
Fidel López, de 73 años, trabaja como voluntario después de un terremoto en la Ciudad de México, capital de México, el 21 de septiembre de 2017. Foto: David de la Paz/Xinhua News Agency/PA Images. All rights reserved.
Por segunda vez en dos semanas, México volvió a temblar. Cuando el país todavía no terminaba de asimilar el terremoto del 7 de septiembre y el paso del huracán Katia por Veracruz, un sismo de magnitud 7.1 sacudió nuevamente territorio mexicano. Si algo ha demostrado México ante a esta situación, es la solidaridad de su pueblo, que inmediatamente se volcó en atender a los afectados. Sin embargo, los buenos gestos no bastan a la hora de reconstruir un país.
Como es bien sabido, la situación geográfica de México hace que el territorio sea proclive a los desastres naturales, como quedó demostrado en las últimas semanas. En cuestión de minutos, se desplomaron edificios enteros. Si bien el país cuenta con un sistema de alarma para alertar a la población, en este caso la inmediatez del sismo impidió su eficacia.
Más de 30.000 hogares mexicanos dependen de remesas del exterior.
Las consecuencias de un desastre natural de tal magnitud son devastadoras. Con el paso de los días, el foco se pone, lógicamente, en la reconstrucción de las zonas afectadas, cuyo principal condicionante es, indudablemente, el presupuesto. Si bien es cierto que México es consciente de los riesgos que corre debido a su posición geográfica, no parece serlo tanto si se analiza el presupuesto que destina a las catástrofes naturales.
Cuando la atención todavía estaba puesta en el terremoto de los primeros días de septiembre, se empezó a escuchar la demanda, por parte de distintos sectores sociales, de un incremento de los recursos destinados a la reconstrucción de casas y templos en las zonas afectadas. Concretamente, se le exigía al Congreso que hiciera reasignaciones en diversas partidas del presupuesto de 2018 para atender a las nuevas urgencias.
La respuesta no tardó en llegar. La Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHPC) manifestó que el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) cuenta con 9.000 millones de pesos, que calificó como “suficientes para superar la actual emergencia, sin generar presión alguna en las finanzas públicas”. Sin embargo, al momento de emitirse el comunicado, México todavía no se había visto afectado por el segundo terremoto, que provocaron el colapso del país.
El Fonden fue creado en 1996 con el fin de destinar recursos a la protección de la vida y la salud de la población civil, así como a la reconstrucción de infraestructuras federales, estatales y municipales afectadas por fenómenos naturales.
Si bien el Fonden es un elemento vital para superar emergencias y lograr que los ciudadanos puedan retomar sus actividades diarias, no es el único. Según un estudio publicado por el Fondo Monetario Internacional, las remesas del exterior son una importante fuente de ingresos que pueden estimular el consumo cuando la economía atraviesa una situación difícil, como la que se da en el caso de un desastre natural. Las remesas enviadas por los mexicanos a sus familias superan los ingresos del petróleo y de la industria automotriz. Así de importante es esta fuente de ingreso, de la que dependen más de 30.000 hogares mexicanos. Durante la primera mitad de este año, las remesas del exterior batieron su propio récord histórico al alcanzar cerca de 14.000 millones de dólares. Una excelente noticia, sin duda, pero sobre la que se cierne una amenaza.
Las remesas están amenazada por una de las medidas anunciadas por el presidente Donald Trump.
El 95% de las remesas que llegan a México provienen de Estados Unidos y esta gran fuente de ayuda para muchas familias se ve hoy amenazada por una de las medidas anunciadas recientemente por el presidente Donald Trump. El presidente norteamericano quiere cumplir, como sea, una de sus principales promesas electorales - la construcción de un muro con México -, y para costear los gastos del mismo, ha propuesto imponer un impuesto adicional a las remesas que envían con regularidad los mexicanos.
Si bien por el momento la medida no es más que una amenaza, en caso de llevarse a cabo podría tener graves consecuencias para los mexicanos. Sobre todo, teniendo en cuenta que el país debería disponer de la mayor cantidad de recursos posibles para reponerse de las consecuencias de los recientes desastres naturales. Ojalá Trump pudiera dejar de lado su ensañamiento con el muro, la división y los impuestos, y darse cuenta de que su vecino necesita ayuda.
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