
Las terribles escenas de violencia policial que tuvieron lugar el pasado 1 de octubre en Cataluña, junto con la más desconcertante falta de respeto a los procedimientos democráticos y la sustancia democrática que los precedieron hace un mes en el Parlamento catalán, nos interpelan con urgencia a levantar una voz colectiva.
Esta voz pertenece a la izquierda democrática, no alineada, a una izquierda cuya expresión hemos anhelado. Si bien esta voz condena inequívoca y firmemente la violencia autoritaria respaldada por el gobierno central, resiste severamente y democráticamente al discurso nacionalista. Nos negamos a aceptar este binario como la elección que debemos enfrentar. El pluralismo y el debate no pueden eliminarse en nombre de la democracia por las siguientes razones:
1) Europa ha pasado por suficientes guerras nacionalistas y, esperamos, ha aprendido lo suficiente de la opresión que el nacionalismo ha ejercido de manera diversa dentro y fuera del continente, para poder resistir los cantos de sirenas nacionalistas del siglo XXI. Enmascarar el rechazo de la redistribución del ingreso y el descuido de la injusticia social, así como la anulación de los diversos orígenes e idiomas en territorio catalán, con colores etno-nacionalistas, no funcionará.
2) El movimiento independentista catalán es, en su mayoría, un movimiento de clase media cuyos líderes, en todo el espectro de la alianza dirigida por la derecha, están lejos de resultar oprimidos. Su voz no es subalterna y ha sido proyectada con fuerza mientras descuidaba, obstruía y silenciaba todo tipo de disidencia, incluida la proveniente de la izquierda. No debemos permitir que sus gritos impidan que se oigan otras voces.
3) La auto-cancelación de la democracia, anunciando la posibilidad de una declaración unilateral de independencia sin mayoría, como hizo hoy el dirigente del movimiento nacionalista catalán— no es sólo una cuestión de legalidad, sino de absoluta ilegitimidad. No importa cuán fuerte sea un movimiento, no importa cuán fuerte, mientras es una minoría, no es una mayoría. La burla de los procedimientos democráticos no es un juego que tenga un precio reducido; eso no funcionará.
Escribimos esto porque estamos con todos aquellos que defienden los derechos civiles y políticos, y con movimientos populares de base opuestos a los avances del neoliberalismo en todas sus formas. No condenamos la desobediencia civil cuando todas las posibilidades democráticas se hayan agotado. Tampoco nos oponemos a los referendos, siempre y cuando que se respeten las condiciones de legitimidad. Pero no estamos dispuestos a aceptar este referéndum como parte de una lucha democrática contra la opresión.
Únete a nosotros en levantar una voz colectiva desde la izquierda, contra el abuso de la democracia, tanto por el gobierno catalán, como por el gobierno español.
Nathalie Karagiannis, Peter Wagner, Marie Angueira Cebria, Johann Arnason, Caroline Brew, Selene Camargo Correa, Rebeca Carpi Martín, Gerard Delanty, Jean de Munck, Juan Carlos Gavara de Cara, Lola Diaz, Juan Diez Medrano, Luisa Fernandez, Johan Heilbron, Oliver Hochadel, Andreas Kalyvas, Yannis Karagiannis, Dimitris Leontzakos, Manuel Lisandro Castillo, Elia Marzal Yetano, Lourdes Mèndez, U.B. Morgan, Claus Offe, Rommy Morales Olivares, William Outhwaite, Susana Narotzky, Montserrat Pareja Eastaway, Carlos Pérez González, Ana Pérez Pérez, Rosa Pérez Pérez, Rosa María Pérez Pérez, Angelo Pichierri, José Maria Mateo Rello, Ana Maria Rodríguez López, Arturo Rodriguez Morató, Samuel Sadian, Will Shank, Eugenia Siapera, Bo Stråth, Leonor Valencia, Carlos Valera, Daniela Vicherat Mattar, Myrsini Zorba
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