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Foro Social Mundial: Activismo global en tiempos de pandemia

En su 20 aniversario, celebrado virtualmente, el FSM reflexiona sobre el significado y alcance de la digitalización pandémica del activismo transnacional.

Teivo Teivainen Giuseppe Caruso Carminda Mac Lorin
29 enero 2021, 10.49am
Captura de pantalla parte de las actividades online del FSM del jueves 28 de enero 2021.

Mientras el mundo experimenta la devastadora pandemia de la Covid-19, el Foro Social Mundial (FSM) celebra su 20º aniversario mediante un encuentro totalmente en línea durante la última semana de enero de 2021.

El FSM representa sin duda la mayor concentración de sociedad civil y de movimientos sociales jamás convocada, a pesar de que haya decaído parte del entusiasmo inicial. Su 20º aniversario se iba a caracterizar por un gran acontecimiento festivo y revitalizador en México. Sin embargo, como pasó con la mayoría de los acontecimientos en todo el mundo, los planes cambiaron y el foro pasó a ser en línea.

De forma bastante inesperada, esta digitalización forzada ha dado un impulso dinámico al FSM. Ahora, las reuniones pueden celebrarse sin necesidad de preocuparse por los costes de viaje o por los requisitos de inmigración, los cuales representaban los dos problemas fundamentales a los que se enfrentaron los movimientos sociales y los/las activistas políticos/as en todos los encuentros mundiales del FSM.

Desde el inicio de la pandemia, su Consejo Internacional ha convocado varias reuniones con movimientos sociales y con foros sociales temáticos, nacionales y regionales. Además, han sido organizados espacios inspirados en sus valores y metodologías como el Viral Open Space (VOS) y el Foro Social Mundial de las Economías Transformadoras (FSMET).

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El activismo virtual, en red y transnacional, no es un fenómeno nuevo. Lo original en las circunstancias actuales es que no sólo la organización de los eventos se hace en línea, sino que la mayoría de los eventos tienen lugar a distancia.

¿Qué cambios ha provocado la pandemia en la manera de organizarse transnacionalmente?

¿Cómo sustituyen el FSM y otros espacios de movilización transnacional a los eventos presenciales?

¿Puede el ethos del FSM trasladarse al entorno en línea conservando el espíritu del foro como espacio de encuentro para los movimientos sociales mundiales?

Activismo global en tiempos de pandemia

Para hacernos una idea de los retos a los que se enfrenta el FSM, pero también de las oportunidades que ofrece el contexto digital, echemos un vistazo a otros procesos activistas transnacionales. Existen procesos previos, o que se han inspirado en el FSM y que se enfrentan, desde el inicio de la pandemia, a retos similares.

Desde el inicio de la pandemia, muchos/as activistas del FSM estaban decididos/as a sacar el máximo provecho de una situación por lo demás terrible. Se desarrolló un fuerte impulso a medida que las plataformas digitales permitieron la convocatoria en línea de la serie de eventos del VOS y de dos encuentros del FSMET.

El proceso del VOS comenzó en marzo de 2020, inspirado en los principios del FSM. Su primera edición fue organizada en 10 días (en unas 400 horas de trabajo colectivo voluntario), impulsada por el contexto de urgencia impuesto por la pandemia. Tuvieron lugar 57 actividades autogestionadas y cerca de 2000 personas se suscribieron a la página Facebook del VOS. A diferencia del FSM, cuyo objetivo principal era crear una red de organizaciones y movimientos, el VOS pretendía crear un espacio abierto para ciudadanos/as comprometidos/as.

Mientras que el VOS es un proceso exclusivamente digital, imaginado, organizado y desarrollado en línea, el FSMET fue concebido como un foro presencial que debía tener lugar en Barcelona en junio de 2020. El hecho de tener que volverse digital generó un nuevo proceso determinado por las nuevas circunstancias. Como muchas otras iniciativas activistas transnacionales, parte del trabajo de preparación del foro de Barcelona ya se había realizado en línea.

Pero al trasladarse también el encuentro propiamente dicho a Internet, se produjeron cambios distintivos en la dinámica de trabajo. Estos cambios también marcaron el proceso en los meses siguientes, ya que el primer encuentro del FSMET, así como el segundo, tuvieron lugar en línea. Un movimiento fluido de activistas contribuyó al proceso organizativo tanto del VOS como del FSMET. Energías, experiencias y recursos fueron movilizados entre los dos procesos. Ambos han convergido en el principal esfuerzo organizativo hacia el primer FSM totalmente virtual que tendrá lugar a finales de enero de 2021.

A medida que el VOS y el FSMET fueron acumulando experiencia a lo largo del año, vieron cómo se estancaba parte del impulso inicial. Los eventos se redujeron en tamaño, pero el aprendizaje continuó y los/las participantes y organizadores/as que siguieron trabajando juntos/as dieron, según nuestra experiencia, un impulso continuado a un proceso de crecimiento que se convirtió en experiencias útiles, y a veces, notables.

Uno de los retos era mantener la concentración y el compromiso durante largos periodos de trabajo exclusivamente realizado a distancia.

Mantener el compromiso del trabajo voluntario no fue fácil, ya que los/las activistas de todo el mundo se enfrentaron a los efectos de la pandemia, en ellos/as mismos/as, en sus familias y en sus comunidades. Los/las activistas y participantes de estos espacios virtuales desarrollaron una actitud de curiosidad hacia estos procesos que, a su vez, se convirtieron en oportunidades únicas para experimentar con el activismo transnacional virtual.

Uno de los retos era mantener la concentración y el compromiso durante largos periodos de trabajo exclusivamente realizado a distancia. Los/las activistas podían trabajar con un sinfín de socios/as en el desarrollo de un número creciente de colaboraciones inspiradoras con personas de cualquier parte del planeta.

La multiplicación de estas oportunidades acrecentó la tensión mental de trabajar a distancia y creó una saturación de las agendas de los/las activistas, así como una intensificación del trabajo, ya que ahora podían estar en diferentes reuniones con colegas de distintas redes, a la vez que seguían en sus ordenadores los intercambios de correos electrónicos, las conversaciones de WhatsApp, las transmisiones en vivo de YouTube y los feeds de Twitter, Instagram y Facebook (entre muchos otros). Todo ello, teniendo que atender mientras tanto, quizá también, las necesidades personales y familiares, así como las exigencias del trabajo diario remunerado o no remunerado.

Este solapamiento de posibilidades de creación de redes, combinado con las singulares dificultades de organización, hizo que algunos/as voluntarios/as se retiraran de los procesos del VOS y del FSMET. Pero los/las que se quedaron, a menudo produjeron un trabajo inspirador. Al mismo tiempo, la posibilidad de trabajar desde casa y de evitar los viajes de larga distancia permitió a muchos miembros del Consejo Internacional del FSM participar más que nunca en la organización de un encuentro del FSM.

Se generó una cantidad de trabajo sin precedentes desde casi todos los continentes, aunque con sesgos regionales, por el gran número de latinoamericanos/as y, particularmente, de brasileños/as. A medida que se acercaba el momento del encuentro virtual del FSM y que se intensificaba el trabajo, nuevos/as voluntarios/as se unieron al proceso.

Reconociendo que aún es pronto para sacar conclusiones, examinamos aquí algunos aspectos de lo que llamamos la digitalización pandémica del activismo transnacional.

Saltos y brechas digitales

La actual digitalización del FSM parece especialmente útil para un proceso en el que los impedimentos para una participación presencial siempre han sido un problema. Las razones han sido la falta de dinero, las normas fronterizas y otras dificultades para viajar a las reuniones.

El entorno virtual permite el acceso sin necesidad de desplazamientos físicos. Sin embargo, la disponibilidad, la oportunidad y el acceso epistemológico no son igualmente posibles para todos/as. ¿Qué formas de exclusión tienen lugar en el ciberespacio?

La vigilancia digital puede dificultar o incluso hacer potencialmente peligrosa la asistencia a eventos de foros sociales para algunos/as activistas en muchas partes del planeta.

Un foro social en línea permite potencialmente una participación más amplia que cualquier lugar físico. Sin embargo, existen algunas limitaciones específicas debidas, por ejemplo, al acceso a la tecnología en un mundo digitalmente dividido. Las cuestiones relativas a la libertad de acceso a Internet ponen de manifiesto otras formas más perniciosas y generalizadas de limitación de la participación.

La vigilancia digital puede dificultar o incluso hacer potencialmente peligrosa la asistencia a eventos de foros sociales para algunos/as activistas en muchas partes del planeta. Son cuestiones que merecen un análisis mucho más preciso. Las planteamos aquí como cuestiones de tecno(geo)política.

También existen barreras de acceso menos perniciosas, pero no menos incapacitantes. Entre ellas se encuentran la alfabetización en general y la informática en particular. Aparte del dominio del lenguaje natural, también hay cuestiones de comprensión de los lenguajes específicos del activismo transnacional con sus códigos y modos de expresión específicos y culturalmente exclusivos.

Las personas tienen diferentes facilidades para utilizar y comprender la multiplicidad de plataformas tecnológicas y su inteligibilidad mutua. Para algunos/as que han desarrollado habilidades limitadas a algunas de ellas por razones generacionales, las sofisticadas herramientas de comunicación de rápido desarrollo pueden ser perjudiciales para el acceso e incluso excluyentes.

En el FSM, por ejemplo, a muchos/as activistas de edad avanzada les ha resultado cada vez más difícil negociar los múltiples y estratificados sistemas de comunicación que incluyen sitios web, grupos de WhatsApp, entornos de Zoom y correos electrónicos.

Estos medios sociales tan conocidos son utilizados, a menudo de forma crítica y ambivalente, por activistas que no ignoran la ironía de movilizarse contra los aspectos más divisorios del capitalismo a la vez que utilizan algunos de los productos de un puñado de cuasi-monopolios tecnológicos, a veces llamados GAFAM (Google, Amazon, Facebook, Apple y Microsoft – sin tener en cuenta los gigantes tecnológicos emergentes en otras partes del mundo que no sean los Estados Unidos).

Aunque el uso de muchas de estas herramientas es gratuito, el concepto de libertad que conlleva su uso puede ocultar limitaciones cruciales. Estas limitaciones pueden incluir la creciente dependencia de estas tecnologías y la necesidad de acatar normas de conducta fijadas de forma no democrática, cuyas violaciones pueden ser castigadas con la separación de individuos y grupos de sus redes.

Una de las principales plataformas utilizadas en muchas reuniones en línea, también en los eventos del FSM, Zoom, restringe el acceso desde varios países que están sujetos a sanciones establecidas por el gobierno de Estados Unidos.

Si se asume que el espacio abierto del FSM es una plaza sin propietarios, usando un término a menudo empleado por Francisco Whitaker en los primeros años del proceso, podríamos decir que esta plaza virtual tiene propietarios claros.

¿Están teniendo lugar los nuevos acontecimientos virtuales en un espacio que se asemeja más bien a un centro comercial privado que a una plaza pública?

El espacio abierto (virtual)

¿Qué es, pues, el espacio del FSM cuando tiene lugar en línea? ¿Se convierte el espacio digital en un tipo de lugar? ¿Qué se siente al estar en el espacio abierto virtual?

Mientras que las cuestiones de acceso hacen que este escenario (descontando los retos mencionados anteriormente) sea potencialmente muy inclusivo, existen cuestiones críticas que se refieren al hecho de “estar” en el foro.

Estamos acostumbrados a grandes convenciones repletas de gente y actividades, seminarios, talleres, grandes eventos, restaurantes, cafés, bares e innumerables oportunidades para conversar, desarrollar amistades y relaciones amorosas desencadenadas por compromisos, pasiones y valores compartidos.

¿Están teniendo lugar los nuevos acontecimientos virtuales en un espacio que se asemeja más bien a un centro comercial privado que a una plaza pública?

En los foros físicos uno/a está “en el Foro” aunque no asista a un acto programado, por el hecho de encontrarse físicamente en el espacio del foro, vagando por sus calles, sentado/a en un banco o en un bordillo, bailando en una plaza improvisada.

Nada de esto parece posible en entornos virtuales si no es en formas mediadas que puedan, eventualmente, dar lugar a encuentros cara a cara. Lo que esto significa para los participantes y organizadores/as sólo lo sabremos con el tiempo, a medida que las experiencias se consoliden.

¿Son estos espacios virtuales composiciones complejas de múltiples localidades del mundo real al interactuar digitalmente? La literatura sobre mundos virtuales (como el una vez vanguardista Second Life) y los juegos masivos en línea o las plataformas de juego (como Minecraft o Fortnite) pueden aportar importantes contribuciones para comprender el tipo de compromisos e interacciones que pueden desarrollarse en los espacios virtuales de activismo.

Prefigurar mundos virtuales libres

El aislamiento, el distanciamiento social, los confinamientos y la amenaza de contagio han obligado a las personas a ponerse en contacto virtualmente. Aunque no es lo mismo que reunirse en persona, el encuentro en línea establece conexiones que ayudan a afrontar el trauma de una crisis profunda, extendida en el tiempo y el espacio.

Organizar y planificar un encuentro mundial del FSM es, al menos en parte, una forma de afrontar las dificultades/traumas actuales. Conectar y estar de alguna manera involucrados/as juntos/as es fundamental. El proceso de organización, en otras palabras, puede desempeñar al menos un doble papel, el de conectar a la gente y la tarea específica de organizar un Foro mundial.

¿Qué tipo de prácticas organizativas prefigurativas están experimentando los/las activistas para establecer relaciones abiertas, democráticas y de convivencia en línea? ¿Cómo se dividen o convergen el trabajo y la toma de decisiones en las diferentes y alternativas estructuras del activismo digitalizado? ¿Cómo se puede reforzar el compromiso y motivar la acción política?

Como todo el trabajo de organización del encuentro del FSM, un trabajo que normalmente tendría lugar in situ, surgen algunas nuevas y distintas dificultades relacionadas con el uso de herramientas en línea, cámaras, micrófonos, traducciones.

¿Es sostenible el trabajo en línea, a distancia? ¿Es el ritmo de trabajo más “fluido”? ¿Pueden, tal vez, las interacciones cognitivas y la orientación a la tarea ser mejoradas por el trabajo remoto? ¿Son ajenos a los espacios virtuales los aspectos de la extracción de valor y el trabajo forzado?

Como hemos observado, el trabajo organizativo creativo continúa en los entornos digitales, pero es necesario comprender mejor sus circunstancias. Los espacios de trabajo virtuales carecen de muchas cualidades de la interacción cara a cara, como el contacto visual, la comunicación corporal y los olores.

También carecen de las numerosas formas de comunicación informal que se producen en las reuniones “in situ” y en torno a ellas. Las conversaciones paralelas pueden, por supuesto, seguir produciéndose a través de mensajes individuales o en grupos paralelos.

Las reuniones en línea también tienen algunas características adicionales que pueden ofrecer ventajas en comparación con las reuniones en persona. Un ejemplo es la posibilidad de comentar intervenciones discretamente en el chat, con uno/a o con todos/as, sin interrumpir el flujo de la palabra hablada.

Muchos grupos de activistas todavía tienen una experiencia limitada en moderación de grandes grupos en reuniones en línea. Existen especificidades desconocidas que deben aprenderse a través de la práctica continuada.

¿Qué hacer, por ejemplo, con el uso de la cámara? ¿Mantenerla apagada? Y, ¿qué hacer con todos los significados relacionados que pueden filtrarse sin que se tengan en cuenta?

¿Qué hacer, por ejemplo, con la presencia de los participantes “ocultos” tras un cuadrado negro? ¿Qué hacer con la toma de turnos, la gestión del tiempo, la temperatura emocional de la “sala”, por mencionar sólo algunos?

Al mismo tiempo, hemos observado cómo algunas personas se han sentido a gusto en estos espacios de trabajo virtuales. A veces se implican más y se muestran más comunicativos que en las reuniones presenciales, quizá porque aprecian la posibilidad de participar desde la comodidad de sus hogares.

La posibilidad de desarrollar una dinámica de trabajo sostenida a través de reuniones más frecuentes es otra ganancia potencial. El Consejo Internacional del FSM se ha reunido casi semanalmente en los últimos meses, en lugar de una o tres reuniones al año. Esto ha contribuido sin duda a desarrollar un entorno de trabajo cooperativo.

Democracia, autonomía y representación

¿Permiten los espacios virtuales las relaciones horizontales entre activistas? ¿Aumentan los entornos virtuales las oportunidades de inclusión, de una toma de decisiones democrática y de un aplanamiento de las dinámicas de poder?

Todavía es pronto para tener una idea de las implicaciones de la digitalización del Foro Social. Al igual que para todos los puntos que estamos planteando aquí, la misma advertencia se aplica a las cuestiones de inclusión y democracia. La experiencia es demasiado limitada, forzada y contingente como para permitir algo más que cautelosas especulaciones basadas en una observación limitada.

Muchas de las dinámicas en juego en la organización de los foros sociales virtuales se formaron y desarrollaron en los eventos presenciales y en las reuniones de networking. Estas interacciones dieron forma y consolidaron relaciones personales y grupales específicas. Ahora esas relaciones se llevan a cabo casi en su totalidad en espacios en línea. En lo que respecta a la democracia organizativa y la inclusión, algunas divisiones de trabajo desiguales entre los/las responsables de la toma de decisiones y los/las ejecutores/as parecen trasladarse a la organización de eventos digitales.

Sin embargo, también observamos cómo estas divisiones son menos marcadas, ya que los recursos y las influencias de las organizaciones más grandes pueden tener menor peso. Dado que la organización en línea suele implicar presupuestos más bajos, ya que los costes de viaje y del espacio de reunión se reducen radicalmente, el acceso a los gobiernos locales y nacionales y a los recursos puede ser menos relevante a la hora de organizar eventos. Del mismo modo, se puede depender mucho menos de las autoridades locales y nacionales a la hora de proporcionar un espacio o apoyo financiero para el evento.

Los tres eventos del foro organizados desde el comienzo de la pandemia tuvieron presupuestos mínimos. De hecho, VOS no tuvo ningún presupuesto oficial y se organizó seis veces entre marzo y diciembre de 2020 gracias al trabajo voluntario. Esto resultó ser un reto, ya que los voluntarios trabajaron hora tras hora sin cobrar para organizar algunos de los mayores acontecimientos completamente digitales del activismo mundial hasta la fecha, pero al mismo tiempo permitió experimentar una relativa libertad respecto a los financiadores y a los, en ocasiones, abrumadores aliados ricos e influyentes.

Al necesitar menos recursos materiales, se percibió una sensación de horizontalidad entre los/las voluntarios/as que organizaban algunos de estos espacios.

Cuando no hay que reservar y gestionar grandes espacios para conferencias, cuando no se necesitan billetes de avión, cuando no hay que asegurar el pago de habitaciones de hotel, cuando no hay que hacer grandes arreglos logísticos, de catering y de transporte, esto no sólo significa que el trabajo de organización pierde sus elementos más intensivos en términos de mano de obra y recursos, sino que también libera tiempo y espacio mental para centrarse en los asuntos fundamentales de relación y contenido.

Al necesitar menos recursos materiales, se percibió una sensación de horizontalidad entre los/las voluntarios/as que organizaban algunos de estos espacios. Se consideró que lo que realmente importaba era el compromiso y el trabajo de cada uno/a, medido en unidades de tiempo conmensurables, en contraposición a los recursos materiales que, también entre los/las activistas, suelen medirse en escalas de magnitudes completamente diferentes entre sectores y zonas geográficas.

¿Podría esta intensificación del activismo en línea ampliar y consolidar aún más la esfera pública mundial, uno de los principales objetivos del FSM desde su creación? Las posibilidades que permite el contexto virtual para la participación y la inclusión plantean cuestiones específicas de representación individual y de grupo.

¿Consolidará el acceso potencialmente universal a la participación en línea la confianza en las formas participativas y deliberativas de la democracia digital frente a las formas mediadas de toma de decisiones políticas y de representación política? ¿Cambiará la participación potencialmente universal la forma de concebir los tiempos diferidos de la opinión y la voluntad, del juicio político y la acción?

Tras la pandemia, el reto del cambio climático

Nuestras últimas reflexiones se refieren a la resistencia de estos eventos en línea. ¿Qué quedará de la primera digitalización pandémica del FSM? ¿Fue una elección forzada? ¿Regresarán los/las activistas mundiales lo antes posible a formas más familiares de convención en lugares, ocupaciones y representaciones públicas de la disidencia? O, por el contrario, ¿seguirán desarrollándose estos espacios virtuales después de la pandemia? ¿Cómo se comportarán los/las activistas transnacionales en línea después de la pandemia?

Consideremos brevemente las cuestiones relacionadas con la ausencia (o con un tipo específico de presencia) del cuerpo en la comunicación digital.

¿De qué manera están presentes los cuerpos en las plataformas virtuales? ¿Cómo afecta su ausencia al desarrollo de la intimidad y de la confianza entre los/las activistas? ¿Cómo influye esta distinta presencia/ausencia en la comunicación, creatividad, motivación y compromiso?

¿Pueden las actuaciones radicales, resistentes y transgresoras, como las ocupaciones de lugares y las revueltas, encontrar expresiones similares en línea? ¿Cómo encajan las prácticas de movilización y encuentro en el entorno virtual con afirmaciones como la siguiente (quizá un poco idealizada) de Martina Sitrin: “La importancia de la ubicación para el movimiento Occupy —situado constantemente en espacios públicos para reunir a los/las participantes cara a cara— no puede subestimarse ni considerarse algo casual: está en el corazón de la política del movimiento (...). El quid de la política es que el punto de referencia no está arriba (no es el Estado), sino que está al otro lado, (mirándonos unos/as a otros/as y de forma horizontal). Y desde ese punto de vista se deciden las tácticas y las estrategias.”

Argumentos convincentes similares sobre la importancia de los cuerpos en lugares, ocupaciones y asambleas han sido expuestos por Judith Butler, Michael Hardt y Toni Negri, y Jeff Juris.

Es posible que en un futuro próximo ya sea moralmente, y no sólo prácticamente, difícil y controvertido organizar eventos mundiales masivos que impliquen el desplazamiento de miles de activistas.

¿A qué corresponderían en el mundo digital actuaciones políticas como, por mencionar solo un caso, la del artista y bailarín turco Erdem Gündüz en 2013 en el contexto de las protestas para salvar el Parque Gezi? Gündüz permaneció en silencio en la plaza Taksim. Más tarde, cientos de personas se unieron a él desafiando las normas de prohibición de convocar asambleas de activistas.

¿Cómo se situarían las movilizaciones digitales en relación con las ocupaciones de plazas y edificios públicos no utilizados? ¿Cómo se situarían en relación con los cruces de fronteras? ¿Pueden los eventos en línea, como el próximo FSM, constituir espacios para la deliberación de acciones políticas que posteriormente se llevarán a cabo en las localidades de tierra habitadas por los/las activistas? ¿Podría esto, a su vez, contribuir a fragmentar los movimientos de justicia global? ¿O ayudará a consolidar sus interconexiones y solidaridades?

Algunas de las razones más convincentes para permanecer en línea están relacionadas con el cambio climático. Los eventos virtuales tienen un impacto medioambiental, pero suele ser pequeño en comparación con el de los acontecimientos mundiales presenciales. Este es un aspecto muy alentador ante la creciente conciencia de las consecuencias potencialmente irreversibles del caos climático mundial.

Es posible que en un futuro próximo ya sea moralmente, y no sólo prácticamente, difícil y controvertido organizar eventos mundiales masivos que impliquen el desplazamiento de miles de activistas. La organización de grandes acontecimientos mundiales digitales puede tener un eco positivo en el compromiso de las nuevas generaciones de activistas más conscientes y decididos/as a limitar el impacto medioambiental de su activismo.

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