Las elecciones recientes son notables por haber sido palco de enfrentamientos entre izquierdistas (en algunos casos bastante radicales, como Castillo) y candidatos de extrema-derecha. En casi todos los ejemplos los candidatos tradicionales de centro-derecha, que tienden a dominar la política latinoamericana, estuvieron en segundo o tercer plano. Esa tendencia puede consolidarse con las elecciones en Brasil y Colombia.
¿Fin del uribismo en Colombia?
La situación en Colombia es similar a la de Brasil, pero menos extrema. Federico "Fico" Gutiérrez, el candidato elegido por el Equipo por Colombia, la coalición que agrupa los sectores más conservadores de la carrera política, no es Bolsonaro. A diferencia del repertorio político del brasileño que se reduce al rol de exdiputado desconocido y sin expresión, Gutiérrez terminó su gestión como alcalde de Medellín, una de las ciudades más importantes de Colombia, con impresionantes niveles de aprobación.
Con una agenda neoliberal y valores conservadores, Gutiérrez ha ocupado el lugar del tradicional uribismo como representante de la derecha. El candidato de centro-derecha lanzado por el partido de Uribe, Óscar Iván Zuluaga, no conquistó los votos necesarios del Equipo por Colombia para llevar la bandera conservadora. De esa forma, Zuluaga retiró su candidatura el 14 de marzo y declaró apoyo a Gutiérrez, oficializando la derrota del uribismo. Pero ni Gutiérrez se considera el candidato de Uribe, ni Uribe lo considera su representante, aunque el 66% de los colombianos lo ven así. Actualmente, Gutiérrez tiene el 23.4% de las intenciones de votos, más de 14 puntos porcentuales detrás del 38% de Petro.
Esa fractura de la derecha colombiana llama la atención ya que el país es notable en América del Sur por la cohesión que hay entre los partidos conservadores. Debido a su contexto único de décadas de guerra interna, Colombia se quedó al margen de la Marea Rosa que llevó candidatos de izquierda a la presidencia de diversos países de la región, manteniéndose firmemente estable en el campo de centro-derecha.
La mítica 'tercera vía' en Brasil
La centro-derecha en Brasil pasa por un proceso semejante. Aunque Lula representa a la izquierda más tradicional de la Marea Rosa que dominó la política regional a principios del siglo, el expresidente tiene lazos estrechos con muchos de los representantes más progresistas de la política brasileña, como Manuela D’Ávila, del Partido Comunista de Brasil, y Marcelo Freixo, del Partido Socialista. Si el escenario se mantiene estable hasta octubre, Lula debe disputar la segunda vuelta contra Bolsonaro, cuyo gobierno ha sido marcado por la degradación de las instituciones democráticas brasileñas y la apología a la dictadura militar de 1964 a 1985.
A pesar de que el país tiene una izquierda competitiva liderada por el Partido de los Trabajadores (PT), la política nacional ha sido dominada por partidos tradicionales de centro-derecha, como el Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB) del expresidente Fernando Henrique Cardoso (FHC) y el Movimiento Democrático Brasileño (MDB), que dominó los asientos del Congreso hasta 2018, cuando el bolsonarismo barrió el escenario.
Hoy, a menos de cinco meses de la primera vuelta electoral, la centro-derecha se afana por encontrar la llamada tercera vía, una alternativa a los candidatos de izquierda y de la extrema-derecha, representadas por dos candidatos polarizadores. La odisea no parece tener fin. Después de una disputa interna inusual, el tradicional PSDB eligió al gobernador del estado de São Paulo, João Doria, como su candidato a la presidencia. Actualmente, Doria tiene un estimado de 6% en las intenciones de voto para las elecciones de octubre. Frente a los 41% de Lula y los 32% de Bolsonaro, el PSDB no parece tener lugar en esta carrera.
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