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Argentina, gobernada por sus dueños

Por primera vez en Argentina, el centro derecha ha demostrado que puede ganar en las urnas, consolidando la alternancia democrática. Está por ver si volverá a cometer los graves errores del pasado. English

Guillermo A. Makin
24 noviembre 2015
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Mauricio Macri celebra su victoria en su bunker el día de las elecciones presidenciales. Javier Gallardo. Demotix. Todos los derechos reservados

Con el 100 %  de las mesas escrutadas, Mauricio Macri es ya el presidente electo. Macri viene diciendo, como lo hizo al inaugurar la estatua de Perón (bastante grotesca entiendo, porque parecido físico es nulo) "que le debe mucho a Perón" y que no se anulará ninguna de las reformas sociales recientes. Si es así, el General habrá ganado. Si incluso sus enemigos de otrora levantan hoy sus banderas, el peronismo habrá instalado una nueva forma de hegemonía, infiltrando a sus contrarios.

El sistema electoral ha demostrado sus virtudes, produciendo otra alternancia, y el sistema democrático queda así fortalecido porque la derecha en Argentina demuestra poder ganar elecciones por vez primera.

Torcuato Di Tella escribió hace décadas, en un famoso artículo en Desarrollo Económico, que el golpismo argentino surgía de la incapacidad electoral del partido del “establishment”. El politólogo Alain Rouquié, en el mismo sentido, decía que los golpes eran la venganza de los vencidos por el sufragio universal.  Con el triunfo del PRO,  el sistema político pierde la característica ineptitud electoral del establishment. Argentina, que a partir del 10 de diciembre tendrá una nueva administración, será gestionada por sus dueños.

Ahora veremos si saben gobernar y qué hacen. Si endeudan al país, será imperdonable. Según Joseph Stiglitz, endeudarse es aconsejable si es para aumentar la capacidad productiva y, sobre todo, la capacidad de exportar. Si Macri confirma el noventismo (como se denomina en Argentina la política económica de inspiración neoliberal de los años 90) irredento de sus asesores elevados a funcionarios y se pide prestado, como se ha hecho siempre desde 1820 para financiar al Estado y de paso permitir más acumulación de las inversiones de argentinos en el exterior, se estaría errando el camino otra vez. 

Con inversiones en diversos países sumando 440.000 millones de dólares (el 81% del PIB), es hora de diseñar instrumentos financieros duraderos como en Brasil, ya introducidos por el ex ministro de economía y candidato a la presidencia en 2007 Roberto Lavagna, que generen más ganancia y seguridad que el dólar que, después de todo, también fluctúa y vaya a saber  dónde irá a parar a largo plazo, vistas las inacabables guerras de Estado Unidos y sus seguidores en Europa.

En cuanto a causas del resultado, es inevitable evaluar que el de Cristina Fernández de Kirchner fue un Gobierno bueno que cometió errores. Debemos sumarle, pese a la nueva militancia y la promesa parcialmente frustrada de las elecciones primarias presidenciales (PASO)  de Agosto 2015 de llevar a cabo una reforma prometedora, una nula capacidad de autocrítica y que la correlativa capacidad de corrección estuvo ausente.

Demasiados errores

Varias equivocaciones explican la decisión del electorado. Las elecciones PASO mal gestionadas, con Cristina Kirchner imponiendo un candidato perdedor, y errores de política económica que incluyen el  control de cambios, conocido en Argentina como “cepo cambiario”  (algo impracticable dada la tecnología actual), que alienó a la clase media; los subsidios injustificables al gas y a la electricidad beneficiando a gente pudiente; el abandono de la política de control del déficit fiscal y por cuenta corriente (conocidos bajo en kirchnerismo como “superávits gemelos”), y el descuido en la producción energética, arreglada demasiado tarde.

Estos errores llevaron a un cansancio de la población y han puesto finalmente en peligro un proyecto.  Se revela nuevamente que lo loable, si no va acompañado de una buena gestión que concuerda principalmente en lo económico, es frágil. Con el discurso y un relato machacón que suena a propaganda se cansa al electorado, al que se debe siempre seducir y escuchar.

El kirchenismo versión cristinista le ha hecho un flaco servicio a las clases populares y a la causa de la soberanía nacional, vista la subordinación a los Estados Unidos y a los mercados financieros que se anuncia. El kirchenismo versión Néstor Kirchner en lo económico es viable, pero es inexplicable que se abandonase inexcusablemente, aun teniendo en cuenta las necesidades contra-cíclicas para combatir el choque de la gran crisis internacional del 2008. Algunos sostendrán que el proyecto era inviable en su totalidad, cuando en realidad sólo lo era la deformación que se fue gestando a partir del 2005-2007.

Además, el provincialismo de un kirchenismo que no tuvo los mejores equipos, llevó a que se renegociara la deuda correctamente, pero se aceptara mantener la cláusula que, imprudentemente, le otorgó poder de arbitraje a los tribunales de Estados Unidos, consecuencia de una política tóxica introducida por la dictadura militar del periodo 1973-1986. Los tribunales europeos eran perfectamente aceptables para los medios financieros, incluso lo son los del Reino Unido, plaza que sin embargo no podrá usarse mientras siga sin solucionarse el contencioso sobre las islas Malvinas.

Mientras tanto, el primer ministro británico rediseña las fuerzas armadas de su majestad. El Reino Unido, contrariamente a lo que se viene previendo desde hace años, armará con aviones F14 modernizados sus dos nuevos portaviones en construcción.  Así es que la ventana de negociación con Londres sobre las Malvinas ha sido desaprovechada por el juridicismo habitual en política exterior argentina y los demás tics de una política no diseñada para aprovechar que las Malvinas, según Lord Shackleton, no son viables sin una integración cooperativa y consensuada con Argentina.

Política exterior macrista

Continuando con cuestiones de política exterior, podemos anticipar una serie de políticas que, probablemente, el presidente Macri va a poner en práctica. En primer lugar, no se pondrá en peligro la relación con Brasil. El Mercosur, al fin y al cabo, continuó con el menemismo. Segundo, alejarse de una Venezuela extraviada y disparatada no es un peligro, es una necesidad. Tercero, es preciso no alienar ni a China ni a Rusia, vinculaciones político-económicas en distinto estado de desarrollo, pero esenciales dado que poco se puede esperar de Estados Unidos  y de Europa que no sea regenerar condicionalidades y dependencias inaceptables.

La constelación de problemas para Argentina con el nuevo gobierno se complica porque no debe desecharse un resurgimiento, a menos que predomine la cordura, de la derecha más retrógrada, buscando retrasar los avances en DDHH.

Queda en cualquier caso pendiente la reforma judicial, la sobre utilización del peligroso y anti-democrático recurso de inconstitucionalidad, usado de forma indebida por el partido judicial para legislar.

 Y finalmente, ya que se acerca la Navidad, completo la lista de regalos que quisiera para el país: la reforma de los gremios y de un sistema impositivo irritante por sus múltiples injusticias.

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