Menos del 30% se comprometió con -al menos- un programa de derechos humanos, como la salud, la educación, el empleo, la vivienda, el transporte, el saneamiento, la lucha contra las desigualdades, los niños y los jóvenes, la cultura, los derechos de la mujer, los negros, los ancianos, los LGBTQIA+ o el medio ambient
Repetimos que Marielle Franco es un gigante, tanto por la trayectoria en su vida como por la movilización social, personal y digital que provocó su asesinato. Hija, madre, activista, negra, LGBT y criada en el complejo de favelas da Maré, reunía en su propia biografía la lucha a favor de las poblaciones más vulnerables, a favor de las personas que sobreviven, a pesar de los espacios que se les niegan y la violencia que sufren. No en vano, su labor como concejala sintetizó la lucha por los derechos humanos, la justicia racial y la igualdad de género, tan necesaria, y que debe ser priorizada con tanta urgencia en la agenda política de estos nuevos concejales que inician sus mandatos en muy pocos días.
Marielle nos hace falta. Ella misma entendía el dolor de la ausencia de un ser querido. A los 15 años, comenzó a luchar por los derechos humanos cuando perdió a una amiga en un tiroteo, en la favela da Maré. Fueron diez años de actividad y, posteriormente, estuvo en la coordinación de la Comisión de Derechos Humanos de la Asamblea Legislativa del Estado de Río de Janeiro (ALERJ).
A diario, llegaban a sus manos incontables casos de violaciones de derechos humanos contra la población, incluso contra agentes de seguridad del Estado. Su actuación se basaba en una visión humana y amplia.
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