
Noticias falsas, “kit-covid”, y dudas sobre la vacunación entre los indígenas en Brasil
Las noticias falsas sobre la vacunación y el llamado "kit-covid" con medicamentos ineficaces fueron apuestas del gobierno Bolsonaro que afectaron a los indígenas. Lea la última parte del especial sobre la pandemia y las fake news en Xingú

Fue el lunes 10 de febrero de 2020, cuando Claudia Galhardi, investigadora de la Fundación Osvaldo Cruz (Fiocruz) especializada en comunicación, asistió a una audiencia pública en el Senado Federal para lanzar la aplicación en la que ha estado trabajando, Eu Fiscalizo. La idea era crear una herramienta que permitiera "esta comunicación entre la sociedad y el mundo académico", explica Galhardi.
Aunque seguía la velocidad de las infecciones del virus en Europa, la investigadora no imaginaba que la aplicación se convertiría en una herramienta tan poderosa para entender la circulación de la desinformación durante la pandemia: "a partir del 10 de marzo de 2020, recibimos una cantidad importante de informes, de notificaciones, de preguntas sobre la pandemia de Covid-19", dice la investigadora.
En su análisis, a lo largo de un año y medio de investigación, Galhardi desarrolló herramientas metodológicas para identificar no sólo los patrones de difusión de la desinformación, sino también lo que circula en las redes sociales, en qué redes, y la afinidad del contenido con ciertas agendas políticas impulsadas por el presidente Bolsonaro.
Galhardi también pudo entender la gramática de distribución de la desinformación: "son narrativas híbridas, que facilitan la confusión del ciudadano. Porque empiezan con algunos retazos de información verdadera, que se mezclan y crean otras narrativas, y que luego insertan noticias falsas, lo que deslegitima la información verdadera inicial.
Observamos que había una ideología política detrás de esta producción de contenidos falsos
En un primer momento, ya en marzo de 2020, los contenidos eran caseros, y el objeto de la desinformación eran las creencias populares, recetando té de boldo para prevenir la enfermedad, o incluso bicarbonato de sodio. Una segunda oleada llegó de forma concomitante a las medidas de protección aplicadas por los Estados, en abril de 2020. Fue entonces cuando empezaron a circular nuevos elementos: "contra el uso de la máscara, contra el aislamiento social, contra el encierro, contra el uso del gel hidroalcohólico. Hubo varias producciones y varios relatos que negaban la necesidad de la implantación de esas medidas. Y entonces, sí, observamos que había una ideología política detrás de esta producción de contenidos falsos", recuerda Galhardi.
Si estas no eran las medidas adecuadas para combatir la pandemia, los productores y difusores de desinformación no tardaron en encontrar lo que consideraban la solución adecuada. Según el mapeo de Galhardi, en mayo de 2020 la principal desinformación reportada en la app se refería al uso de cloroquina y hidroxicloroquina que, junto con la ivermectina y la azitromicina, compondrían el infame "kit-covid".
Para la investigadora, la afinidad de la circulación de la desinformación con las agendas y el discurso del propio Bolsonaro es evidente en la movilización contra las medidas de confinamiento, que, por la forma en que afectarían a la economía, fueron cuestionadas por el gobierno. Esta dicotomía entre la contención del virus y la economía resultó ser falsa, ya que los países que han tenido medidas duras y cortas para restringir la circulación, como prevé el confinamiento, tuvieron un menor impacto económico.
La población brasileña ha vivido un verdadero cortocircuito informativo
La "tercera ola" de desinformación coincidió con el inicio de la aplicación de las vacunas. "Se trata de negar su eficacia, correlacionando el país de origen de la pandemia con el país de origen de la fabricación de la vacuna, que es Coronavac", explica Galhardi. "Observamos que la vacuna estaba a la cabeza de la difusión de noticias falsas, precisamente en el periodo en el que estábamos en campaña de vacunación", reflexiona.

Atrapada por una agenda cercana a la de Jair Bolsonaro, cuyo objetivo es buscar réditos políticos con una estrategia deliberada de desinformación, la alta tasa de transmisión del virus en el país y las necesidades prácticas del día a día que implica la exposición al virus, la población brasileña ha vivido un verdadero cortocircuito informativo. Entre los indígenas, hay que tener en cuenta un factor adicional: las dificultades para descifrar las disputas políticas y el desarrollo de los debates científicos que tienen lugar en realidades distintas a las suyas, con las que, en el caso de los pueblos xinguanos, solo se estableció contacto en la década de 1950.
Estas particularidades, sumadas a una frágil infraestructura sanitaria, hacen que los indígenas tengan tasas de mortalidad superiores a la media nacional. El estudio publicado por investigadores del Instituto de Investigaciones Ambientales de la Amazonia (Ipam) y de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), entre otras instituciones, utilizó datos recopilados por la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña (Coiab) para analizar el sub-registro y la elevada tasa de mortalidad entre los indígenas.
Los indígenas del Xingú murieron tres veces más que la media nacional
Entre las semanas epidemiológicas 9ª y 40ª de 2020 (es decir, del 23 de febrero al 3 de octubre de 2020), por tanto, antes de la llegada de la segunda oleada causada por la propagación de la llamada variante gamma (P1), la DSEI-Xingú tenía una tasa de mortalidad de 213 muertes x cien mil habitantes, mientras que la Amazonia Legal tenía una tasa de mortalidad de 77 muertes/mil habitantes. La diferencia es aún más llamativa si se compara con la tasa de mortalidad del conjunto de Brasil. Los indígenas del Xingú murieron tres veces más que la media nacional, que en la fecha de referencia del estudio era de 69 muertes/mil habitantes.
Un ejemplo de la pandemia fuera de control catalizada por la amplia difusión de noticias falsas dentro del DSEI-Xingú es lo ocurrido en el Polo Leonardo Villas Boas.
La pandemia fuera de control
El antropólogo Carlos Fausto distingue entre las noticias falsas y los chismes como un fenómeno sociopolítico característico de la vida indígena en el Xingú. El chisme "esta difusión de información inexacta, digamos, sin autoría, es algo tradicional del sistema [Xingú]. Y ocupa una función ética, política, moral, incluyendo las disputas", reflexiona Fausto.
Para él, los cotilleos de Xinguan tienen menos que ver con la mentira, con el engaño al otro, y más con la presión para adaptar el comportamiento de la gente a las normas de la región. Con la llegada de los teléfonos inteligentes y las redes sociales, la dinámica ha cambiado, lo que supone una intensa circulación de mensajes falsos procedentes del exterior. "Las noticias falsas, si no hay una centralización, alguien público que las represente, son cotilleos, circulan, como el reguero de pólvora: la gente habla de ellas y desaparecen. Cuando se promueve, con mucha fuerza, desde un centro de poder, adquiere otro peso", explica Fausto.
La propia DSEI-Xingú, especialmente el Centro Leonardo Villas Boas, estuvo involucrada en una serie de prácticas irregulares, influenciando y difundiendo información errónea. Un reportaje de la revista Carta Capital detalla las acusaciones sobre la actuación del DSEI, entre ellas la negativa a utilizar equipos de protección individual por parte de los médicos del Centro Leonardo Villas Boas. La denuncia también apunta a pruebas de negligencia por parte de los médicos del DSEI en el episodio que provocó la muerte del cacique Aritana Yawalapiti. Tras dar positivo por Covid-19 en julio de 2020, el importante jefe tuvo un empeoramiento de su salud y tuvo que ser trasladado de Canarana (Mato Grosso) a Goiânia (Goiás).
Según el informe, la DSEI-Xingú no utilizó una ambulancia o UCI aérea para el viaje de 10 horas, llevando a Aritana en una camioneta improvisada con tubos de oxígeno que fueron insuficientes para todo el viaje. En un comunicado, Sesai dijo que tanto para la UCI aérea como para la UCI móvil, Aritana "debía ser entubado y la familia, de nuevo, no dio su autorización".
Los datos recopilados por el DSEI-Xingú hasta el 20 de septiembre de 2021 indican que de las 20 muertes que se produjeron entre los cuatro polos base, 15 se concentraron en el polo Leonardo.

El 16 de junio de 2020, en su informe técnico número 6, la Secretaría Especial de Salud Indígena ofrece una vía para que cada DSEI solicite medicamentos del "kit-covid": "La Cloroquina y la Hidroxicloroquina no forman parte del componente básico del RENAME [Listado Nacional de Medicamentos]. La DSEI puede solicitar que se pongan a disposición del municipio o del Estado. Si los municipios y los estados no ponen a disposición estos medicamentos, la DSEI puede instruir sus respectivos procesos de adquisición. Las directrices sobre su uso se encuentran en la Nota Informativa nº 9/2020-SE/GAB/SE/MS, así como en el documento 'Directrices del Ministerio de Sanidad para el manejo farmacológico precoz de los pacientes diagnosticados con Covid-19'".
Menos de un mes después, el gobierno del estado de Mato Grosso anunció la compra de "una gran cantidad de lotes de los medicamentos que componen el llamado 'kit-covid' para distribuirlos en los 141 municipios de Mato Grosso y permitir así el tratamiento precoz de los pacientes con coronavirus", facilitando el acceso al DSEI a través de las prefecturas.
De esta manera, los medicamentos distribuidos en los municipios donde se encuentra el Parque Indígena de Xingú tuvieron su camino acortado hasta llegar a los indígenas. Según Theue Kalapalo, el protocolo de DSEI-Xingú ofrecía cloroquina, aunque niega que los Kalapalo la hayan tomado: "para colmo, el protocolo de tratamiento vino del distrito. Seguimos con lo de la cloroquina. Nadie lo utilizó aquí, pero nos lo ofrecieron", dice Theue.
Un profesional de la salud, que pidió el anonimato para este reportaje, afirma que había una demanda constante entre los indígenas de medicamentos que se utilizaban en la ciudad, como la cloroquina y la hidroxicloroquina. Los indígenas, influenciados por las noticias de los supuestos resultados positivos del medicamento en el combate a la enfermedad, comenzaron a cuestionar a los profesionales que trabajaban en el área indígena y que no prescribían el medicamento.
La intensa distribución de medicamentos transmitió a los indígenas la sensación de que la enfermedad tenía cura
La amplia distribución de los primeros medicamentos para el tratamiento transmitió a los indígenas la sensación de que la enfermedad tenía cura y que, por tanto, la exposición no sería algo grave. Este elemento fue destacado por Deisy Ventura, quien resaltó el papel de los medicamentos ineficaces para combatir la enfermedad como parte de esta "estrategia institucional de propagación del virus", que aceleraría el camino hacia una inmunización colectiva por contaminación en el país.
Los DSEI-Xingú y los Sesai fueron interrogados. Por correo electrónico, Sesai declaró que: "El Sesai subraya que no envió Cloroquina e Hidroxicloroquina para el tratamiento de la Covid-19 en los territorios indígenas". Los DSEI-Xingú no comentaron las preguntas enviadas.
"Vacuna Lucifer"
Los kuikuro tenían su propia manera de indigenizar, es decir, de traducir a sus propios términos la circulación de la desinformación sobre la cloroquina y la hidroxicloroquina, repercutiendo también estas experiencias negativas en los hospitales del entorno. Carlos Fausto recuerda lo que le dijeron los indios: "si te vas del pueblo, te darán una medicina que te seca los pulmones. Y este medicamento que seca los pulmones es la cloroquina. Así que en realidad vas y te matan”.

La preocupación de los indígenas fue tal que el propio antropólogo recibió mensajes de los kuikuro diciéndole que tuviera cuidado y que no tomara la medicina que seca los pulmones. Con la vacunación, comenzó a circular otra forma de desinformación en el Xingú, que se refería a la prioridad de los indígenas en recibir las dosis. Por su forma de vida compartida y porque tienen un índice de contaminación y mortalidad más alto que la media de la población, el Plan Nacional de Inmunización (PNI) entiende que los indígenas están entre los más vulnerables al virus.
Sin embargo, en el contexto actual, en el que los indígenas son blanco constante de amenazas por parte del gobierno de Bolsonaro, la prioridad se leyó de manera diferente entre algunas aldeas del Xingu. Entre los kalapalo, por ejemplo, el temor era que la vacuna se probara en ellos. Una reflexión que no es exactamente desinformación, sino más bien una desconfianza que surge de este entorno de amplia circulación de noticias falsas y de ataques gubernamentales a los derechos indígenas.
Luiz Penha Tukano vigila la pandemia entre los indígenas amazónicos con la Coordinación de Organizaciones Indígenas de la Amazonia Brasileña (Coiab). Es un indígena tukano, nacido en São Gabriel da Cachoeira, en el extremo norte del país, y tiene un máster en salud pública por la Fiocruz Amazonas, con una década de experiencia trabajando con enfermedades transmitidas por vectores en la DSEI de Alto Río Negro.
Penha siguió de cerca toda la circulación de información errónea a lo largo de la pandemia, ayudando a la Coiab a generar material de contra-información, refutando las noticias falsas. Una de las preocupaciones actuales es la disparidad de cobertura entre los indígenas amazónicos. Según los datos consolidados del Ministerio de Salud, el viernes 17 de septiembre, mientras la DSEI-Altamira tenía un 96% de mayores de 18 años vacunados con la primera dosis y un 89% con la segunda, en la DSEI-Río Tapajós el porcentaje de mayores de 18 años vacunados con la primera dosis no superaba el 48%.
El cuento de Bolsonaro de que la gente podría convertirse en caimán con la vacuna tuvo un efecto especialmente eficaz entre los indígenas del Alto Xingu
Para Luiz Tukano, la falta de adhesión de algunos pueblos a la vacunación tiene su origen en dos problemas. Por un lado, destaca la inacción del gobierno federal, que constantemente crea dudas sobre la vacunación. Esta falta de incentivo se da en los discursos del presidente, quitando la credibilidad a ciertas vacunas, o incluso no haciendo una buena comunicación sobre posibles efectos adversos leves.
El discurso de Bolsonaro de que la gente podría convertirse en caimán con la vacuna tuvo un efecto especialmente eficaz entre los indígenas del Alto Xingú, donde existe una asociación entre los animales y las enfermedades. Desde la perspectiva del Xingú, las enfermedades son causadas por un itseke, un término en karib que puede traducirse como "bicho", "espíritu" o incluso un "híper-ser". La captura y la transformación del alma de una persona por parte de este itseke, puede causar enfermedades. En otra interpretación, no es el itseke el que produce la enfermedad, sino que debilita el cuerpo, dejándolo vulnerable a los hechizos, que lo hacen enfermar. Si no es tratado adecuadamente por los chamanes, este proceso de transformación puede ser total e irreversible, llevando a la muerte.

Luiz Penha explica cómo funciona la desinformación sobre las vacunas. En el caso de la vacuna de AstraZeneca, muchas personas informan de efectos secundarios. "Desgraciadamente, la información es muy rápida, ya sea a través de Internet o de la "radio-macuto", de la que hablamos en el pueblo, los cotilleos se propagan de persona a persona. Cuando nosotros llegamos, ya había llegado previamente un efecto secundario que afirma que el tipo que se vacunó está muerto", explica Luiz Penha Tukano.
Para él, la práctica del gobierno está marcada por la desorganización y la incertidumbre: "El gobierno federal solía tener una campaña de vacunación muy fuerte. Zé Gotinha fue creado para esto. Y hoy en día no se ven mucho estas campañas. Toma la espuma de polietileno y vamos. No trabajamos en el tema de la importancia de la vacuna. Cada municipio establece su propia estrategia”.
Luiz Tukano señala otro factor para la no adhesión a la vacunación: la influencia de los misioneros vinculados a las iglesias evangélicas. "Tenemos informes sobre la cuestión religiosa: comentan que se trata de una vacuna que está ahí para exterminar a la gente. Conozco a gente de São Gabriel da Cachoeira que vive en el Alto Vaupés y que me dijo: 'Esta vacuna es de Satanás, es una vacuna luciferina'".
En Xingú, el profesional de la salud, que pidió el anonimato, se enfrentó a la misma situación, hasta el punto de considerar el inicio de la campaña de vacunación como el peor momento de desinformación durante la pandemia: "fue el momento en el que estuve más en shock", dice. "Fue una negación, realmente. Hubo gente que no se vacunó, alegando que no iba a recibir el chip del demonio. Esa fue la justificación, por miedo a que le implantaran un chip que le causara la muerte tres meses después. Y no fueron una o dos personas. Eran muchas familias. Había pueblos enteros que no nos permitían entrar con la vacuna. Cerraron el pueblo y dijeron que no nos recibirían", reflexiona el profesional.
Según datos del 17 de septiembre, el Xingú ya tenía entonces una buena cobertura de vacunación: el 90% de los indígenas del Xingú mayores de 18 años habían tomado la primera dosis, y el 77% la segunda.
Para los kuikuro, la adhesión masiva a la vacunación se produjo de una manera muy particular. El jefe Afukaká es uno de los supervivientes de las grandes epidemias de sarampión de los años 50, de las que el año 1954 fue uno de los peores. El poder diezmador de la enfermedad fue retratado en la obra Quarup, de Antonio Callado, en la que los campesinos atraviesan pueblos diezmados por el sarampión. Los indios murieron no sólo por la enfermedad sino también por el hambre, ya que muchos de los hombres encargados de la pesca y la agricultura cayeron enfermos.
El agente sanitario indígena Kauti Kuikuro comenta que la vacunación entre los kuikuro se vio favorecida por esta memoria colectiva: "En el pasado hubo muertes por sarampión. Muchas muertes. Luego vino la vacuna, que nos ayudó mucho. Estuvimos explicando a la gente, incluso grabamos un vídeo, que no se negara a tomar la vacuna. Es el único tratamiento. Así que aquí todo el mundo se vacunó. Y ayudó mucho que los ancianos nos lo contaran, para que todo el mundo se vacunara. El presidente Bolsonaro dijo que se convertiría en un caimán, ¡pero no nos lo creímos!”
Afukaká estaba en la ciudad de Canarana, y pudo tomar su primera dosis allí. De vuelta en el pueblo, Ipatse fue filmado por sus familiares hablando de la vacunación. La idea, según Kauti, era hacer de este acto de vacunación un ejemplo para animar a otros indígenas a vacunarse.
En el vídeo, que circuló a través del mismo WhatsApp que tanta desinformación generó durante la pandemia, Afukaká aparece golpeando su brazo desnudo, y diciendo, en tono seguro y jocoso: "aquí se pueden dar las dos cosas. ¿Te vas a convertir en un caimán? ¿Y tengo yo miedo de convertirme en un caimán?”
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Lea la primera parte del especial Pandemia entre los indígenas catalizada por la avalancha de noticias falsas
Este informe ha sido elaborado con el apoyo del Rainforest Journalism Fund en colaboración con el Centro Pulitzer
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