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Trump, TikTok y el fin de la internet abierta: hacia un movimiento de países no alineados?

A medida que nos adentramos en una nueva guerra fría digital, es hora de que un nuevo movimiento de no alineados funcione como un buffer entre los EE.UU. y China que proteja el valor de una Internet abierta.

Juan Ortiz Freuler
27 agosto 2020, 8.22am
Imagen compilada por el autor, dominio público

En las últimas semanas se ha visto una dramática escalada en la postura de los EE.UU. hacia las empresas de tecnología de la República Popular China (RPC). Después de perseguir a la empresa de infraestructura Huawei durante años y a la app de la red social TikTok durante semanas, el Secretario de Estado de EE. UU., Mike Pompeo, publicó un comunicado de prensa que generó escalofríos y rechazo dentro de la comunidad de la internet abierta: propone crear una internet paralela, en donde empresas de la RPC no tengan lugar. El texto afirma que “el impulso del programa Clean Network [Red Limpia] está creciendo. Más de treinta países y territorios son ahora países limpios ..."

El comunicado de prensa, que tiene más de 450 palabras, incluye el término “protección” (safety) solo en su título, “Anunciando la expansión de la Red Limpia para Salvaguardar los Activos de los Estados Unidos.”. Se refiere a la “seguridad” (security) sólo cuatro veces, en su mayoría incluidas en el término “seguridad nacional”. Sin embargo, la palabra “limpio” (clean) se menciona 14 veces. Limpio, en contraposición a sucio. Y sucio en el comunicado de prensa de Pompeo se define como cualquier cosa en la que estén involucrados la República Popular China o el Partido Comunista de China (PCCh).

En resumen, el comunicado de EEUU no aporta ninguna prueba que justifique las medidas drásticas que propone, ni incluye referencias a ningún análisis técnico que pueda explicar la decisión de crear una red paralela por sobre cualquiera de las otras opciones disponibles para generar confianza (como la definición de estándares técnicos de transparencia, un mayor control público, y auditorías sorpresa, entre muchas otras).

Por lo tanto, parece razonable afirmar que la declaración de EEUU es una expresión de xenofobia.

Una ruptura con la tradición y la cola de paja de los EE.UU.

El nacimiento y la expansión de la red que conocemos como internet es el resultado de una cultura de estándares abiertos gestados a partir procesos de consenso. Este era el modelo para proponer cambios y resolver problemas, incluidos los problemas de confianza. Sin embargo, EE. UU. parece haber dado un golpe en la mesa y enfilado hacia la puerta. Ya no está discutiendo los problema en base a sus méritos. Insiste en un factor: la identidad.

Esto se ve claramente en el modo en que el Presidente Trump explica cómo su gobierno va a forzar a TikTok a vender su negocio en los EE.UU. a Microsoft. El modo y las garantías que puede ofrecer Microsoft en materia de privacidad para los usuarios estadounidenses de TikTok no es parte del debate. Como tampoco lo son las políticas de privacidad de ninguna red social de los EE.UU. Lo importante para Trump es que quien tome control de TikTok sea una empresa muy estadounidense.

Como Latinoamericano, nativo de una región que ha sufrido casos documentados de vigilancia en los Estados Unidos (incluso por razones comerciales), la idea de la confianza basada en la identidad que propone EEUU en relación a TikTok y otras empresas de la RPC me parece contradictoria. Si el mundo permitió que las empresas estadounidenses como Microsoft, Facebook y Google continuarán operando dentro de la red global incluso después de que se publicara evidencia sobre su colaboración con los agencias estatales de inteligencia estadounidense, fue porque la comunidad internacional estuvo de acuerdo en que los problemas de seguridad podrían y deberían abordarse desarrollando e implementando procesos y estándares sólidos para todo el sector.

Es evidente que no hemos logrado desarrollar un conjunto de instituciones que supervisen el cumplimiento de estas normas a nivel global, y eso podría ser parte del problema.

Una oportunidad desperdiciada para competir en materia de transparencia

Muchos de nosotros esperábamos que, ante la ausencia de algún formato de supervisión institucionalizado a nivel global, al menos los mercados cumplirían sus promesas atendiendo la demanda por mayor seguridad y privacidad y tomando estos puntos como ejes para la competencia.

La esperanza era que los desacuerdos entre los Estados Unidos y la República Popular China desencadenaran una carrera hacia la cima en materia de seguridad, privacidad y transparencia.

Y por un breve momento pareció que obtendríamos algo de eso, cuando TikTok afirmó que abriría sus algoritmos y desafió a Facebook a seguirlo. Pero pareciera que Estados Unidos no quiere nada de eso. En su lugar, Secretario de Estado de EE. UU, Pompeo, extiende al mundo una invitación titulada "Red limpia para salvaguardar los activos de Estados Unidos". El subtexto es claro: o se suma a la red limpia, o será enviado a la leprosería.

Efecto dominó: ¿Se viene la nacionalización de Facebook y Google en otros países?

El comunicado de prensa de Pompeo no proporciona herramientas o razones para que los gobiernos del mundo tengan confianza en ninguna empresa, sea una empresa de la República Popular China o de los Estados Unidos. Trump y Pompeo proponen una narrativa según la cual la confianza depende de la identidad.

¿Pompeo realmente cree que los países de todo el mundo deberían nacionalizar todas las aplicaciones y proveedores de infraestructura extranjeras?

Y al hacerlo, los Estados Unidos acaban de suministrar esteroides al grupo de funcionarios públicos que, dentro de todos los gobiernos del mundo, han estado abogando durante años por la nacionalización de las empresas digitales y el uso de firewalls en nombre de la seguridad nacional.

¿Pompeo realmente cree que los países de todo el mundo deberían nacionalizar todas las aplicaciones y proveedores de infraestructura extranjeras? Si la respuesta es sí, no parece ser del interés de las empresas estadounidenses, que actualmente dominan el mercado global. Si la respuesta es “no, las medidas nacionalistas y proteccionistas impulsadas bajo el paraguas de America First [EEUU Primero] sólo deben ser aplicadas por los EE.UU.”, entonces Pompeo acaba de re-posicionar a los EE.UU. como una potencia abiertamente neo-colonial.

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Imagen: UI Here

Muchos detalles sobre el alcance y las implicancias de este comunicado se irán aclarando a lo largo las próximas semanas, pero es importante remarcar tres consecuencias:

Primero, EE. UU. quemó el capital que le quedaba para hablar en contra de los bloqueos y en nombre la Internet abierta. Y no se trata solamente de las revelaciones de Snowden. Este comunicado puede verse como parte de una serie de medidas regresivas: en los últimos años hemos visto a los EE. UU. revertir las protecciones a la neutralidad de la red, desmantelar el fondo para la tecnología abierta, atacar las bases del cifrado de extremo a extremo, y, en términos más generales, permitir que sus entes reguladores fracasen sistemáticamente a la hora de garantizar la competencia, y consiguiente re-descentralización de la red, clave para que cualquier emprendedor en cualquier parte del mundo se sienta en igualdad de condiciones a la hora de lanzar un producto o servicio.

Segundo, la fragmentación del sistema de información global tal como lo conocemos es la consecuencia lógica del comunicado de prensa de Pompeo. Aquel escueto y confuso comunicado de prensa de 450 palabras, salpicado de nacionalismo y xenofobia, probablemente pasará a la historia como el principio del fin de la Internet abierta, y las utopías que se proyectaron sobre aquella narrativa.

Tercero, que necesitamos construir una tercera vía. El comunicado de prensa de Pompeo sugiere que los dirigentes de cada país eventualmente serán llamados a hacer una “elección”, y unirse a una de estas intranets. Sin embargo, bajo el paradigma actual, nuestras opciones seguirán restringidas a la sección de engranajes de las máquinas que favorecen a los centros a expensas de las periferias, y que en última instancia funcionan bajo una lógica extractiva que está en un proceso de aceleración constante.

Es hora de que los líderes del movimiento digital no alineado den un paso al frente y se comprometan a encabezar la lucha por el futuro de la red, y con ella, de nuestra especie y nuestro planeta.

El momento en que pareciera estar a punto de colapsar nuestro sistema global de comunicaciones no podría ser peor: los especialistas en salud advirtiendo que aún hay un largo camino para salir de esta pandemia –sin mencionar el tiempo que llevará resolver el tendal económico, social y político que deja a su paso–y los científicos que afirman que el colapso climático causará un gran daño a millones de personas en los próximos años, al menos que llevemos adelante una reforma radical.

Salir de la tormenta requerirá de una coordinación sin precedentes a escala planetaria. Pareciera que se decreta el final de la internet abierta y global justo en el momento en que la interdependencia humana se ha vuelto evidente para los habitantes del planeta. Justo cuando se hace evidente que necesitamos un sistema de comunicación acorde con la escala y la amplitud de nuestros problemas como planeta y como especie. Necesitamos un acuerdo que reconozca la poderosa maquinaria que nuestro trabajo colectivo ha puesto a disposición de la humanidad y el planeta, y que reoriente su energía para ayudarnos a coordinar soluciones a problemas urgentes como el Covid-19, y el cambio climático.

Estamos en la antesala a una guerra fría digital. Es momento de que desde los márgenes comience a gestarse un movimiento de países no alineado. Un movimiento no alineado podría operar como un buffer entre la RPC y los EEUU, esforzándose por proteger el valor de una Internet abierta, ayudándonos a adaptar Internet para que sea la herramienta de conocimiento compartido que exigen nuestros tiempos y ofreciendo el respaldo necesario para que ninguna nación se sienta obligada a unirse a un intranet que no está alineada con los valores e intereses de su pueblo.

Es hora de que los líderes del movimiento digital no alineado den un paso al frente y se comprometan a encabezar la lucha por el futuro de la red, y con ella, de nuestra especie y nuestro planeta.

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