“Si a nosotros nos dieran alguna ayuda, no tendríamos que estar saliendo a movernos, pero hay hambre y entonces qué hacemos mija (mi hija)”, asegura Claudia*. Ella es una indígena Wayúu. Llegó a Bogotá luego de ser desplazada por la violencia que se tomó la Guajira. En la capital, antes de la pandemia, sobrevivía a punta de vender artesanías en las calles: mochilas, manillas y aretes. Lo que reunía lo repartía entre ella, sus hijos y nietos, y lo demás lo regresaba a su comunidad, en la Costa Atlántica. Sin embargo, desde que inició la cuarentena, su único medio se ha visto truncado: “por eso, si el gobierno nos diera un ingreso, no estaríamos en esto”.
Desde que inició la pandemia, la precarización de bienes y recursos ha marcado la vida de muchos habitantes en Colombia. Las tasas de pobreza y desempleo se han elevado y los trapos rojos, marca del hambre en las ciudades principales, han salido a relucir a las ventanas. En el Senado la respuesta de la Renta Básica Universal surgió como una clara alternativa, que podría disminuir drásticamente la cantidad de posibles contagios, al evitar la salida de las personas más vulnerables a las calles, y a futuro llegar a amparar a la población en general. Esta medida también ayudaría a descongestionar la saturación en los hospitales que, al día de hoy, en ciudades como Bogotá está escalando al 63% en ocupación de UCIs. Sin embargo, la discusión se ha visto pospuesta, lo que sigue manteniendo en la precariedad a miles de familias.
“Mamita yo tengo asma, a mí no me interesa salir a exponerme porque sí. Porque dígame luego quién me va a pagar la salud”, dice Claudia. Ella, que ya tiene 74, llegó a Bogotá hace 30 años. Claudia tuvo que huir de la Guajira, luego de que su hija fuera violada, torturada y asesinada por paramilitares, bajo el mando de Jorge 40. Luego, cuando quiso esclarecer lo que había pasado, le llegaron las amenazas: “eso era lo que le hacían a las muchachitas allá en la Costa; la que no se quisiera acostar con alguno de esos tipos, terminaba así. Y eso fue lo que le pasó a mi hija”.
Al llegar a la ciudad no tuvo más alternativa que dedicarse al comercio en la calle. Usualmente, ella y sus hijos caminan por todo el centro de Bogotá vendiendo lo que les envían desde la Guajira. Pero, con la pandemia, esa alternativa se perdió. En la actualidad, Claudia no sabe cómo lograrán sobrevivir en lo que queda de la cuarentena: “las pocas cosas que estábamos vendiendo, nada mami, aquí las tengo”.
Con el inicio de la cuarentena en los países Latinoamericanos, la CEPAL, el organismo de Naciones Unidas para Latinoamérica, impulsó el proyecto de un ingreso de emergencia durante la cuarentena, que a futuro pueda convertirse en una Renta Básica Universal. Con este proyecto, la CEPAL proyecta un ingreso promedio de 143 dólares para, aproximadamente, 215 millones de personas. En entrevista con El País, Alicia Bárcena, representante de la CEPAL para Latinoamérica, aseguró que: “el objetivo estratégico, de largo plazo, debe ser el ingreso básico universal. Sería liberador: daría libertad a las personas para no estar en una supervivencia precaria. Y hay que avanzar gradualmente hacia él”.
Comentarios
Animamos a todo el mundo a que haga comentarios, Por favor, consulte las intrucciones de openDemocracy para comentarios