democraciaAbierta: Investigation

El crimen contra Txopai

Txopai fue el primer Pataxó que apareció en la Tierra, nacido de una gota de lluvia. La lucha por preservar el territorio moviliza a los indígenas en Minas Gerais, Brasil.

Ivan Abreu
28 abril 2023, 9.06am

Retrato de la Cacica Ãngohó en el campo de fútbol de la Aldeia Katurãma. Ãngohó significa "luna" en lengua patxohã.

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Ivan Abreu

"La prueba del papel y lápiz es muy importante", dice la cacica Ãngohó Pataxó, mientras recibe la copia impresa del acta de la reunión de manos de un asistente parlamentario.

La escena tiene lugar a finales de 2022, en una estrecha sala de reuniones del despacho de la diputada estatal Beatriz Cerqueira, en la Asamblea Legislativa de Minas Gerais, en Belo Horizonte, al sureste de Brasil. Sentados alrededor de una mesa que ocupa casi toda la sala hay seis representantes de los pueblos pataxó y pataxó hã-hã-hãe, así como el asistente parlamentario y la cacica Ãngohó.

La Cacica Ãngohó entrega un acta de reunión a un miembro de la Aldeia Katurãma durante una reunión en el despacho de un diputado en el Consejo Legislativo de la provincia de Minas Gerais.

La Cacica Ãngohó entrega un acta de reunión a un miembro de la Aldeia Katurãma durante una reunión en el despacho de un diputado
en el Consejo Legislativo de la provincia de Minas Gerais.

Según Ãngohó, fue el cacique Mário Juruna, desde los años 80 siempre con una pequeña grabadora en el bolsillo, quien dio esta lección. "Por eso nos quitaron todo", dice, subrayando la palabra "todo".

Y el "todo" al que se refiere es la tierra, los bosques y los caudalosos ríos de todo el territorio americano que fueron hogar y sustento de los pueblos originarios.

El cacique Juruna citado por Ãngohó Pataxó, fue diputado federal por el estado de Río de Janeiro y uno de los primeros líderes indígenas en acceder al poder legislativo en Brasil. En la actualidad, el movimiento de lucha de los pueblos originarios ha cobrado un nuevo y necesario impulso a partir de las acciones de activistas como la cacica Ãngohó.

Retrato de la Cacica Ãngohó delante de su tienda temporal de lonas de plástico en la Aldeia Katurãma.

Retrato de la Cacica Ãngohó delante de su tienda temporal de lonas de plástico en la Aldeia Katurãma.

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Ãngohó, cuyo nombre de bautismo es Célia, nació en São José do Jacurí, en el interior de Minas Gerais, fuera del territorio indígena. Es hija de padre blanco y madre indígena, pero sus tatarabuelos, abuelos y su propia madre conservaron la cultura pataxó en el seno de la familia. "Mi madre siempre nos enseñó y no dejó morir la ascendencia de la cultura de su pueblo", dice.

En 2010, mientras trabajaba en el restaurante de un centro comercial de productos chinos en el centro de la capital, Belo Horizonte, conoció al grupo de pataxó que se convertiría en su nueva familia.

"Llegaron a Belo Horizonte para trabajar y vender artesanía. Volví a tener un encuentro ancestral con mi pueblo", recuerda Ãngohó. A través de este contacto con la familia de su futuro marido, Hayó Pataxó, comenzó a hacer su propio rescate, el de su ascendencia y el de su pueblo.

Retrato de cuerpo entero de Hayó Pataxó en los bosques de la Aldea Katurãma.

Retrato de Hayó Pataxó en los bosques de la Aldea Katurãma.

Hayó significa "sol" en lengua patxohã.

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Hay varios grupos Pataxó diseminados por Brasil, la mayoría se encuentra entre los estados de Minas Gerais y Bahía, en el este del país. La diáspora se prolonga desde hace siglos, pero tuvo uno de sus capítulos más sangrientos en 1951, en el sur de Bahía. Durante una brutal masacre conocida como el “Fogo de 51”, la policía militar de la región atacó la aldea de Barra Velha bajo la falsa acusación de que miembros rebeldes de la tribu estaban cometiendo delitos y robando en las tiendas de la región. A los pataxó de Barra Velha les quemaron las casas, los golpearon, los azotaron, los torturaron y los mataron.

La masacre de Barra Velha marca el inicio de una invasión continuada de las tierras pataxó con métodos cada vez más violentos. En las décadas siguientes, muchos abandonarían posesiones y territorio para salvar sus vidas.

Una tragedia, por cierto, que ha marcado la situación de estas poblaciones desde la invasión de sus territorios por los europeos. La región de la aldea de Barra Velha, su suelo original, es exactamente donde se encuentra el Monte Pascoal, una pequeña montaña de 536 metros de altura, de la que se dice que fue el primer trozo de tierra avistado por las naves portuguesas en 1500.

Un grupo de indigenas Pataxó durante un mitin de la campaña de Lula en octubre de 2022

La Cacica Ãngohó y otros miembros de la comunidad Pataxó en la Praça da Liberdade durante un mitin de campaña del candidato presidencial del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) Luiz Inacio Lula da Silva en Belo Horizonte, Minas Gerais, Brasil, el 9 de octubre de 2022.

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La cacica Ãngohó reflexiona sobre la historia del Pataxó, recorriendo y recordando este camino lleno de brutalidades. Y añade otros acontecimientos que la marcaron personalmente. Asesinatos de conocidos por la demarcación de tierras, muertes de adolescentes, la terrible historia de Galdino, primo de su marido, quemado mientras dormía en una parada de autobús en Brasilia en 1997. Ella misma y sus familiares han sufrido varias amenazas y han sido víctimas de la violencia en los últimos años. "Nosotros mismos estamos dentro de un programa de protección estatal", afirma. "Mi cónyuge y yo también lo estamos. Nos amenazan por ser defensores de los derechos humanos de una comunidad, un pueblo y una ascendencia. Por continuar la historia de la aldea Naô-Xohã", añade.

La aldea Naô-Xohã fue donde su grupo consiguió finalmente asentarse en junio de 2017, a orillas del río Paraopeba, cerca de la ciudad minera de Brumadinho, tras un recorrido por varios barrios urbanos de Belo Horizonte y ciudades vecinas, siempre acosados por los prejuicios. "Sufrimos muchos prejuicios", recuerda. "Nos poníamos nuestra ropa tradicional para ir a trabajar a la feria de artesanía y no nos dejaban subir al autobús. Una vez nos bajaron del bus a un grupo con mujeres y niños, y nos dejaron tirados en medio de la carretera".

Vista superior del río Paraopeba, São Joaquim de Bicas, Minas Gerais, Brasil

Vista superior del río Paraopeba, São Joaquim de Bicas, Minas Gerais, Brasil

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Una vez fuera de la ciudad, asentados en la aldea Naô-Xohã, los pataxó consiguieron construir un lugar donde vivir plenamente su cultura. Cacica Ãngohó cuenta que el grupo plantó una huerta que llegó a tener cerca de 35 especies de plantas medicinales, además de construir un lugar para hacer sus artesanías y criar animales.

"Empezamos a no necesitar ir a la ciudad para sobrevivir. Aún nos quedaba Txopai, ¿no? Nuestro Dios, donde podíamos mantener viva nuestra ascendencia con el río", dice.

Muchas culturas indígenas entienden los ríos, los valles y las colinas que los rodean como entidades vivas. En este caso, el río Paraopeba era el elemento más sagrado al que tenían acceso los habitantes de la aldea Naô-Xohã. Porque el agua es, de hecho, la materia más importante para el pueblo pataxó. Según su mitología, Txopai fue el primer pataxó que apareció en la Tierra, nacido de una gota de lluvia.

"Teníamos catalogadas 25 especies de peces. Teníamos allí una nevera natural, donde los chicos iban a pescar por la mañana", dice Ãngohó mientras describe los nombres de varios peces, tortugas y plantas.

Un grupo de indígenas con adornos baila y canta en una ceremonia durante las celebraciones del Día de los Pueblos Indígenas, en la Aldeia Katurãma, São Joaquim de Bicas, Minas Gerais, Brasil.

Un grupo de indígenas con adornos baila y canta en una ceremonia durante las celebraciones del Día de los Pueblos Indígenas,
en la Aldea Katurãma, São Joaquim de Bicas, Minas Gerais, Brasil.

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Cacica Ãngohó cuenta que los pataxó también necesitan el río para poder realizar sus rituales a Txopai, el Dios del agua. Y que estos rituales se repiten todos los sábados. Destaca que es necesario tener buena agua en el lugar donde se asienta su pueblo, además de una tierra preparada, cuyo suelo tiene que estar sano y con muchos árboles.

"Era el lugar adecuado", dice. "Si vas allí te quedarás impresionado. Montamos el campamento a 15 metros del río Paraopeba. Al mes empezaron a llegar los otros familiares que buscábamos (para vivir en la aldea)".

Dice que dejaron la aldea preparada para la llegada de los ancianos, muchos de los cuales vivían lejos de la naturaleza, en barrios urbanos de bajos ingresos. Gente que llevaba peregrinando desde los tiempos del “Fogo de 51”.

El 25 de enero de 2019, la cacica Ãngohó Pataxó vio cómo su vida y la de los miembros de su antigua aldea cambiaba violentamente. Una presa de residuos mineros perteneciente a la empresa Vale S.A. se rompió en Brumadinho, vertiendo lodo tóxico sobre un vasto territorio y matando a 270 personas. Más de 60.000 habitantes de 26 ciudades y pueblos se vieron afectados. El río Paraopeba, cuyas aguas eran vitales para la vida en la aldea de Naô-Xohã, quedó contaminado.

"Hoy, ni aunque quisiéramos, podríamos poner en el río Paraopeba (algún tipo de pescado) por la contaminación del metal que hay allí. Es un crimen medioambiental muy grande contra la fauna y la flora. Nos quedamos con fauna y flora muertas y no hay ninguna palabra de reparación para estas especies", advierte.

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Vista aérea del río Paraopeba con una vía férrea administrada por la empresa minera Vale S.A., São Joaquim de Bicas, Minas Gerais, Brasil

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Las consecuencias del derrumbe de la presa de estériles mineros en Brumadinho van más allá de las cuestiones materiales, como explica Ãngohó. "Nuestro Txopai, que era nuestro sagrado, quedó muerto allí dentro de ese territorio. Esa comunidad, a partir de ese día, empezó a ser una comunidad enferma. Tanto física como espiritualmente".

A pesar de la firmeza con la que proyecta sus palabras, Cacica Ãngohó se emociona visiblemente al hablar del río contaminado. Una escena que describe como la imagen de un reguero bañado en sangre, un reguero rojo, teñido por la contaminación del lodo tóxico, y el signo evidente de un Txopai enfermo. Una escena de destrucción que, según ella, nunca saldrá de su mente.

Nueva aldea, viejos problemas

Además de las aguas del río Paraopeba, la contaminación del desastre de la presa de Brumadinho también afectó a los suelos de la región. Los pataxó han visto cómo plantas y animales han empezado a sufrir deformaciones y a enfermar. Según Ãngohó, empezó a aparecer una especie de óxido en las verduras de sus huertos, mientras que algunos cachorros empezaron a nacer con malformaciones.

Sus propios cuerpos sintieron el impacto del lodo tóxico. "A los niños, a los adultos, a todos les empezaron a salir heridas horribles en el cuerpo. Salieron bultos. Entonces vimos que no había manera de quedarnos con nuestro grupo allí", recuerda Ãngohó.

Como consecuencia, la comunidad de 60 familias, aproximadamente 200 personas, se vio obligada a dividirse de nuevo. Una vez más, los pataxó del grupo de la Cacica Ãngohó sufrieron acoso y violencia en los barrios urbanos donde intentaron refugiarse durante este período.

Sin respuesta ni apoyo de los organismos gubernamentales, emprendieron por su cuenta la búsqueda de nuevas tierras en la región, con la idea de presionar a las autoridades y a la empresa minera Vale para que aceleraran el proceso de indemnización.

Tras ver denegadas algunas solicitudes de territorios, los pataxó se toparon con una zona de Reserva Privada de Patrimonio Natural (RPPN) en el municipio de São Joaquim de Bicas, Minas Gerais, a pocos kilómetros de la antigua aldea donde vivían cerca del río.

Vista superior de la comunidad de Pataxó Aldeia Katurãma rodeada por el verdor de la reserva forestal y la frontera con un barrio de la ciudad.

Vista superior de la comunidad de Pataxó Aldeia Katurãma rodeada por el verdor de la reserva forestal y la frontera con un barrio de la ciudad.

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Lo que les llamó la atención, sin embargo, no fue el verde exuberante del bosque ni los arroyos que corrían. Sino un terreno devastado, con varios focos de incendio y signos de tala ilegal. Ãngohó y su marido, Hayó Pataxó, hicieron una denuncia en vídeo, preguntando por los responsables de ese RPPM y por qué las autoridades no lo habían inspeccionado. Descubrieron que el área de 36 hectáreas, cubierta por vegetación autóctona remanente de la Mata Atlántica, pertenecía a un grupo de japoneses de la Asociación Cultural Nipo-Brasileña y que, de hecho, estaba siendo invadida por acaparadores de tierras.

La denuncia ayudó a esclarecer los delitos medioambientales que se estaban cometiendo, además de crear un canal de diálogo con los propietarios de la reserva. Tras una serie de reuniones y negociaciones entre los pataxó y la asociación, propietaria de las tierras desde 1981, llegaron a un acuerdo por el que el 70% del valor de las tierras se donaría a los pataxó y el resto estaría condicionado a recibir una indemnización de Vale.

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Un cartel que indica la información legal relacionada con el área RPPN (Reserva Particular do Patrimônio Natural) donde se encuentra la Aldeia Katurãma, São Joaquim de Bicas, Minas Gerais, Brasil

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La escritura fue entregada por los antiguos propietarios del terreno a los pataxó el 9 de junio de 2021. Sólo en septiembre del año siguiente se entregaron los documentos que otorgaban la posesión definitiva de las tierras a la recién creada Asociación Indígena de la Aldea Katurãma (AIKA).

A partir de ese momento, se fundó la Aldea Katurãma y los pataxó y pataxó hã hã hãe, en teoría, pasaron a contar con la protección de la Policía Federal y de la Fundación Nacional de los Pueblos Indígenas (FUNAI).

Sin embargo, según Pablo Matos Camargo, historiador e indigenista de la FUNAI, la aldea no fue oficializado como "Tierra Indígena" o "Reserva Indígena". "Es como si fuera una tierra privada con la presencia de los indígenas", explica. "Hay conversaciones para que pasen la tierra a la Unión. Entonces, (la Aldea Katurãma) pasaría a ser una 'Tierra Indígena'".

En términos técnicos, la demarcación del territorio oficialmente reconocido, promulgada por la Constitución Federal de 1988, es una seguridad para los pueblos indígenas brasileños para garantizar la protección del patrimonio histórico y cultural que representan su cultura y su forma de vida.

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La cacica Ãngohó Pataxó baila rodeada de otros miembros del pueblo Pataxó durante las celebraciones del Día de los Pueblos Indígenas, en la Aldeia Katurãma, São Joaquim de Bicas, Minas Gerais, Brasil.

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Pero los problemas que dejaron los invasores de la tierra donde ahora se asienta la aldea persisten. Los estudios solicitados por los indígenas indican que la fuente de agua está parcialmente contaminada y no es apta para el consumo. "Es la cercanía a pozos negros residenciales, cisternas y la basura que traen los torrentes", dice Hayó. El activista, junto con su compañera Ãngohó, desempeña el papel de líder de los pataxó en la región. Durante una visita al lugar donde nace el agua, describe con orgullo las especies vegetales que los miembros de la aldea han plantado en los últimos meses para proteger el manantial. "Aquí tenemos bambú amarillo, palmeras, angico, jatobás, emboaba", enumera.

También muestra los restos de cabañas abandonadas por los intrusos y estafadores dentro del bosque de la reserva. Todavía hay marcas de fuego visibles en la base de algunos árboles. Hayó explica que los invasores intentaron prender fuego al bosque, lo que habría puesto en riesgo la legalización de la demarcación del territorio como reserva indígena legal, que debe tener una preservación total.

Una señal en las orillas del río Paraopeba con mensajes que prohíben las actividades de pesca, nadar, beber o utilizar el agua para la agricultura, São Joaquim de Bicas, Minas Gerais, Brasil

Una señal en las orillas del río Paraopeba con mensajes que prohíben las actividades de pesca, nadar, beber o utilizar el agua para la agricultura, São Joaquim de Bicas, Minas Gerais, Brasil

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Además, de acuerdo con un informe del Ministerio Público Federal de Minas Gerais (MPF MG), de abril de este año, se siguen produciendo intentos de invasión y hostigamiento a los pataxó por parte de los acaparadores de tierras. 

 "Los invasores siguen allí, dentro del área (perteneciente a la aldea Katurãma). Una pequeña parte de ellos se ha ido, pero han aparecido otros nuevos. Incluso es posible que el número de invasiones haya aumentado", afirma Beatriz Accioly, antropóloga del MPF en Minas Gerais.

La tensión afecta a la vida cotidiana de los habitantes de la aldea de Katurãma. La zona de la reserva está rodeada de edificios que parecen estrangular el verde de los árboles. Los barrios más alejados del centro de la ciudad avanzan sin planificación urbanística sobre el verde, con casas grises y calles sin pavimento ni organización.

"Tenemos que poner energía, agua, mejorar todo para tener buenas condiciones en la reserva", dice Hayó mirando hacia las copas de los árboles.

Agua, tierra, protección de sus culturas y formas de vida. Esta es la lucha de los pataxó y de todos y cada uno de los pueblos originarios del territorio brasileño desde tiempos inmemoriales.

Hayó Pataxó vigila la zona donde la comunidad intenta preservar la única fuente de agua dentro del perímetro de su reserva.

Hayó Pataxó vigila la zona donde la comunidad intenta preservar la única fuente de agua dentro del perímetro de su reserva. La fuente de agua está siendo contaminada por las aguas residuales de los barrios circundantes.

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La cacica Ãngohó recuerda la importancia de mantener estos temas vivos en cada conversación. "No se respeta nuestro derecho a hablar. Muchos familiares viven hoy en contextos urbanos y se les ha negado su derecho a ser indígenas. Cuando uno nace indígena lo lleva en la sangre. Está en tu característica de lucha, de reconocimiento de una comunidad de un pueblo", refuerza.

Según la cacica, este es el argumento que le da fuerzas para luchar para que los niños y jóvenes de su comunidad no vivan los mismos dramas que ella y sus antepasados.

Las últimas elecciones brasileñas, en octubre de 2022, parecen confirmar la renovación de esta lucha. Un número récord de políticos de origen indígena, aunque todavía reducido, fueron elegidos para diversos cargos, en las cámaras legislativas federales y estatales. Un total de nueve políticos indígenas fueron elegidos, cinco diputados federales, dos diputados estatales y dos senadores. Además, aumentó en un 900% el número de candidatos que se declararon indígenas elegidos para cargos legislativos.

Ãngohó es una líder orgullosa de su misión. Habla con orgullo y con un discurso agudo y directo, como cuando estuvo en la asamblea legislativa de Minas Gerais, en la capital del estado, en diciembre, abogando por mejores condiciones para su comunidad.

Es profundamente consciente de que la supervivencia de la cultura de los pueblos indígenas depende de las experiencias acumuladas y transmitidas por sus antepasados, pero también de la necesidad de conectar con el momento histórico en que vivimos y con las causas actuales. Esto hace de Ãngohó Pataxó una líder y mujer indígena vinculada umbilicalmente a la causa medioambiental. La lucha que ella representa, por lo tanto, es una de las más importantes para el futuro, no sólo de su pueblo, sino de una idea de Brasil y del mundo.

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Detalles de pies, adornos de cabeza (cocar) e instrumentos musicales tendidos sobre la hierba, antes de un evento deportivo durante las celebraciones del Día de los Pueblos Indígenas, en la Aldea Katurãma, en São Joaquim de Bicas, Minas Gerais, Brasil

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