobre esto se informa de vez en cuando, pero en realidad no estamos hablando los suficiente de de ello.
A pesar de toda la investigación, la evidencia y los testimonios vividos, nadie está diciendo en los medios que el cambio climático es sexista puesto que sus principales víctimas están siendo mujeres y niñas.. Y la investigación corrobora el hecho de que son las mujeres y los jóvenes los que están más preocupados por el cambio climático.
Lo mismo puede decirse de los impactos desproporcionados del cambio climático, que ya están sucediendo, y que están impactando en los países más pobres.
Es por esto que estamos en crisis - hemos ignorado los hechos.
El cambio climático es una teoría que vale la pena contrastarla a la luz del día, y realmente examinarla desde múltiples ángulos. El discurso de odio, sí, incluso las amenazas de muerte a activistas del clima deben proceder de algún lado. La ira, el miedo, la impotencia y la irrelevancia absoluta que sienten algunos mayores pueden ayudar a entender esta forma de pensar. Pero no es sólo culpa de un grupo demográfico.
Al parecer, nadie en el gobierno británico, por ejemplo, está realmente preparado para afrontar el peligro que se avecina. Las inundaciones y los incendios forestales ya están sucediendo, incluso si solo nos fijamos en en el Reino Unido. En otros lugares, el clima extremo y las malas cosechas eliminan los recursos para ganarse la vida, lo que resulta en que la gente se mueve más y más lejos de su hogar. ¿Por qué esta negación colectiva, durante tanto tiempo?
Es hora de hacer algo. Los enfoques convencionales no han funcionado. El ir a votar, los grupos de presión, las peticiones y las protestas no han logrado imponerse porque los poderosos intereses políticos y económicos obstaculizan el cambio. Simplemente, una vida sana en nuestro pequeño planeta no les interesa.
Es por eso que nuestra estrategia no es violenta, sino que es desobediencia civil disruptiva – una rebelión.
Y esos tipos enfadados del establishment,, que niegan la ciencia y quieren ir contra una niña de 16 años, contra las mujeres, las minorías o cualquier otra persona que (extrañamente) sólo quiere proteger el planeta, sueno pues - por acuñar una frase - pueden largarse al mar: una mar que ya es (extrañamente) más alto de había sido hasta hace muy poco tiempo
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