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Por qué Colombia ha votado no y qué significa

El domingo 2 de octubre, los colombianos rechazaron el reciente acuerdo de paz logrado entre el gobierno y las FARC después de 52 años de conflicto. English

Annette Idler
4 octubre 2016
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Manifestante a favor del "Si" en Colombia llorando tras conocer los resultados del referendo. 2 de octubre 2016. AP Photo/Ariana Cubillos. Todos los derechos reservados

El domingo 2 de octubre, los colombianos rechazaron el reciente acuerdo de paz logrado entre el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) después de 52 años de conflicto. El plebiscito arrojó un resultado muy reñido: el 50,2 % rechazó el acuerdo de paz, mientras que el 49,8 % lo apoyó.

¿Qué votaron exactamente los colombianos?

Los colombianos estaban votando sobre si apoyaban el acuerdo de paz, alcanzado en agosto y firmado formalmente el 26 de septiembre del año en curso, el contenido del cual, 297 páginas, había sido publicado previamente a la votación.

¿Quienes votaron NO?

El voto por el "no", no es representativo de todos los colombianos. Menos del 40 por ciento de los aptos para votar participaron en el plebiscito, lo que dejó muchas voces sin  escuchar. Tuvieron que ver en parte las condiciones climáticas: la región del Caribe se enfrentó a un huracán, haciendo más complejo el desplazamiento de muchos hasta las urnas, especialmente en las regiones rurales, donde los caminos se vuelven intransitables durante las fuertes lluvias.

Para muchos electores, el voto por el “no” no significaba rechazo hacia la paz, sino hacia los términos señalados para la misma. Esta postura fue defendida por el ex presidente Álvaro Uribe, quien dirigió la campaña por el no. Sus seguidores querían ver un castigo más severo a las FARC, aunque ante los ojos de los negociadores esto no era posible, porque hacerlo conllevaría a que este grupo ilegal no aceptara el acuerdo.

Los resultados muestran una clara división entre las zonas rurales y urbanas. Las periferias del país, muchas de ellas desgarradas por la guerra, votaron de manera mayoritaria a favor del acuerdo, mientras que en el interior del país la mayoría votó en contra. (Una excepción notable fue la capital, Bogotá, partidaria del acuerdo).

Los resultados muestran una clara división entre las zonas rurales y urbanas.

Acorde con lo expuesto, el contraste entre el voto rural y urbano podría reflejar un legado de la presidencia de Uribe: su política de seguridad democrática hizo más seguras las ciudades y empujó el conflicto hacia las periferias.

Por una parte, en departamentos fronterizos como Nariño, Putumayo y la Guajira, la población ha sufrido el abandono del Estado y la presencia de los actores del conflicto y del crimen organizado transnacional, especialmente el relacionado con el tráfico de cocaína. Acabar con la violencia mediante el voto por la paz era el siguiente paso lógico en las zonas en las que ya habían comenzado iniciativas de paz locales. Un ejemplo específico es Samaniego (Nariño): esta comunidad logró disminuir la actividad armada en su territorio a través de la resistencia no violenta, basada en la unidad y el liderazgo colectivo. Por supuesto, no en todas las iniciativas de paz a nivel local se observó la misma situación.

Por otra parte, hubo dos departamentos periféricos que votaron por el NO: Arauca y Norte de Santander.

Arauca es una fortaleza del segundo mayor grupo rebelde de Colombia, el ELN. La principal preocupación de la gente es cómo desplazarse por la vida bajo el poder de este grupo insurgente, por lo que las consideraciones para votar a favor o en contra de la paz con las FARC son muy distintas a las de otras zonas del país.

Norte de Santander experimentó campañas de desinformación dirigidas por grupos de derecha localmente influyentes que surgieron después de la desmovilización oficial de la organización paramilitar AUC. Como resultado de estas campañas, algunas personas creían que un acuerdo de paz exitoso significaría entregar el país a las FARC. Asimismo, ante la crisis económica y política de Venezuela, se les dijo que el acuerdo de paz haría de Arauca y Norte de Santander, las regiones fronterizas más estrechamente relacionadas con el país vecino, zonas vulnerables a un desbordamiento de la incontrolable situación venezolana.

¿Qué sigue para Colombia?

Poco después del anuncio de los resultados, tanto el presidente Juan Manuel Santos como el líder de las FARC Timochenko, se dirigieron al público. Santos hizo hincapié en que el cese al fuego y el fin de las hostilidades contra la población civil vigentes a partir del pasado 29 de agosto, se mantendrán, reafirmando su compromiso para lograr la paz. De igual manera, dijo que iba a convocar a todos los partidos políticos tras el plebiscito para consultarles sobre los pasos a seguir. Timochenko reiteró asimismo su compromiso con la paz, afirmando que se conseguirá con palabras y no con armas.

Santos hizo hincapié en que el cese al fuego y el fin de las hostilidades contra la población civil vigentes a partir del pasado 29 de agosto, se mantendrán, reafirmando su compromiso para lograr la paz.

A pesar de los pronunciamientos, los riesgos de desestabilización son elevados. Por el momento, la dirección de las FARC muy probablemente permanecerá en La Habana. Los mandos intermedios, sin embargo, están en Colombia y muchos de ellos ya habían movido sus tropas a las regiones de "pre-concentración", para estar listos para el proceso de desmovilización final que se suponía iba a tener lugar en estos territorios designados en todo el país.

Miembros de las FARC en Colombia pueden decidir ahora optar por una salida temprana, y unirse a otros rebeldes como el ELN,  grupos de derecha o bandas criminales, teniendo en cuenta que es probable que una potencial renegociación del acuerdo de paz tuviera resultados menos beneficiosos para ellos. Estos otros grupos no estatales violentos pueden tomar ventaja de la incertidumbre general en el país. Dicha incertidumbre puede convertirse fácilmente en frustración e ira, lo que puede conducir a nuevos clamores y violencia.

La firma simbólica del acuerdo de paz hace tan sólo una semana no fue en vano. Fue un gesto de reconciliación entre las FARC y el gobierno. Una parte sustancial de la población colombiana demostró con sus votos que están listos para unirse a este "Pacto de Reconciliación". También algunas voces sugieren que pueda ser re-planteado, toda vez que este no era suficiente para la construcción de paz en pro de todos los colombianos.

Las próximas semanas, meses e incluso años, serán una dura prueba para el compromiso de Colombia con la paz. Esta campaña se quedó corta en términos de solidaridad con los que más han sufrido en estas cinco décadas de guerra. Se ha demostrado la falta de conexión entre las élites en Bogotá y las zonas marginalizadas del país, cuyas preocupaciones y temores no fueron tenidos en cuenta suficientemente.

Las próximas semanas, meses e incluso años, serán una dura prueba para el compromiso de Colombia con la paz.

Alcanzando cierto consenso

En atención a lo expuesto, la situación actual es sin embargo también una oportunidad para llegar a un verdadero consenso a través de una renegociación. El plan de Santos para incluir a Uribe y su equipo en las deliberaciones sobre los pasos a seguir, ayuda a construir puentes en la sociedad, lo que es esencial para frustrar la polarización y la división. Se espera que esto dé paso hacia un acuerdo construido y basado en la unidad, y que por lo tanto sea más propicio a una paz sostenible.

La autora agradece a Mónica Pérez Alarcón su apoyo en la versión española de este artículo.

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