Las medidas incluirían tipificar el ecocidio como delito grave y obligar a las empresas de extracción de recursos a trabajar dentro de un marco ecológicamente sostenible. La custodia de los bosques, tierras y ríos se devolverá a las "autoridades consuetudinarias a nivel de familia, clan y tribu".
El modelo político es un intento de combinar "las mejores características" de un Estado democrático liberal -un poder legislativo, un poder judicial independiente, etc.- con planteamientos arraigados en prácticas indígenas holísticas que dan prioridad a la toma de decisiones basada en la comunidad y a los derechos colectivos sobre la tierra. ¿Podrían otras partes del mundo beneficiarse de un planteamiento similar?
Lecciones para el resto del mundo
Como señaló en la conferencia Joan Martínez-Alier, autor de "Environmentalism for the Poor", mientras que el 5% de la población mundial se considera oficialmente indígena, éstos aparecen en el 40% de los conflictos conocidos en materia de justicia medioambiental en el mundo.
El hecho de que las comunidades indígenas suelan vivir en tierras que hasta ahora no han sido objeto de "desarrollo" y, por tanto, suelan ser ricas en recursos, las convierte en objetivo de los modos extractivistas de acumulación de capital. Como tales, la violencia y la resistencia medioambientales suelen ser la consecuencia.
"Los indígenas defienden sus derechos en las fronteras de extracción, motivados por sus propios valores e intereses culturales -sacralidad, identidad y medios de vida- frente a la colonialidad y el racismo", añadió Martínez-Alier.
Pero incluso en el mundo no indígena, donde los trabajadores hace tiempo que fueron arrancados de la tierra y sobreviven a través del mercado, puede servir de inspiración la voluntad de la Visión del Estado Verde de criminalizar el ecocidio y desafiar el "derecho" aparentemente sagrado del capital a explotar la naturaleza sin piedad.
David Whyte, director del Centro de Delitos Climáticos y Justicia Climática de la QMUL, afirmó que las luchas por la justicia medioambiental en Papúa Occidental y en países como el Reino Unido están más íntimamente relacionadas de lo que podríamos pensar.
"Si no protegemos los principales bosques del mundo de los inversores comerciales depredadores, no tendremos ninguna posibilidad de evitar el calentamiento global", explicó. "Sin los bosques del Amazonas, el Congo y Nueva Guinea, el mundo deja de respirar. Las empresas con sede en Londres son las principales beneficiarias de esta situación. Empresas como BP y Unilever, con grandes inversiones en Papúa Occidental, se benefician literalmente de nuestra asfixia.
"La Visión del Estado Verde de Papúa Occidental nos ofrece una salida del ciclo depredador. Nos ofrece la forma más viable de mantenernos a todos respirando y de mantenernos a todos vivos."
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