
Jardin de Infancia Ética. Parte del Movimiento Ciudad Futura. Todos los derechos reservados.
La política institucional está atravesando una crisis de legitimidad. Los partidos políticos tradicionales, con sus modos de funcionamiento jerárquicos y profesionalizados y su dependencia financiera de los bancos y las corporaciones, se han visto cada vez más desacreditados a los ojos de un número creciente de personas que buscan formas nuevas y más directas de democracia. En este contexto, activistas, movimientos sociales y nuevas organizaciones políticas de todas partes del mundo se encuentran enfrentando un dilema común: cómo involucrarse electoral y políticamente con las instituciones estatales sin ser cooptados o corrompidos por estas mismas instituciones.
Algunas de las organizaciones que actualmente están lidiando con estos interrogantes, en contextos profundamente diversos, son Momentum, el grupo que intenta revivir al Laborismo en el Reino Unido; plataformas ciudadanas como Barcelona en Común, que actualmente gobiernan las principales ciudades de España, y el movimiento que logró que Bernie Sanders escalara al segundo lugar en las primarias Demócratas de los EEUU. Todas estas experiencias tienen en común la aspiración de crear un nuevo tipo de ‘partido de movimiento’ que reescriba las reglas del juego político mientras a la vez mantenga la capacidad de participar efectivamente en las estructuras formales del poder estatal.
Alcanzar este balance, creando partidos de movimiento abiertos y participativos que desprofesionalicen y feminicen la política requerirá un delicado equilibrio entre idealismo y pragmatismo; una predisposición a lidiar con las inevitables contradicciones de la gestión pública y, al mismo tiempo, una habilidad para resistir los con frecuencia perversos incentivos impuestos por las dinámicas electorales e institucionales.
Uno de los ejemplos más inspiradores de un partido de movimiento en acción es Ciudad Futura, el movimiento municipalista que obtuvo tres bancas en el Concejo Municipal de Rosario, Argentina, en 2015, convirtiéndose en la tercera fuerza política de la ciudad y en un contendiente para las elecciones ejecutivas de 2019. Ciudad Futura resume su filosofía en una única palabra: “hacer”. Y eso es exactamente lo que Ciudad Futura hace; en lugar de enredarse en el tipo de debates abstractos y teóricos que con tanta frecuencia paralizan a la izquierda, la organización destina sus energías a responder a las necesidades más inmediatas de los barrios de Rosario.
Ciudad Futura resume su filosofía en una única palabra: “hacer”.
No es ninguna casualidad que, antes de constituirse como partido político en 2013, Ciudad Futura haya estado precedida por una década de historia de los movimientos sociales ‘Giros’ y ‘Movimiento 26 de Junio’. Durante este período inicial, ambos movimientos trabajaron para construir alternativas más allá de las paredes del Concejo Municipal. Gracias a este legado hoy los cientos de militantes de Ciudad Futura gestionan una red de proyectos autoorganizados que atraviesan Rosario y que incluyen a la escuela media y jardín de infantes ETICA, la unidad de producción láctea Tambo La Resistencia, el espacio cultural Distrito Siete y la red de consumo colaborativo Misión Anti Inflación, que ayuda a las personas a lidiar con el impacto de la inflación.
El objetivo de presentarse a las elecciones locales, explicó la concejala del partido Caren Tepp, fue “crear una herramienta política que, mientras instalara un horizonte de largo plazo, el socialismo del siglo sXXI, pudiese también materializar -aquí y ahora- fragmentos de la Ciudad Futura que demostraran que las cosas pueden hacerse de otra manera.” En este sentido, el programa político de Ciudad Futura está basado en la experiencia obtenida a través de la implementación de proyectos en la ciudad. Es esta idea -que la actividad electoral e institucional es sólo una herramienta más al servicio del movimiento como un todo- lo que está en el corazón de lo que define a Ciudad Futura como un partido de movimiento.

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Naturalmente, organizaciones de otras partes del planeta no pueden, ni deberían intentar replicar el camino tomado por Ciudad Futura. No obstante, algunos principios y prácticas empleadas por el movimiento podrían servir de guía, más allá de Rosario
Tal vez la mayor lección de la experiencia de Ciudad Futura es la filosofía basada en el “hacer”. Los proyectos urbanos gestionados por Ciudad Futura representan la política del cambio concreto. Ellos comunican los valores de la organización a través de la acción mientras que, al mismo tiempo, demuestran la viabilidad de los modelos económicos y culturales por los que abogan. Juan Monteverde, concejal del partido, dijo en una entrevista con el periódico Diagonal: “¿Qué sentido tiene centrarse en todo lo que va mal? No tiene ninguna utilidad. Si tienes la capacidad de mostrar que la ciudad puede ser mejor en base a prácticas concretas, es ahí donde reside el potencial de tu proyecto. Todo lo demás es accesorio. Nuestra única característica es la idea de demostrar, ahora, que hay alternativas, y mostrarlas en una escala creciente”. Más aún, los beneficios sociales tangibles que “hacer” produce permiten a Ciudad Futura ir más allá de las divisiones políticas tradicionales, llegando a personas que no se identifican con el ideario de la izquierda, pero que aprecian los logros de la organización en sus barrios.
Si tienes la capacidad de mostrar que la ciudad puede ser mejor en base a prácticas concretas, es ahí donde reside el potencial de tu proyecto.
Una segunda lección que se puede extraer de Rosario es la saludable conciencia que Ciudad Futura tiene de los límites de la política institucional. Ciudad Futura la ve como una herramienta para proteger, empoderar y apoyar los valores del trabajo fuera de las instituciones. Según el concejal Juan Monteverde, “para nosotros la oportunidad de cambiar las cosas no pasa por el éxito en la labor legislativa de un concejal (o tres, en nuestro caso), sino por la interacción entre el Ayuntamiento y los movimientos fuera de este”.
Ciudad Futura está profundamente dedica al municipalismo; a construir un proyecto que sea claramente local, tanto en contenido como en carácter. Primero, a nivel práctico, tiene sentido para un proyecto que busca retar los modelos tradicionales de política representativa, e introducir nuevas formas de participación ciudadana, empezando por el nivel de gobierno que es más cercano a la gente. Pero más allá de esto, Ciudad Futura también entiende la ciudad como un espacio primario de conflicto democrático y, por tanto, el espacio más relevante de acción política y económica. Hace esto al tiempo que busca superar la división artificial entre espacio urbano y rural, cuestionando la relación ‘consumista’ entre Rosario y su interior rural a través de proyectos como una granja lechera y una cooperativa de producción de alimentos. Si la hipótesis de Ciudad Futura es correcta, cualquiera que busque crear un partido de movimiento debería considerar seriamente hacerlo a escala local, no nacional.
Finalmente, Ciudad Futura ha puesto la ética política y la horizontalidad en el centro de su funcionamiento. En la práctica, esto significa organizar el debate político a través de asambleas y mecanismos electrónicos, limitaciones salariales y de mandato para los representantes electos, e independencia y transparencia financiera. Además, la militancia en Ciudad Futura se basa en la participación, más que en el pago de una cuota. Esto significa que la toma de decisiones se mantiene en las manos de los activistas que hacen el movimiento posible. La política pasiva, de espectadores, no es una opción.
Ciudad Futura ha puesto la ética política y la horizontalidad en el centro de su funcionamiento.
Naturalmente, la evolución de Ciudad Futura de movimiento a movimiento-partido es muy reciente, y no ha tenido que afrontar aún las tensiones que conlleva inevitablemente estar en el gobierno. Pero esta organización cuenta con las bases necesarias para afrontar los retos con los que se encontrará durante los próximos años. De los activistas dependerá demostrar que es posible mantener un partido en movimiento a largo plazo.
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