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¿Qué tiene que ver el trabajo forzoso con la pobreza?

Las mediciones de la pobreza basadas en los ingresos no son fiables para determinar qué personas son más vulnerables al trabajo forzoso. Es necesaria una comprensión más minuciosa de la vulnerabilidad para reducir de manera eficaz el trabajo forzoso en la economía mundial. English

Nicola Phillips
13 agosto 2018
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Harvesting sugar cane in India. AIDSVaccine/Flickr. CC (by-nc-nd)

¿Quién es vulnerable al trabajo forzoso y por qué? Si le hiciéramos esta pregunta a un grupo de personas elegidas al azar, tanto si estuvieran bien informadas sobre el trabajo forzoso como si no, muchas mencionarían inmediatamente la pobreza; y tendrían razón al hacerlo. Por intuición, parece obvio que las personas que viven en condiciones de acuciante necesidad económica permanente son más vulnerables a los diferentes medios por los que son engañadas y explotadas en condiciones de trabajo forzoso en todo el mundo.

Los estudios disponibles confirman esta intuición. Por las últimas estimaciones sabemos que el trabajo forzoso se encuentra con más frecuencia (pero no exclusivamente) en las regiones relativamente más pobres, como el sur de Asia, y en las zonas más pobres de los diferentes países. Un estudio llevado a cabo en Pakistán concluyó que el 66 por ciento de las familias rurales de la provincia meridional de Sindh vivían en condiciones de extrema pobreza, y casi todas ellas eran aparceras y labradoras sometidas a condiciones de servidumbre. Los estudios sobre familias de la India también muestran que las que tienen mayores niveles de ingresos tienen una menor probabilidad de usar o vender el trabajo de sus hijas e hijos.

Aunque, en realidad, la situación no es tan sencilla. Existen nuevos estudios sobre los vínculos entre el trabajo forzoso y la pobreza en la economía mundial, pero lo poco que sabemos sugiere que la situación es más compleja y variada de lo que solemos pensar. Mis colegas investigadoras e investigadores y yo, por ejemplo, nos hemos centrado en Brasil. Recientemente, analizamos datos sobre más de 21.000 personas liberadas de condiciones similares a la esclavitud (terminología preferida en Brasil y utilizada en la legislación pertinente) en el sector agrícola entre 2003 y 2010. Vinculamos esa información con nuestras conversaciones tanto con trabajadoras y trabajadores como con las personas implicadas en el extenso programa contra la esclavitud de Brasil. Una de las conclusiones más llamativas a las que llegamos fue que las personas con mayor probabilidad de trabajar en condiciones similares a la esclavitud no son las más pobres entre las pobres.

Al contrario, tienden a pertenecer a la categoría de «trabajadoras y trabajadores pobres». Se trata de personas de todo el mundo que viven por encima del umbral de la pobreza extrema de 1,25 USD al día, generalmente a niveles de salario mínimo o ligeramente por debajo (aunque, a veces, por encima). De hecho, el número de personas que vive entre los umbrales de pobreza de 1,25 USD y 2 USD al día —la clasificación utilizada por el Banco Mundial— se duplicó entre 1981 y 2008. No es ninguna coincidencia que nuestra investigación hallara indicadores de enorme vulnerabilidad al trabajo forzoso en esta categoría, incluyendo el sector agrícola brasileño.

El otro motivo para este patrón de vulnerabilidad es sencillo. Las encargadas y los encargados de la contratación de personal, y las empresarias y empresarios del sector agrícola, buscan trabajadoras y trabajadores (la mayoría de las veces varones jóvenes entre 18 y 34 años) con la forma física necesaria para resistir el trabajo manual más intenso. No buscan personas indigentes con desnutrición crónica.

Nuestra investigación también reveló dos factores que fueron más importantes en este contexto que los niveles de pobreza basados en el ingreso. El primero fue la educación: en los datos que analizamos, el 68 por ciento de las personas que trabajaban eran analfabetas o no contaban con más de cuatro años de escolarización. El segundo fue la inseguridad económica, donde la disponibilidad de trabajo es errática y los ingresos son precarios. En otras palabras, la clave es la inseguridad y la imprevisibilidad de los ingresos, no el nivel general de los mismos.

En otros entornos, la situación es diferente. La mayoría de las víctimas de la trata de personas para el trabajo forzoso en países como el Reino Unido tampoco son las extremadamente pobres, y rara vez son las que cuentan con menor grado de educación. La investigación sobre los patrones de migración globales ayuda a explicar por qué esto es así. Las personas más pobres entre las pobres son las que menos se mueven debido a la falta de recursos para ello. La tendencia a emigrar aumenta con la educación, pero las trabajadoras y los trabajadores inmigrantes suelen acabar en puestos de trabajo muy por debajo de su nivel educativo y su formación.

Así, puesto que la trata de personas suele comenzar con la decisión de un individuo de emigrar, se puede dar por sentado que las víctimas de la trata de personas suelen ajustarse a este perfil. Pueden ser relativamente pobres o con un grado relativamente menor de educación, pero no es raro que tengan formación universitaria. En estos supuestos, las fuentes de vulnerabilidad podrían en cambio ser la falta de oportunidades de empleo o de salarios dignos, junto con una amplia gama de otras formas de deprivación social y personal.

¿Qué nos indica todo esto y por qué es importante? Nos indica que el trabajo forzoso está profundamente conectado con la pobreza; pero definir la pobreza en términos de ingresos, y sobre todo centrarse en la pobreza extrema y la indigencia, a menudo puede ser una guía poco fiable para saber quiénes son las personas más vulnerables y por qué.

La pobreza tiene muchas otras dimensiones: educación, oportunidad, acceso a servicios y redes de seguridad social, derechos de mujeres y niñas, acceso a un trabajo y salario dignos, y muchos otros problemas de «desarrollo humano». Cuál de estas está más estrechamente vinculada con los patrones de esclavitud varía en diferentes contextos y para diferentes grupos de personas.

Esto es importante porque las respuestas políticas efectivas dependen del conocimiento de estas variaciones. Hay quien pide que el trabajo forzoso se integre mejor en las estrategias nacionales e internacionales de reducción de la pobreza. Así debería ser, ya que la inclusión del trabajo forzoso en las prioridades y la legislación nacional es un prerrequisito indispensable para resolver el problema del trabajo forzoso y la esclavitud en la economía mundial. Sin embargo, al hacerlo debemos desviar el enfoque de las medidas centradas en el nivel de ingresos y la pobreza extrema, y, por consiguiente, abrir las estrategias de reducción de la pobreza a un conocimiento más preciso y matizado de la vulnerabilidad y el trabajo forzoso. Las políticas de protección social centradas en las familias con los ingresos más bajos tienen poca probabilidad de surtir efecto sobre la vulnerabilidad de las trabajadoras y los trabajadores a los trabajos forzosos. De hecho, tales políticas pueden acabar teniendo un efecto opuesto y aumentar la vulnerabilidad de dichas personas, lo que provocaría que las redes de seguridad social no surtiesen efecto y que acabasen dependiendo más de trabajos de alto nivel de explotación. Las estrategias más efectivas en este panorama pueden estar relacionadas con la educación, las competencias y las políticas del mercado laboral.

El reto, y es bastante grande tanto para la investigación como para la política, es descubrir qué formas de pobreza, en qué contextos, hacen a las personas más vulnerables al trabajo forzoso, y elaborar las estrategias apropiadas sobre esa base. Una vez más, un único modelo no engloba a todo el mundo. 


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BTS en Español has been produced in collaboration with our colleagues at the Global Alliance Against Traffic in Women. Translated with the support of Translators without Borders. #LanguageMatters

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