
El candidato a Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, durante su discurso ante el United Nations Trusteeship Council Chamber. 12 de abril, 2016. AP Photo/Richard Drew. Todos los derechos reservados.
Las Naciones Unidas cumplen 70 años, pero el cargo de Secretario General no se ha vuelto más fácil con el paso del tiempo. El portavoz de los intereses de los pueblos del mundo tiene múltiples incendios que apagar. Cómo hacer frente a una crisis humanitaria sin precedentes en el Mediterráneo y a la metástasis de la inseguridad en Siria, cómo lidiar con el cambio climático, cómo enfrentarse al populismo y al terrorismo en todo el mundo – la lista es larga. Fortalecer la posición del Secretario General es una cuestión especialmente urgente en este momento, ya que los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), que terminan este año, darán paso a los Objetivos de Desarrollo Sostenible, inaugurando una fase crucial para el futuro de la organización. Esta transición podría suponer una oportunidad para que la ONU reflexionase, entre otras cuestiones, sobre cómo se lleva a cabo el proceso de nombramiento del Secretario General. La elección del candidato adecuado para dirigir la institución no debería ser vista como otra instancia de intercambio de favores, sino como una oportunidad para fortalecer la autoridad moral y la influencia de la persona que, hoy por hoy, se aproxima más a ser nuestro líder común.
Un diplomático y un funcionario público
El Secretario General es el jefe simbólico de las Naciones Unidas. Como estipula el capítulo XV de la Carta de las Naciones Unidas, es el "funcionario de mayor rango de la organización". Debe informar a la Asamblea General cada año - un mecanismo particularmente útil para influir en la agenda mundial - y goza de discrecionalidad para llamar la atención del Consejo de Seguridad ante cualquier amenaza contra la paz y la seguridad internacional.
La Carta, sin embargo, no describe explícitamente sus funciones. Obviamente, este es un cargo que en todo momento se ve influenciado por el contexto político. Dependiendo de las circunstancias, el Secretario General debe esforzarse por encontrar el término medio entre crecerse en su papel o limitarse a seguir estrictamente la letra de la Carta.
Su considerable influencia debe obedecer a los principios de independencia, imparcialidad e integridad. El Secretario General no puede mostrar parcialidad hacia ningún estado en particular. Se debe únicamente a las Naciones Unidas y tiene que tomar sus decisiones con absoluta independencia de cuál sea su estado de origen. Pero al depender del apoyo de los estados miembros, debe encontrar un equilibrio entre los intereses de estos estados y los de la ONU. Con buen criterio, el papel de Secretario General ha sido descrito como el de "un diplomático, un abogado y un funcionario" - a partes iguales.
Ocho son las personas que han ocupado el puesto de Secretario General de la ONU en el pasado. El actual titular, el Sr. Ban Ki-Moon, fue el primero que procedía de Asia Oriental. Fue elegido por primera vez el 21 de junio de 2011 y comenzó su segundo mandato el 1 de enero de 2012. Muchos califican su actuación de decepcionante. En realidad, el Sr. Ban Ki-Moon ha hecho exactamente lo que aquellos que lo eligieron sabían que iba a hacer.
¿Cambiar las reglas?
El artículo 97 de la Carta de las Naciones Unidas establece que el Secretario General "será nombrado por la Asamblea General a recomendación del Consejo de Seguridad".
Tradicionalmente, el Consejo de Seguridad recomienda un solo candidato. Es su prerrogativa escoger un candidato de la forma que considere oportuna, y luego adoptar una resolución recomendando su elección a la Asamblea General. No hay nada en la Carta que impida que el Consejo de Seguridad recomiende varios candidatos, pero la Resolución 11(I) de la Asamblea General estipula que es "deseable que el Consejo de Seguridad recomiende un solo candidato".
Teniendo en cuenta que el Sr. Ban Ki-Moon dejará el cargo el 31 de diciembre de 2016, el proceso para elegir nuevo secretario general está en marcha. El proceso sigue siendo tan antidemocrático como siempre, pero, por primera vez, se le ha añadido algo de transparencia.
La ONU pidió cartas de solicitud formales a los candidatos y que presentaran su visión de la organización en una vista pública. Se trata de medidas sin precedentes que no limitan el poder del Consejo de Seguridad, que decidirá en última instancia qué candidato recomienda, pero indican no obstante una apertura que, como afirma el Presidente saliente de la Asamblea General, Mogens Lykketoft, podría llegar a suponer "un cambio de las reglas del juego".
¿Llegó el momento de que una mujer ocupe el cargo?
Antonio Guterres, el ex primer ministro portugués que sirvió como Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, es el candidato mejor situado para ocupar el cargo, según llas votaciones informales realizadas en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas hasta la fecha.
Los 15 miembros del Consejo de Seguridad, a través de votaciones informales, optan por "alentar", "desalentar" o no emitir opinión sobre los candidatos. Para llegar a convertirse en el próximo Secretario General, un candidato necesita el voto afirmativo de nueve miembros del Consejo y no puede ser vetado por ninguno de los cinco miembros permanentes (China, Rusia, Francia, el Reino Unido y los Estados Unidos), conocidos como los "Cinco Grandes" o "P-5".
Tras la celebración de la cuarta de dichas votaciones el día 9 de septiembre, Antonio Guterres ha consolidado su ventaja sobre los demás candidatos restantes (que son nueve, tras la renuncia el 12 de septiembre de Christiana Figueres, de Costa Rica). Guterres recibió doce votos de "aliento”, dos votos de “desaliento" y un voto "sin opinión". Miroslav Lajcak, ministro de Asuntos Exteriores de Eslovaquia, quedó en segundo lugar, con diez votos de "aliento", cuatro votos de "desaliento", y uno "sin opinión", seguido por Vuk Jeremic, ex Ministro de Asuntos Exteriores de Serbia, y Srgjan Kerim, el ex presidente macedonio de la Asamblea General. Irina Bokova, directora general de la UNESCO, y al parecer la única mujer aún con posibilidades de competir por el puesto, quedó en quinto lugar, tras haber quedado tercera en la anterior votación.
Cabe señalar que todas votaciones informales que han tenido lugar hasta el momento han sido indiferenciadas. Se esperan resultados más claros para principios de octubre, cuando, en una votación con códigos de colores, sabremos si los votos de "desaliento" han sido emitidos por los miembros elegidos o por miembros permanentes del Consejo de Seguridad.
Históricamente, se ha seleccionado el Secretario General sobre la base de un sistema informal de rotación regional. Durante este último año, ha habido además presiones crecientes para elegir a una mujer, así como una amplia campaña para nombrar a un candidato de Europa del Este. Nunca ninguna mujer ni ningún ciudadano de Europa del Este han sido elegidos para el cargo.
Por desgracia, como reflejan los últimos resultados de las votaciones informales, las candidatas van quedando muy por detrás de los favoritos. La Secretaria General de ONU Mujeres, la Sra. Mlambo-Ngcuka, expresó su "decepción y sorpresa" por estos resultados. Irina Bokova, la mejor situada para competir con Guterres, sólo logró llegar en quinto lugar, mientras el resto de las candidatas (Susana Malcorra, Helen Clark, Christiana Figueres y Natalia Gherman) ocupaban la parte inferior de la lista. La esperanza de que se nombre a una mujer parece esfumarse. Aun así, hacer frente a la brecha de género en la ONU continuará sin duda siendo una prioridad, independientemente de quien se haga con el cargo.
Exigir reformas
Más allá de la legítima demanda de que una mujer y/o un ciudadano de Europa de Este asuman el cargo de Secretario General, la naturaleza no democrática del procedimiento de elección sigue siendo un tema clave.
Pedir su reforma no es algo nuevo en la organización. En 2014, la WFM-IGP y varias ONGs enviaron una carta abierta a la Asamblea General y a los jefes de gobierno de los estados miembros sugiriendo varias propuestas para poner fin al procedimiento de elección actual.
La campaña 1 por 7 mil millones - con el apoyo de más de 750 organizaciones de todo el mundo – ha exigido un procedimiento más transparente, la celebración de vistas públicas, y que el Consejo de Seguridad recomiende al menos dos candidatos y no sólo uno.
Algunas de estas exigencias han obtenido respuestas positivas. Por primera vez, se han celebrado vistas públicas con los candidatos; los estados miembros han sido invitados a presentar candidatos; y los candidatos no han sido elegidos a puerta cerrada. Sin embargo, el procedimiento de elección final sigue distando de ser democrático: se deja en manos de cinco países hacer una recomendación que nos concierne a todos.
Mirar hacia adelante
Es preciso cambiar este procedimiento si la ONU quiere evitar caer en los mismos errores que hasta ahora. El criterio que debería guiar el procedimiento de elección debería ser el mérito, ya que la ONU necesita el mejor candidato posible para el puesto - alguien capaz de trascender el papel de mero intermediario y que esté dispuesto, si es necesario, a ir más allá de la letra de la Carta. El género y el equilibrio geográfico deberían ser también, por supuesto, requisitos del nuevo procedimiento.
Las propuestas de la campaña 1 por 7 mil millones en cuanto a la duración del mandato y el número de los candidatos recomendados también deberían implementarse. La independencia se vería reforzada mediante la limitación del cargo a un mandato único de 7 años, con lo que el candidato no tendría que ocuparse de pensar en su reelección. La democracia también se beneficiaría si el Consejo de Seguridad recomendase dos o más candidatos a la Asamblea General, lo que alentaría el debate dentro de la institución.
La transparencia, en un momento en que la confianza en las instituciones alcanza nuevos mínimos en el mundo, debe ser una prioridad muy clara. En la práctica, los miembros permanentes del Consejo de Seguridad son los que eligen lo que más se parece a un líder mundial. Por lo tanto, sería lógico que los ciudadanos y los países entendiéramos como lo hacen. El Consejo de Seguridad debe proporcionar información sobre los resultados de las votaciones formales e informales, diferenciando claramente los votos de los miembros permanentes de los del resto.
En el marco actual, e independientemente del candidato recomendado, sólo nos queda esperar que salga elegido un candidato que no sea demasiado objetable, como ocurrió en 2006. Incapaces como somos, por ahora, de limitar el poder del Consejo de Seguridad de tomar decisiones en nuestro nombre, deberíamos optar por obligarlo a rendir cuentas. Puede que los “Cinco Grandes” no estén de acuerdo con la idea que necesitamos un Secretario General fuerte, dinámico e idealista. Pero el mundo, por supuesto, sí lo está.
Mientras tanto, el gobierno portugués confía en que los méritos de Antonio Guterres le llevarán a ocupar el cargo.
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