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Pacto Mundial para la Migración: Chile y su miedo a lo desconocido

No es trivial para un país pequeño y aislado geográficamente como Chile le dé la espalda a este marco de cooperación, porque la crisis migratoria originada en Centro América y partes de Sudamérica no sólo ha afectado las fronteras del norte. English

Alejandro Fernández
19 diciembre 2018
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Migrants arriving in Europe in 2016. Image- wailoil.co_.nz_.jpg. All righst reserved

Durante los últimos dos años, la comunidad internacional ha estado trabajando para desarrollar una estrategia conjunta para enfrentar el fenómeno de la migración moderna. Basado en una serie de tratados de derechos humanos sobre la materia, el resultado es un documento llamado “Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular” que se firmaría por todos los Estados que participaron en su negociación en Marrakech, el 10 de diciembre para celebrar los 70 años de la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

Sin embargo, a última hora algunos Estados anunciaron que no asistirían a la conferencia para adherir al Pacto. Uno de esos países era Chile, país que señaló que la migración no es un derecho humano, que el gobierno no pondría en peligro su soberanía, ni arriesgaría al país a ser llevado a Cortes Internacionales.

¿Está en lo correcto el Gobierno chileno? ¿Es la migración un derecho humano o no? ¿Por qué algunos estados se muestran suspicaces sobre la cooperación internacional?

El domingo 9 de diciembre fue un día confuso en Chile para aquellos que siguen la política y en particular la política internacional. Al día siguiente, el mundo estaría celebrando el 70º aniversario de la Declaración Universal de Derechos Humanos, documento fundamental para el desarrollo del derecho de los derechos humanos en las décadas por venir.

Por dos años, la comunidad internacional planificó conmemorar ese día con la celebración de un acuerdo global para materializar los esfuerzos internacionales para enfrentar un desafío global como lo es el fenómeno de la migración.

El acuerdo, llamado, “Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular”, es un acuerdo no vinculante cuyo objetivo es coordinar a los Estados adherentes para idear políticas públicas de migración basadas en la evidencia e idealmente coherentes con las políticas de los otros Estados.

Dos años de negociaciones de los cuales sólo los Estados Unidos de Trump decidieron no ser parte. Chile iba a adherir al documento ese día en Marrakech, Marruecos, pero en el último momento, el día anterior, el Subsecretario del Interior hizo una declaración pública anunciando que Chile no iría a Marrakech.

Dijo que el Gobierno no aprobaba el texto final porque la migración no es un derecho humano, que promueve la migración irregular y que no iban a exponer al país a obligaciones legalmente vinculantes que podrían ser exigidas en cortes internacionales

El problema es que ninguna de esas afirmaciones es correcta.

Primero, no es correcto afirmar que la migración no es un derecho humano. La forma moderna y consolidada de los Estados como los conocemos hoy en día no tiene más de 250 o 300 años, mientras que los humanos siempre se han movido alrededor del planeta desde la aparición del homo sapiens hace más de 300.000 años atrás; nuestra naturaleza no conoce de fronteras.

Mientras la migración parece ser parte natural de la actividad humana, los límites entre Estados son líneas ficticias arbitrariamente diseñadas por personas en coyunturas específicas de la historia.

Además, mientras la migración parece ser parte natural de la actividad humana, los límites entre Estados son líneas ficticias arbitrariamente diseñadas por personas en coyunturas específicas de la historia, cambian al son de la política global y los conflictos internacionales que los redibujan constantemente.

Tomando en cuenta esta realidad, la migración es un fenómeno reconocido en tratados e instrumentos de derechos humanos. De hecho, varios instrumentos sobre Derechos Humanos incluyen provisiones que regulan la migración como un derecho humano:

- La Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948: Artículos 13.2 y 14.1

- El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de 1966 (firmado por Chile en 1969 y ratificado en 1972): Artículo 12.2; y sus dos Protocolos Opcionales, también firmados y ratificados por Chile.

- La Convención Americana sobre Derechos Humanos de 1969 (firmada en 1969 y ratificada en 1990): Artículos 22.2, 22.7 y 22.8

- La Convención Internacional sobre la protección de los derechos de todos los trabajadores migratorios y de sus familias de 1990 (firmado en 1993 y ratificado en 2005)

Todos esos tratados, entre muchos otros, cumplieron todos los requisitos internos y externos para ser jurídicamente obligatorios para Chile, de conformidad con el Artículo 5º de su Constitución. La conclusión natural, tal como el Ministro de Relaciones Exteriores debió admitir más tarde esa semana contradiciendo al Presidente, es que la migración es en efecto un derecho humano.

Sin perjuicio de ello, el Gobierno sostiene que se trata de un derecho a emigrar, pero no a inmigrar, y que ningún Estado está en la obligación de recibir a cualquier migrante que intente traspasar sus fronteras. Por supuesto, la migración es un derecho que requiere regulación para operacionalizar un ejercicio pertinente y adecuado, tal como, e. gr., el derecho a fundar una familia. No significa que ninguno de los dos sea un derecho humano. Sólo significa que su ejercicio requiere de cierta regulación.

En relación al texto del Pacto, el gobierno chileno sostuvo que es jurídicamente obligatorio, que afecta la soberanía del Estado y que promueve la migración irregular.

Primero, el documento tendrá la forma de una resolución de la Asamblea General de Naciones Unidas, que no es otra cosa que una recomendación. A mayor abundamiento, los párrafos 7 y 15 b) específicamente plantean que representa “un marco de cooperación no vinculante jurídicamente”. ¿Cómo podría entonces ser usado contra el país en una corte internacional como indicó el Presidente Piñera?

Chile, incomprensiblemente, no firmó el Pacto Mundial. Pero no fue el único: Estados Unidos, República Dominicana, Israel, Bulgaria, Estonia, Hungría, República Checa y Australia son algunos de los que tampoco firmaron.

Segundo, el párrafo 15 c), trata la soberanía nacional diciendo que “El Pacto Mundial reafirma que los Estados tienen el derecho soberano a determinar su propia política migratoria y la prerrogativa de regular la migración dentro de su jurisdicción”. Incluso permite a los Estados “distinguir entre el estatus migratorio regular e irregular”. ¿Cómo podría entonces promover la migración irregular, como indicó el Presidente Piñera, cuando está diseñado para una migración segura, ordenada y regular?

Por supuesto, Chile no fue el único estado que no firmó; Estados Unidos, República Dominicana, Israel, Bulgaria, Estonia, Hungría, República Checa y Australia son algunos de ellos.

Estos Estados decidieron decir no a la cooperación en orden a: recopilar y utilizar datos exactos, minimizar los factores adversos y estructurales que obligan a las personas a abandonar su país de origen, reforzar la respuesta transnacional al tráfico ilícito de migrantes, facilitar el regreso de los migrantes, gestionar las fronteras de manera integrada, segura y coordinada, entre otros objetivos plasmados en el documento.

No es trivial para un país pequeño y aislado geográficamente como Chile le dé la espalda a este marco de cooperación, porque la crisis migratoria originada en Centro América y partes de Sudamérica no sólo ha afectado las fronteras del norte (México y Estados Unidos), las personas también han migrado al sur, escapando de la pobreza y regímenes tiránicos. Chile, en la región, ofrece estabilidad económica y democrática.

¿Cómo podría Chile, y los otros países que se restaron del Pacto, producir políticas públicas coherentes y comprehensivas en materia de migración cuando, al mismo tiempo, están rechazando trabajar con los Estados desde donde están llegando los inmigrantes y con aquellos a los que sus ciudadanos están emigrando?

La cooperación internacional parece ser esencial para abordar un fenómeno global. Esto parece ser otra manifestación de un problema que enfrenta el mundo: la tendencia de ciertos políticos que prefieren obtener réditos electorales aprovechándose del miedo a lo desconocido, alimentándolo con información falsa o incompleta para obtener sus objetivos, en lugar de gobernar con la verdad y la evidencia.

La migración ha ocurrido a lo largo de toda la historia de la humanidad, está pasando ahora y seguirá pasando por siempre (probablemente incluso a otros planetas). ¿Por qué no hacerla de manera “Segura, Ordenada y Regular”?

La última palabra se dirá el 19 de diciembre cuando la Asamblea General de las Naciones Unidas vote para aprobar las recomendaciones acordadas en el Pacto.

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