Sobre trata y esclavitud

La organización regional y la lucha para conseguir un salario digno en Asia

Un sistema de producción a escala mundial exige una respuesta equivalente de las trabajadoras y trabajadores organizados. English

Anannya Bhattacharjee
21 agosto 2018
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Sam Sherratt/Flickr. (CC BY-SA 2.0)

Neil Howard (openDemocracy): Una de las preguntas sin resolver sobre el activismo laboral es si existe o no la posibilidad de que se dé una relación de solidaridad entre norte y sur, ya sea con grupos más tradicionales o con grupos más marginados en cualquiera de las circunscripciones. Hay activistas que creen que es imposible o, al menos, muy poco probable que esa solidaridad consiga solucionar algo. ¿Qué opina usted al respecto?

Anannya Bhattacharjee: Me opongo completamente a esas divisiones binarias tan insustanciales, sin perspectiva histórica y tan desactualizadas. Teniendo en cuenta que la migración es uno de los fenómenos más grandes de nuestros tiempos, tenemos que entender que el Norte global está siendo moldeado por poblaciones muy nuevas que pronto serán las principales minorías o incluso las mayorías de estos países. Tenemos que hablar con rigurosidad. No podemos decir «así funciona el Norte global». Me sorprende muchísimo escuchar a personas conocidas del mundo académico que afirman tal cosa. Tienen dinero para viajar y para investigar. Si es eso lo único que ven cuando viajan a estas regiones, es que deben de estar relacionándose con la gente equivocada.

También estoy en contra de la creencia de que Sur global es mejor, de que allí todo se hace bien por el hecho de ser el Sur. Las actuaciones falsas son muy habituales, hay muchas élites en el Sur a las que no les importa la justicia en absoluto y dentro de nuestros movimientos hay problemas. El movimiento obrero, como el resto de movimientos, está dividido. Creo que lo primero que hay hacer es crear alianzas y construir nuevas perspectivas. Y no digo que la historia no sea importante, pero lo verdaderamente importante es el presente. Tenemos que redefinir a diario nuestras filosofías y enfoques. Debemos pararnos a reflexionar en profundidad, que es algo que falta en muchos espacios. Mientras estemos presentes, mientras sigamos perfeccionándonos y estemos abiertas y abiertos al cambio, que es en lo que consiste este mundo, creo que el trabajo saldrá adelante solo.

Me gustaría decir también que la gente fanática no suele confiar en los demás. Hay supuesto líderes radicales que dicen «esto es la clase trabajadora y esto es lo que piensa.» No sé qué decirte. Pásate de vez en cuando a ver cómo van las cosas, ¿no? No digo que debamos ceder a la espontaneidad; soy organizadora y creo en las organizaciones e instituciones, pero confiar en la gente es muy importante. A mí también se me olvida a menudo. Olvidarse de confiar en la gente es un complejo de clase media.

Neil (oD): ¿Puede ponernos un par de ejemplos de organizaciones emergentes que estén trabajando para impulsar una gestión más progresista de la cadena de suministro?

Anannya: Claro. Un ejemplo local: en una cadena de suministro global son muy importantes las relaciones que se tienen a gran escala. Por lo tanto, aunque yo pueda estar involucrada en una lucha en una fábrica en particular, tenemos que conocer no solo lo concerniente a esa fábrica y su administración, sino también quién compra los productos. La empresa líder es responsable de las condiciones en las que se encuentran las trabajadoras y los trabajadores, y también es responsable de las limitaciones con las que se podría encontrar la administración de la fábrica. Es muy importante conocer la empresa líder y la cadena de suministro, y tener camaradas en los diferentes países involucrados.

Voy a comentar algo que no ha vuelto a suceder porque la lucha en la que participamos terminó con ello. Hubo un caso en el que la gente que trabajaba en una fábrica se sindicalizó y llevó a cabo un encierro dentro del edificio. Una de las subcontratas introdujo personal armado con pistolas y palos para golpearles e incluso secuestraron a uno de ellos. Hicimos una huelga de hambre y a las 14 horas la policía tuvo que traerle de vuelta. En aquel momento, me dijeron que en este tipo de sitios, cuando una persona es secuestrada, nadie espera volver a verla. Me parecía inconcebible. No podía dejar que esto ocurriera estando yo a cargo. De todas formas dicen que es algo que apenas ocurre. La policía había pactado con la empresa subcontratista para destruir el sindicato: la empresa que quería comprar era una británica llamada Marks and Spencer.

Aquí fue cuando Labour Behind the Label, nuestras compañeras y compañeros del Reino Unido, se implicaron. En aquel momento hicimos una enorme campaña global, y ahora estamos trabajando junto con las trabajadoras y trabajadores en un caso que puede hacer historia. Creemos que los resultados serán positivos, pero lo cierto es que nada de esto habría ocurrido si no hubiésemos usado los contactos internacionales. Lo que hizo que el departamento de trabajo actuara fueron las conexiones internacionales y los efectos de la llamada mala reputación. Desde entonces hemos dejado de ver esta forma de violencia tan descarada. Quiero dejar claro que aunque las cosas están mejorando, se dan otras formas de violencia. Pero este es un ejemplo dentro del contexto de la fábrica. Quería usar un caso local como ejemplo porque cuando hablo sobre las campañas internacionales, la gente cree que quienes nos dedicamos a la organización no hacemos trabajo en primera persona en las localidades. Quiero acabar con esos prejuicios.

Neil (oD): ¿Podría hablar un poco más sobre el salario digno en Asia y explicar cómo se consiguió que tuviera éxito la aplicación a escala regional?

La Campaña por un Salario Digno en Asia es otra campaña que ha dado frutos. Hace diez años, el asunto del salario ni siguiera figuraba en la agenda de la cadena de suministro de la industria textil. Siempre se evitaba este tema y las marcas eludían el problema aseverando «pagamos salarios dignos», que no era otra cosa que el salario mínimo del país, el cual sabemos que está a un nivel paupérrimo y que no es digno. Las consumidoras y consumidores activistas en Europa nos comentaban que cuando les decían a las grandes marcas que debían pagar un salario digno, estas respondían cosas como «el pueblo asiático no nos lo pide» o «como no sabemos lo que es, no lo pagamos».

Muchas de las personas que trabajábamos en la industria textil comenzamos a pensar en el tema de los salarios, en lo difícil que nos resulta negociar salarios más altos por encima del salario mínimo porque las marcas siempre amenazan con irse del país. Eso nos hizo pensar que necesitábamos enfocar el tema de forma regional en vez de nacional porque este no funcionaría debido a que los países asiáticos tienen su propio sistema interno de competencia regional y el trabajo se estaba convirtiendo en un factor divisorio dentro de esa competencia comercial. Nos dijeron que era imposible lograr una sindicalización y proponer un salario regional. Preguntaban: «¿cómo se puede proponer una cifra con tantos países diferentes?» Lo hicimos mediante un largo proceso que nos llevó tres años en el que hubo reuniones con sindicatos en distintos países. Este proceso no estaba financiado. Nos invitaban a una conferencia en algún sitio y aprovechábamos para conocer a la gente de la zona. Fue un proceso político, y así es como empezó.

Con el salario mínimo en Asia, las personas que trabajan pueden ver lo que, como mínimo, deberían pagarles por contribuir en la producción de la cadena de suministro. Es importantísimo que se reconozca el valor del trabajo y que este se traduzca en un valor numéricamente inteligible, y con el asunto del salario digno en Asia ocurrió eso. Hubo empresas que nos atacaron numerosas veces para evitarlo. Estuvimos unos dos años visitando distintos sitios, nos llamaron para asistir a varias reuniones y ahora el salario digno en Asia se considera un punto de referencia internacional y fiable. Puede que no quieran pagarlo, pero muestra lo que un salario mínimo debería ser. Sirve como punto de referencia.

Es importantísimo que se reconozca el valor del trabajo y que este se traduzca en un valor numéricamente inteligible.

Para nosotras esto ya es un triunfo, porque se ha convertido en el centro de atención. A las grandes empresas se les pregunta continuamente por qué no pagan un salario digno, o si lo hacen, es a la defensiva. Eso para mí es un logro. Aunque la victoria será definitiva cuando la gente lo reciba. Con este objetivo en mente, nos encontramos en una especie de transición entre la construcción de alianzas y el hacer campaña a un modo más de negociación. En los próximos años, lo que nos gustaría ver son acuerdos vinculantes, con plazos de tiempo acordados dentro de los cuales los salarios dignos deban ser abonados. Somos realistas y no les pedimos que se paguen de la noche a la mañana. Lo que queremos es que se comprometan a hacerlo dentro de un plazo acordado, y desde nuestras organizaciones trabajaremos para ayudar a garantizar que llega al bolsillo de las y los trabajadores.

Sé que hay personas que dicen que la campaña es abstracta y que el salario también lo es. No conocen a las personas que trabajan en estas empresas. El salario es de lo que más se habla. Ni siquiera hablan sobre los golpes o las patadas que reciben. Hablan del salario. Las personas que afirman que el salario es un concepto abstracto no tienen ni idea, sinceramente. Eso lo escuché ayer y me molestó muchísimo. Es que básicamente es la prioridad número uno para las y los trabajadores. Por eso se hizo la campaña, porque es la prioridad número uno.

Hay quienes dicen no ver que se produzcan cambios reales, pero es que el cambio se puede dar de diferentes maneras. Para mí, una forma de cambio es que una persona se dé cuenta del valor que tiene su trabajo y que pueda exigirle a la directiva lo que desde la campaña por el salario digno en Asia se cree que debería cobrar. Y claro, evidentemente el trabajo no termina hasta que estas personas reciben ese salario. Aquí es donde comienza la siguiente etapa de la negociación. Pero el hecho de que hayamos tardado 10 años en llegar hasta aquí da cuenta de la complejidad del conflicto al que nos enfrentamos.

Tenemos que trabajar a diferentes niveles, y no es nada fácil hacerlo. Necesitas apoyo desde muchos frentes para poder abarcar tantos niveles de trabajo, pero he conocido a gente que ha podido hacerlo. Me molesta cuando activistas de clase media y con formación no trabajan desde varias posiciones, sino que se quedan en una única posición y criticando el resto de posibilidades. Es una visión muy estrecha, como esa historia de los tres hombres ciegos que tocaban tres partes distintas de un elefante y tenían que adivinar lo que era. Todos se equivocaron en sus suposiciones porque ninguno de ellos conocía el todo de lo que palpaban.


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BTS en Español has been produced in collaboration with our colleagues at the Global Alliance Against Traffic in Women. Translated with the support of Translators without Borders. #LanguageMatters

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