En abril de 2022, ACNUR contabilizaba en la isla unos 17,000 refugiados y migrantes ciudadanos venezolanos (102 desplazados por cada 1000 habitantes), esto es, más de un 10% de la población total. La mayoría entran con visa de turista pero se quedan en la isla. También hay un número de ciudadanos venezolanos que arriesgan su vida en precarias embarcaciones para conseguir una vida más estable y predecible en Curazao, aunque la mayoría permanecen en la isla como migrantes irregulares, sin acceso a la salud pública o a los servicios sociales.
Las organizaciones de apoyo a los migrantes venezolanos como La Casa del Venezolano, ofrecen, sin embargo, alguna cobertura a estos migrantes y los ayudan a superar la precariedad absoluta en la que viven, expuestos siempre a la detención y a la deportación por parte de las autoridades holandesas.
Este fue el caso emblemático de Dailini González, original de Coro, estado Falcón, como Loaiza, y que cuenta cómo, embarazada de tres meses, fue deportada a Venezuela dos días después de ser detenida en la isla. Ella tomó la decisión de montarse en una lancha para intentar regresar a Curazao, y relata el trágico desenlace del viaje cuando, tras 17 horas de travesía, la lancha se hundió en la noche en aguas de Curazao, cerca de una zona acantilada de la costa.
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