
“Pido a cualquier político que se pare delante de la tumba de mi hija y que diga que nuestra política de drogas funciona” – Anne-Marie Cockburn, cuya hija murió en 2013.
El 20 de julio de 2017 fue el cuarto aniversario de la muerte de Martha Fernback, de 15 años. Martha murió de una sobredosis accidental de éxtasis en 2013. Muertes como la de Martha se pueden prevenir, y las familias que están perdiendo sus seres queridos se merecen algo mejor que lo que se les da. Necesitamos urgentemente una nueva estrategia ante las drogas. Hace falta legalizar y reglamentar.
El 14 de julio, el Ministerio del Interior del Reino Unido publicó la esperada nueva estrategia contra las drogas, que insiste en continuar enfrentando los daños asociados a las drogas por la vía de la justicia penal. Las recomendaciones de reforma, fundamentadas en pruebas – como la habilitación de salas para el consumo de drogas y el tratamiento asistido a los pacientes dependientes de opiáceos –, que ofrecerían una mejor protección a la gente y salvarían vidas, lamentablemente, se ignoraron.
En México, en los primeros cinco meses de 2017, 11.155 personas resultaron muertas por hechos violentos relacionados con las drogas.
En el Reino Unido, las muertes relacionadas con el consumo de drogas son más frecuentes que nunca: 50 muertes – 50 Marthas – cada semana. Las cárceles están en crisis por sobrepoblación y las drogas son cada vez más potentes.
Sin embargo, esta supuesta ‘nueva’ estrategia del gobierno de Su Majestad no reconoce que la prohibición e ilegalización de las drogas no provee protección a la gente joven, como Martha.
No sólo eso, sino que tampoco reconoce los vínculos existentes entre la producción y suministro de las drogas y la demanda. La prohibición otorga enormes beneficios y poder al crimen organizado, creando un aumento de la violencia en los países productores y de tránsito, y los ciudadanos se ven cada vez más atrapados en el fuego cruzado.
En México, en los primeros cinco meses de 2017, 11.155 personas resultaron muertas por hechos violentos relacionados con las drogas. Esto es, un asesinato cada 20 minutos.
Pero en el Congreso de México se continúa debatiendo un ley de seguridad que busca expandir y normalizar la presencia de las fuerzas armadas en la seguridad pública, a pesar de que la evidencia es que más que una década de despliegue de las fuerzas armadas para combatir el crimen organizado en el país ha sido ineficaz y contraproducente. La militarización de la política de guerra contra la drogas ha tenido como resultado graves violaciones de los derechos humanos y muy poco impacto en el narcotráfico.
“No pueden callar nuestras voces y esconder nuestros gritos de dolor, nuestra rabia, nuestro coraje. Si hablamos de la guerra contra las drogas, ganaremos. Ya no nos pueden ignorar.” – Araceli Salcedo Jímenez, madre de Fernanda Rubi, una mujer mexicana joven secuestrada en 2012.
El coste humano de la guerra contra las drogas
Anyone’s Child es una red internacional de familias que han perdido a seres queridos, o que han sufrido algún daño debido al fracaso de la guerra contra las drogas, y que luchan por un control más seguro de las drogas.
Anyone’s Child tiene como objetivo exponer los costes humanos de la guerra contra las drogas y mostrar que alejarse de la actual prohibición y criminalización protegerá mejor a la gente. Estas familias cuentan sus historias para ilustrar la futilidad total de esa guerra y para mostrar los daños colaterales que causa una estrategia fracasada.
Podría parecer racional prohibir las drogas y poner restricciones legales a su producción, suministro y consumo con el objetivo de proteger a la gente joven y vulnerable. Pero 50 años de esta fórmula no han conseguido evitar, a pesar de los recursos crecientes que se le han venido dedicando, el aumento dramático del consumo y de los daños relacionados.
Más allá de este fracaso, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito ha identificado un desgarrador abanico de consecuencias imprevistas, todas ellas negativas, causadas por la guerra contra las drogas. Entre ellas, la creación de un enorme mercado fuera de la ley, el desplazamiento de la producción y el tránsito a nuevos territorios (el llamado ‘efecto globo’ o ‘efecto cucaracha’), el desvío de recursos de los servicios de salud a los de mantenimiento del orden público, la difusión del consumo de nuevas drogas y la estigmatización y marginalización de los consumidores.
La nueva estrategia del Ministerio del Interior británico también ignora estos costes abominables.
Lo políticos en México y el Reino Unido continúan con lo de la guerra en lugar de considerar honestamente las pruebas que demuestran que la prohibición mata a la gente, mientras que la regulación legal puede salvar vidas y reducir daños, además de conllevar mejoras sociales significativas.
Somos todos hijos o hijas de alguien. Las valientes familias involucradas en Anyone’s Child hablan en nuestro nombre cuando desafían la retórica de la guerra contra las drogas y exigen una nueva estrategia.
Rosa Julia Leyva

Compartiendo la historia de mi vida, estoy intentando remendar un poco el tejido social .– Rosa Julia Leyva, que estuvo encarcelada 11 años después de que la embaucasen para traficar heroína.
Rosa Julia es una mujer de una comunidad rural y pobre del estado de Guerrero, en México, una región azotada por la pobreza y llena de campos de amapolas de opio. Rosa se convirtió en una víctima de la guerra contra las drogas cuando accedió a acompañar a un conocido suyo, que le engañó para que llevara grandes cantidades de heroína a través de la frontera. Fue apresada, la llevaron a la cárcel y la torturaron para que firmara una confesión.
Fue violada y abusada por las autoridades que deberían haberla protegido. Y pasó cerca de 11 años en la cárcel.
La historia de Rosa ilustra el hecho de que las consecuencias de la prohibición en México no se limitan al asesinato, la desaparición y el terror. Cuando las autoridades toman una postura de tolerancia cero hacia el narcotráfico, se incrementa la violencia y la gente de a pie se ve atrapada en el fuego cruzado. Ahora Rosa forma parte de Anyone’s Child y participa con otras familias en campañas por todo el mundo a favor de la legalización del mercado de las drogas, para prevenir que otras familias sufran lo que ella ha sufrido.
Anyone’s Child México

Anyone’s Child Mexico, el documental interactivo, cuenta historias reales de familias y comunidades en primera línea de la guerra de drogas a nivel internacional, y su lucha por una ley de drogas más segura. A través de una línea telefónica gratis (en México) que conecta con el documental, familias cuyas vidas han sido destruidas por la guerra contra las drogas tienen la oportunidad de contar sus historias a gentes de todo el mundo.
Es crucial el apoyo amplio de la comunidad internacional a estas víctimas de la guerra contra las drogas. Los esfuerzos por promover la solidaridad internacional pueden contribuir a poner fin a la violencia y a estimular un cambio de políticas que respeten y protejan los derechos humanos.
Haz algo
Antes, decía: ‘No me va a ocurrir.’ Pero lo he visto en la vida real, con mis propios ojos. Yo creo que todas y cada una de las personas, jóvenes y viejas, deberían luchar, para crear un México mejor, una sociedad mejor, un mundo mejor para nuestros hijos.” – María Herrera, madre de cuatro hijos desaparecidos.
Uno de los mayores obstáculos que hay que superar para alcanzar una reforma significativa es demostrar a los legisladores que la opinión pública nos apoya. Una manera importante de cambiar la opinión pública es escuchar las historias desgarradoras de las familias y sus demandas de reforma, para que otros puedan ver los daños que causa esta guerra.
Ya es hora de que las víctimas de la guerra contra las drogas estén en el centro del debate .
En el mundo, los públicos han tenido pocas oportunidades de oír los testimonios de gente afectada por la violencia inevitablemente asociada a la prohibición de las drogas. Las nuevas tecnologías e innovaciones como las que presenta Anyone’s Child México nos permiten, por primera vez en algunos casos, escuchar los testimonios de las víctimas.
Deberíamos recordar que todos los estados miembros de la ONU – que son firmantes de las convenciones sobre la guerra contra las drogas de la ONU – son responsables de esas víctimas. Nosotros somos responsables. Escuchemos las historias y mostremos nuestra indignación a nuestros representantes elegidos, exigiéndoles que hagan los cambios de política necesarios para evitar que ocurran historias como estas en el futuro. Apelemos a nuestros dirigentes políticos para que implementen políticas que nos protejan – en vez de castigarnos.
Ya es hora de que las víctimas de la guerra contra las drogas estén en el centro del debate sobre la política contra las drogas.
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