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Mirada a Podemos / Día 1: ¿Qué tesis para el nuevo ciclo? ¿Cómo relacionarse con el régimen del ‘78?

¿Qué hemos venido a hacer aquí? La relación de Podemos con el régimen del 78. English

Germán Cano Isabel Serra Pedro A. Honrubia Hurtado
7 febrero 2017
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Carteles políticos de los años 70 en una exposición que celebra los 20 años de la Constitución española de 1978. Wikicommons. Algunos derechos reservados.

En el ciclo post electoral, Podemos se enfrenta al desafío de encontrar la estructura, el liderazgo y la estrategia adecuados para articular con éxito un nuevo papel como partido. Esta semana, entre el 4 y el 11 de febrero, se ha pedido a casi 500.000 miembros del partido que lean, debatan y emitan su voto sobre las diversas propuestas, una decisión colectiva de importancia crucial para determinar el futuro del partido, tal vez durante los próximos años. Esta serie especial contextualiza, a través de una serie de breves declaraciones personales, el voto y el próximo congreso del partido en términos de visiones competitivas de cambio social y político, articulando las ideas, estrategias y modelos de organización en conflicto que sustentan las principales propuestas.

Los retos de Podemos

Por Germán Cano

1. En un contexto internacional de agresivo contraataque neoliberal y en el contexto correctivo del Régimen del 78, su debilitada vuelta a la normalidad (abdicación humillante del PSOE para mantener un orden que ya apenas seduce y moviliza con un horizonte de futuro), el Podemos que salga de Vistalegre 2 debe liderar un bloque histórico nuevo y asumir un papel culturalmente dirigente.

2. Porque lo que está en juego es este reto, parece un retroceso que se plantee el debate como la contraposición entre una amabilidad pusilánime y reconciliada con las injusticias del presente y una dureza auténtica. En primer lugar, porque esta visión parece malentender la emergencia de Podemos en los términos exclusivos de una solución surgida excepcionalmente de la crisis y que solo puede construir cambio desde un discurso político que interpele a los indudables dolores sociales. Bajo este punto de vista no solo se abandona el terreno de la normalidad indignada y víctima del aumento de las desigualdades, un espacio de valores críticos y de fuerzas de cambio decisivo, primando solo a los sectores más movilizados y militantes. En este gesto corremos el peligro de que el excelente trabajo ideológico de nuestros orígenes orientado a politizar la crisis y darle un relato crítico ceda a lo que podríamos denominar una praxis exclusivamente centrada en la pedagogía del conflicto, un partido cerrado sobre sí mismo. 

3. Abandonar la forma de la máquina de guerra electoral construida en Vistalegre o pasar "del asedio al cerco" requiere no tanto autoafirmación como permeabilidad: liderar todas las fuerzas de cambio y abrirse a realidades sociales más amplias que la del conflicto directo y la búsqueda de situaciones límite. Al menos, si se busca construir un nuevo "bloque histórico". Y solo se lidera dando respuesta a los problemas que no pueden ser solucionados por las otras formaciones políticas por sus contradicciones inherentes, ampliando la base social desde un discurso en el que todas las fuerzas de cambio puedan reconocerse y desde el que se amplíen los restantes antagonismos que recorren la sociedad civil. La desagregación del bloque histórico anterior no debe volver a esa política de autentificación o segregación identitaria tan habitual en la Izquierda.

4. Sería un gran error que los debates de Podemos se limitaran a ser un pálido remake de los debates internos históricos de la Izquierda española. 

5. Podemos requiere de una estructura menos vertical, más descentralizada, más feminizada en todas sus esferas de acción.

Esto significa ir más allá de la lógica militante de “cuadros” y de un modelo ligero de batalla electoral cuyo riesgo es la burocratización y el politicismo, esto es, la hipertrofia técnica del trabajo de intermediación política. Un partido sensible a las transformaciones de la composición social de la fuerza de trabajo y su segmentación; que pueda ver con los ojos de los que se hallan del lado perjudicado de la creciente desigualdad; que pueda moverse con el músculo de una organización robusta pero flexible; que pueda escuchar con sus oídos una realidad social en movimiento que no se confunda con la foto fija de las correlaciones de fuerzas dadas; y que tenga los pulmones para respirar democráticamente con un comité de garantías efectivo, no al servicio de ninguna fracción. Una organización democrática interna, en definitiva, que pueda criticar y pacientemente trabajar en la lenta adquisición de influencia y prestigio en los medios de comunicación y la sociedad civil, que pueda empapar todas las prácticas políticas existentes en la vida cotidiana frente a la prepotente cultura del dominio que desgraciadamente parece imponerse en términos geopolíticos. 

¿Ser oposición al régimen o ser oposición solo al PP? 

Por Pedro A. Honrubia Hurtado.

En Podemos hay dos elementos ideológicos y estratégicos que son compartidos por el global de las personas que forman parte del partido: que somos la única alternativa de gobierno viable al bipartidismo y que, por su naturaleza ideológica, el PP es nuestro principal adversario político. A partir de ahí estas variables se puede expresar principalmente de dos maneras posibles en el día a día de nuestra actividad: O bajo la fórmula “populista” "nosotros contra ellos" (pueblo vs. casta) o bajo la fórmula de “oposición institucional”, "Todos contra el PP”.

En la primera de ellas asumimos nuestro papel de alternativa no solo frente a un gobierno, sino frente a todo un modelo político identificado con el régimen del ‘78 y sus partidos “asociados”. En la segunda de ellas asumimos nuestro papel como oposición de gobierno frente a un enemigo único y central que sería el Partido Popular y su actual gobierno del estado. Una de ellas, pues, se mueve de lleno en el eje “arriba-abajo” que sirvió a PODEMOS para desarrollarse y crecer, mientras la otra oscila entre los ejes “cambio-continuidad” y, sobre todo, el eje “izquierda-derecha” (en tanto te fuerza a tomar al PSOE como “aliado” necesario).

Con la primera estrategia se estaría siendo fiel a lo que PODEMOS ha sido desde su inicio y a lo que despertó la ilusión por un cambio real en millones de personas, que pasaba no solo por echar al PP del gobierno, sino, además, por proponer una transformación de amplio alcance que permitiera pensar en un cambio rupturista del sistema político e institucional español. Una estrategia en la que tanto PSOE (tras su abstención), como PP, como Cs, formaría parte de una mismo “bloque restaurador” a combatir. La segunda estrategia, centrada principalmente en resaltar nuestra capacidad para influir en el espacio institucional y ejercer una oposición permanente contra el PP desde el parlamento, sirve, en cambio, para “limpiar la cara” a PSOE y CS al "desvincularlos", de facto, de su corresponsabilidad en la actual labor de gobierno del PP al frente del gobierno del estado (permitiendo así que ambos partidos puedan aspirar a rentabilizar el desgaste que este gobierno pueda sufrir en lo sucesivo como consecuencia de su labor). Por otro lado, sirve también para “victimizar” al PP como enemigo único de todos los demás. Pero, sobre todo, sirve para romper una dinámica clara de bloques "ellos"—"nosotros", "los de abajo" vs. "los de arriba", que permita construir, en el imaginario colectivo y en la praxis diaria de nuestro hacer político, a la vez alternativa al gobierno y alternativa al oxidado régimen del ‘78. Justo lo contrario de lo que se supone PODEMOS venía a hacer.

Cuando se habla del falso dilema “calle—instituciones”, que nadie en realidad se plantea en PODEMOS, de lo que se habla sin citarlo es de esto. Toca decidir. Yo apuesto por la primera.  Por ser oposición al régimen del ‘78 en su conjunto, azote de quienes han gobernado para unas élites privilegiadas y han abandonado al pueblo y canalizadores, en todo espacio posible, del “orgullo de lo popular”, no solo mera oposición institucional al PP en lucha con el PSOE. Construir transversalidad desde la “oposición al régimen” y no desde la mera “oposición al PP”.

Hipótesis para el nuevo ciclo

Por Isabel Serra

Pese a la incertidumbre del momento tenemos algunos elementos para poder plantear nuestra hipótesis estratégica para el ciclo político que se abre, en este sentido lo que parece claro es que está en juego, en los próximos meses y años, la autonomía de Podemos.

El objetivo de las élites económicas y sus instituciones políticas, sociales y mediáticas ha sido el doble y aparentemente contradictorio intento de asimilarnos, cooptarnos y convertirnos en “un partido como los demás” y, al mismo tiempo, presentarnos como una fuerza radical y vinculada a experiencias del pasado o violentas que producen miedo, pero sobre todo que no responden a las necesidades del momento. 

La situación actual, tras el golpe de mano interno dentro del PSOE y la siguiente abstención del PSOE al gobierno del PP cierra el bloqueo que dibuja el régimen político del 78. Este momento de impase post electoral, que ha implicado una cierta desmovilización social, hace la ficción de que estamos “estancados” frente a nuestra alta capacidad de dinamismo en la etapa previa. 

Pese a esta aparente calma las condiciones materiales de la población no mejoran ni se recuperan, con un dato fundamental que es que los salarios siguen perdiendo capacidad adquisitiva y que las políticas europeas amenazan con más políticas de austeridad y control fiscal. La tarea es articular la alternativa en las instituciones pero desde la autonomía respecto al régimen del 78, completamente bloqueado en la gran coalición, y construir una herramienta que superado el ciclo electoral siga siendo útil para las mayorías sociales.

El debate estratégico por tanto es ¿cómo garantizamos la autonomía del proyecto y por tanto su utilidad como movimiento al mismo tiempo que es una herramienta con capacidad de disputar el gobierno y por tanto mayoritaria? Uno de los elementos que cogimos del 15M y que hoy seguimos representando es la capacidad de evitar que sea el régimen quien nos etiqueta o encasilla, siendo nosotros mismos los que construimos nuestro proyecto y nuestro futuro. Hoy toca retomar la fase dinámica del 15M que trasformaba deseos difusos en propuestas políticas que son asumibles por el sentido común de la mayoría, es momento de que las clases populares reflejen qué alternativa hay que construir. 

La posibilidad de ir hacia delante, avanzar, pasa por entender que Podemos no puede dar una respuesta de manera aislada como partido si no que necesitamos articular una respuesta en lo social y en lo político con otros espacios en todo el Estado y, sobre todo, gracias a poner fin al impase y activar un ciclo dinámico de demandas y movilizaciones. Ese paso es indudable que pasará por las instituciones, esas instituciones que no son neutrales, y donde nuestro objetivo es cambiarlas y construir desde ahí nuestras posiciones que permitan dar voz a quien no la tiene y potenciar la autoorganización de las mayorías sociales que permitan la apertura del ciclo dinámico.

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