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Los costes de ignorar a China

Según el economista mexicano Enrique Dussel Peters, China se está convirtiendo rápidamente en el FC Barcelona del comercio internacional y es crucial que sus socios latinoamericanos lo entiendan. Entrevista. Português English

Enrique Dussel Peters Robert Soutar
28 diciembre 2016
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Enrique Dussel Peters (imagem: UNAM)

Mucho antes de que estuviera de moda, el economista mexicano Enrique Dussel Peters comenzó a investigar la relación comercial y de inversión de China con América Latina, encontrando un cuerpo sustancial de trabajos que se remontan a unos 30 años atrás.

Hoy en día, nuevos observadores se sienten atraídos por el tema por las grandiosas declaraciones de las élites políticas de las alianzas Sur-Sur, respaldadas por los crecientes intercambios comerciales y los enormes paquetes financieros. Pero los medios de comunicación, los académicos y los políticos deberían examinar los análisis existentes de los impulsores y actores involucrados, lo que contribuiría a evitar costosos malentendidos.

Para Dussel Peters, coordinador de la Red Académica de América Latina-China (RED ALC-China), de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es fundamental entender la composición única del sector público chino. Es importante no sólo para los empresarios mexicanos y los políticos que todavía no aciertan a dar respuesta sobre por qué tres importantes ofertas de infraestructura respaldadas por los chinos, incluido el infame tren bala de Ciudad de México a Querétaro, se han desmoronado en los últimos años. Y otras instituciones latinoamericanas que financian investigación en China o que la abordan a partir del estudio de las múltiples relaciones entre Asia y América Latina, deberían mirar más allá de las grandes – e inútiles – retóricas.

Dussel Peters habla de cuáles son los costes de no entender el nexo de las relaciones del sector público en China, su huella ambiental en México y por qué China se está convirtiendo rápidamente en el FC Barcelona del comercio internacional.

Robert Soutar: Usted ha estado observando las relaciones entre China y América Latina durante casi 20 años. El tema es hoy cada vez más popular, pero hay muchos conceptos erróneos. ¿Cuál es el mayor error que comete la gente al analizar este tema?

Enrique Dussel Peters: En primer lugar, no se trata de inventar nada nuevo. Hay personas en China y América Latina que han estado estudiando esto desde hace 40 años. Tanto en México como en Brasil, Argentina y Perú, puedes encontrar trabajos sobre este tema y también en China. Simplemente, hay que leer los resultados de los respectivos análisis. En segundo lugar, yo diría con toda humildad que existe cierto romanticismo asociado a las relaciones entre América Latina y China. Es cierto que se trata de una relación Sur-Sur y que, de alguna manera, se espera que, por los motivos o razones que sean, sea diferente a la relación entre Estados Unidos o Europa y América Latina. Yo diría que China no es el Sur, China tampoco es el Norte, sino que China tiene condiciones y estructuras del Sur y del Norte. Simplemente citaría a nuestros amigos chinos y diría: “Tenemos características chinas y somos diferentes”. Encasillar a China en términos de sus relaciones con el Sur, es simplemente inútil. También diría – nótese la ironía y la crítica –  que cuando para China es funcional ser parte del G77, es un país subdesarrollado. En cambio, cuando resulta útil, se considera parte del G20, el G8, el G5 e incluso el G2. Aquello que define a China en 2016 implica mucho trabajo y mucha comprensión. Y nos perderíamos si pensásemos que puede explicarse con un indicador más de la lista de los 600 indicadores de desarrollo del Banco Mundial.

RS: ¿Cuán útil cree usted que es el marco triangular China-América Latina-Estados Unidos y cómo se verá afectado por el triunfo de Donald Trump?

EDP: Estoy completamente de acuerdo con esta perspectiva. En nuestra red hemos estado discutiendo este nuevo triángulo – y no sólo en lo económico, sino también en lo político y en lo cultural-, en términos de la relación entre México, Estados Unidos, Latinoamérica y China, y también de la relación entre Estados Unidos, Japón, China y otros. La creciente presencia de China está cuestionando profundamente las relaciones bilaterales históricas. Un elemento fantástico en el argumento proteccionista de Trump es que la disminución de las exportaciones estadounidenses a América Latina, entre 2001 y 2014, significó la pérdida de 840.000 empleos anuales en Estados Unidos. Pero a nadie le importaba. Estaban más preocupados por las armas que China le estaba proporcionando a Venezuela. Se trata de un tema muy crítico que no puede analizarse desde una perspectiva simplista. En Estados Unidos existen fuerzas muy poderosas. Hemos presenciado las críticas de Trump a Ford, por ejemplo, pero hay miles de otras empresas que participan en esta relación triangular. No se le puede decir a Ford que, a partir de mañana, no puede invertir fuera de los Estados Unidos. Hay que recordar que desde la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos han sido el principal exportador de capital en el mundo. No se puede poner fin a esto en una semana. Si se quieren imponer aranceles del orden del 45% en los Estados Unidos, habrá que pagar precios sustancialmente más altos por los bienes de consumo en los Estados Unidos. Bienvenidos, pues, a una discusión interesante…

RS: El rápido crecimiento de China ha creado una crisis ambiental: la contaminación del aire, el agua y el suelo ha generado costes económicos y sociales muy altos. ¿Se entiende bien esto en el contexto de su creciente participación económica en el extranjero?

EDP: Creo sinceramente que este es uno de los factores que impulsan la inversión extranjera directa, el comercio y la construcción de infraestructuras, pero no es el único. También  hay factores macroeconómicos – enormes reservas que se invierten en bonos de los Estados Unidos o en América Latina, con la esperanza de obtener un alto retorno. Pero existe también la adquisición de tecnología, o de investigación y desarrollo, como Lenovo o automóviles y la compra de patentes, por ejemplo. Las políticas de actualización son muy agresivas, no es sólo el medio ambiente. Las cuestiones ambientales implican la transferencia de la huella ecológica a otras partes del mundo, no hay duda acerca de esto. Pero me gustaría destacar que China, contrariamente a Japón, Estados Unidos y otros países, es extremadamente pragmática. Las empresas públicas chinas pueden ser muy diferentes cuando invierten en Japón o en México. No es que sistemáticamente implementen estándares bajos, son muy capaces de implementar tanto estándares muy altos como muy bajos. Depende del país anfitrión. Las corporaciones transnacionales en Japón, Estados Unidos y Alemania saben que puede resultarles muy costoso no tener estándares de  empresa, y los aplican. Si salta a la luz un escándalo en Zambia, tendrá un coste mayor que los 10 centavos que ahorran por operar en Zambia.

RS: En México se han cancelado tres grandes proyectos de infraestructura. ¿La falta de comprensión de China es una de las razones que explican su cancelación?

EDP: Sí, por supuesto. No creo que los sectores públicos y privados de México tengan una comprensión suficiente del sector público de China y de sus implicaciones – no sólo en México, sino también en Brasil y Argentina y muchos otros países. La cancelación de un proyecto de infraestructura resulta en la congelación de la relación bilateral. En México, se sorprenden. ¿Cómo es posible que no lo hayan previsto? La China Railway Construction Cooperation es una empresa pública. De hecho, es una empresa estatal del gobierno central. La cancelación de un proyecto que forma parte de la estrategia china “Un cinturón, Una ruta” tiene efectos inmediatos a todos los niveles. No es ninguna sorpresa.

RS: En el complejo comercial Dragon Mart había un factor ambiental. Los abogados argumentaron que dañaría ecosistemas sensibles…

EDP: Puede haber un factor ambiental importante, pero no soy ingeniero ni especialista. Lo que sí puedo asegurar es que si este proyecto hubiese sido alemán, suizo o británico, habría pasado. Conozco la región de Cancún – Tulum es un lugar encantador. Pero las empresas turísticas españolas y europeas han destruido la región. Han devastado los arrecifes de coral y nadie se preocupó. Hay ONGs que trabajan en ello y es importante reconocer su trabajo, pero en este caso lo que hubo fue claramente un sentimiento anti-chino –  cuando ni siquiera era una inversión china. Si miramos la propuesta - y la tenemos publicada en nuestro sitio web -, el proyecto se financiaba en un 90% con capital mexicano y un 10% con capital chino.

RS: ¿De dónde proviene este sentimiento anti-chino?

EDP: Este sentimiento generalizado anti chino es producto de la ignorancia y su origen es la falta de inversión en instituciones académicas públicas y privadas. A pesar de este dinamismo masivo en comercio e inversión y en proyectos de infraestructura, tanto las organizaciones empresariales como el sector público disponen de instituciones muy limitadas. Existe un instituto que se ocupa de América Latina y Asia, pero soy muy crítico acerca de ellos. América Latina y el Caribe suman 42 países y Asia 30. Si multiplicamos 30 por 40, el resultado es 1.200 - luego, si tenemos cinco temas por discutir, tendremos 6.000. Y sólo hay dos personas a cargo del instituto. Es una broma. El resultado es ignorancia, falta de inversión y, para ser honestos, racismo.

RS: Muchos en China ven a México como un competidor en exportaciones al mercado estadounidense. ¿Cómo afecta esto a la relación?

EDP: Hace 50 años hubo cierta competencia en segmentos de cadenas de valor añadido entre México y China: textiles, sectores electrónicos y componentes de automóviles. Pero esto ya pasó. Hoy, China y México están en ligas diferentes. Para dar un ejemplo: la cuota de China en exportaciones a los Estados Unidos de las industrias del hilado, textiles y prendas de vestir es del 40%; la de México es del 5%. No hay competencia. Hace 15 años, empataban al 10%. Además, hay calcetines de nylon y calcetines de seda - y son diferentes. Alguien que no sepa del tema diría: “un calcetín es un calcetín”. Pero implican diferentes líneas de producción, maquinarias distintas. No tienen nada que ver el uno con el otro. Es como comparar una bicicleta con un automóvil. Alguien podría decir: “ambos son buenos para el transporte”. Pero es como Zacatepec, un equipo de fútbol de segunda división de México, jugando contra el Barcelona. Si pierden 15 a 0, lo habrán hecho muy bien. Este es el juego que tenemos hoy.

Este artículo fue publicado previamente por Diálogo Chino.

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