
Fab Lab Barcelona en el Instituto de Arquitectura Avanzada de Cataluña (IAAC). En la pantalla, el artista y diseñador Olafur Eliasson da una conferencia a la red fab lab dentro del programa de la Academia.

Este artículo es un extracto de un artículo original publicado en el eBook El ecosistema de la Democracia Abierta y se puede encontrar aquí.
A lo largo de la historia ha habido múltiples hitos que han transformado las poblaciones, las ciudades, los procesos, las formas de proceder e incluso los mismos procesos de interacción y relación entre seres humanos.
Si miramos hacia atrás, podemos ver que la irrupción de la agricultura fue uno de esos hitos que cambió un sinnúmero de hábitos en las personas y en la constitución organizativa de las sociedades, eliminando la figura del cazador-recolector y convirtiendo a los individuos en acumuladores de bienes, que lograron por fin concentrarse en lugares puntuales, que luego se convirtieron en poblados. Se provocó un cambio drástico; empezamos a habitar el planeta de manera completamente distinta.
Por su parte, la llegada del dinero, como forma de intercambio de productos y servicios a nivel abstracto, supuso el inicio de una nueva forma de economía, que se extiende hasta nuestros tiempos.
En este sentido, se generan algunos cuestionamientos en relación a los cambios sociales, económicos y políticos que han traído consigo la tecnología y la Internet, así como las relaciones de poder que existen detrás de estas.
En el texto, se analizan diversas variables y se proponen algunos interrogantes que todos nos deberíamos hacer en relación a las mismas, como: ¿para qué y para quienes son útiles las tecnologías? ¿quién decide qué hacer con ellas? o ¿cuánto sabemos realmente acerca de ellas?
Se pone de manifiesto también la necesidad de proponer y construir nuevas formas de usar la tecnología y la Internet por medio de la participación de individuos, comunidades y organizaciones que ideen de manera conjunta caminos alternativos, con el objetivo de poner todos estos avances tecnológicos al servicio de los seres humanos y del planeta.
Finalmente, se muestra a Barcelona como una ciudad con un ecosistema especial para encontrar y prototipar esas ideas nuevas sobre producción en las ciudades, de manera justa y transparente, con el objetivo de que puedan ser replicadas y adaptadas en otros lugares del mundo.
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