
¡Marchemos por los líderes y las lideresas de Colombia!
El 26 de julio fue un día de luto y de reivindicación, por las vidas de los y las líderes sociales perdidos en los últimos años en Colombia.

“El pueblo no se rinde, carajo”! El grito resuena por las calles del mundo, de Berlín a Barranquilla, de Madrid a Manizales. El 26 de julio fue un día de luto y de reivindicación, por las vidas de los y las líderes sociales perdidas en los últimos años en Colombia.
Vidas perdidas que luchaban por las vidas de otros, pero que nos fueron arrebatadas cruelmente por las fuerzas criminales que están dominando el país desde la firma del acuerdo de paz, sobre todo allá donde hay poca presencia del Estado.
“Estos líderes son líderes de la paz, y por eso tenemos la obligación de salir a las calles y demostrar que no están solos” dice una manifestante en el Parque de San Antonio en Medellín. Los y las manifestantes se unen en este lugar altamente simbólico donde tuvo lugar, en 1995, un atentado contra civiles durante un festival de música, matando a 29 personas e hiriendo a más de 200.
En este atentado los autores colocaron una bomba dentro de una escultura de un pájaro del reconocido artista colombiano, Fernando Botero, que quedó parcialmente destruido después de la explosión. Sin embargo, 5 años más tarde, Botero donó una réplica que nombró el ‘Pájaro de la Paz’, convirtiendo el Parque de San Antonio en un lugar de memoria y resistencia. Hasta el día de hoy las dos esculturas siguen allí como un recuerdo del dolor y la esperanza que conviven en este país.


“Los líderes y las lideresas sociales arriesgan sus vidas para luchar por nuestros derechos. Entonces, ya era hora de que saliéramos a defender los suyos”. Un grupo de jóvenes pintan una franja larga de material negro con todos los nombres de los líderes sociales que han sido asesinados desde que se firmó el acuerdo de paz. “Son 210 líderes asesinados desde la firma, 210 defensores de sus comunidades y de los derechos humanos en sólo dos años y siete meses. Tenemos que entender que no hay paz si se siguen ejecutando a nuestros líderes y lideresas” nos explica una de las activistas del grupo. Desde nuestra conversación tuvo lugar, ya han asesinado a dos líderes más: Yissela Trujillo, una activista ambiental de Caquetá, y Emilio Vitucay, un líder indígena de Chocó.

Demasiadas veces se habla de ellos solo como líderes y lideresas sociales, sin embargo no son solo esto, sino mucho más. También son madres, padres, hijos, hijas, profesores, luchadores, valientes e inspiradores. Sus cualidades los unen a nosotros, y esto lo sentimos más que nunca con los gritos aterradores del hijo de María del Pilar Hurtado, lideresa asesinada en junio en Tierralta, que atravesaron el cuerpo de todos nosotros y cuyo eco aún resuena. “Yo quería que los líderes y las lideresas supieran que no estaban solos, porque no hay muchas demostraciones de solidaridad afuera del mundo del activismo. Por eso hice este cartel, como una forma de decirles, nosotros también estamos dispuestos a luchar por ustedes”.


Muchas veces, el problema de los asesinatos de los líderes y las líderes sociales se siente como algo mayor que nosotros, y que existe algo oscuro y poderoso que, como ciudadanos, no podemos contener. Pero sí podemos hacer algo para ayudar, y manifestaciones de solidaridad como ésta son un gran paso para darnos cuenta de esta triste realidad.
Desde abrir tu casa a un líder amenazado, hasta compartir las noticias de lo que está pasando en Colombia con nuestros amigos y familiares afuera del país, son acciones que contribuyen a fomentar un sentimiento de responsabilidad colectiva en nuestras sociedades. Tenemos que pensar seriamente cómo cada uno de nosotros puede hacer más para ayudar.


Mujeres manifestantes llevan estos pañuelos para que el mundo entienda que el trabajo que hacen muchos líderes y lideresas sociales es en defensa de la tierra de todos nosotros. Colombia está entre los países más peligrosos del mundo para defensores del medio ambiente, y en 2018 fue el tercer país que más asesinó a activistas ambientales del mundo. En Colombia hay una cantidad increíble de biodiversidad y naturaleza, pero existe una amenaza constante por parte de los grandes intereses económicos que promueven discursos de desarrollo que amenazan las vidas de los que viven afuera de las grandes urbes colombianas.
Garantizar la paz en Colombia no ha sido y no será un camino fácil. Pero con Iván duque, el presidente que ha atentado varias veces contra el acuerdo con sus objeciones a la Jurisdicción Especial para la Paz y su negación a sentarse a negociar con el ELN, la transición hacía la paz parece no consolidarse todavía. Lo que demostramos el 26 de julio es que no tenemos miedo de enfrentarnos a las fuerzas políticas del país que quieren volver a la guerra y que han asegurado que, hasta ahora, estos asesinatos queden en la impunidad.
Los ciudadanos son capaces de salir a defender los líderes y las lideresas que están trabajando para crear una Colombia sin guerra, y ahora ¡parecen imparables!
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