Paralelamente, su homicidio se produce en medio de varias preocupantes tendencias criminales en su país.
En primer lugar, está la oleada de homicidios por encargo. En enero pasado, varios observadores prendieron las alarmas por los homicidios selectivos en el país, al declarar que cada 28 horas se produce una muerte por encargo en el país. Esto amenazaba con dejar atrás el récord anterior de asesinatos de ese tipo, con 23 registrados en octubre de 2022.
En abril, el jefe de policía de Paraguay Gilberto Freitas culpó de la creciente ola de sicariato a los conflictos entre pandillas paraguayas, que lograron desplazar a grupos brasileños, como el PCC, antes de enfrentarse entre ellas.
En segundo lugar, aunque los índices de corrupción política en el país son condenables, una serie de casos recientes deja ver los extremos a los que llegan. El caso Ultranza, en el que Pecci trabajaba como fiscal, puso en entredicho a un ministro, altos funcionarios de gobierno, élites empresariales y sus parientes. Pecci en persona dirigió algunos de los operativos de Ultranza contra propiedades conectadas con estos sospechosos, según el diario La Nación.
El día después del homicidio de Pecci, InSight Crime entrevistó a varios agentes de organismo antinarcóticos de Paraguay, y estos explicaron que la investigación de Ultranza era fuente de incertidumbre para quienes ya tienen investigaciones abiertas o esperan la apertura de nuevos casos.
“Como todos tienen techo de vidrio, tienen miedo de caer, pero al caer caerán personas muy pesadas y una estructura muy compleja”, comentó uno de los agentes, quien solicitó reserva de su identidad.
En tercer lugar, el país se sitúa en el centro del tráfico de narcóticos en Latinoamérica. Aunque Paraguay no es productor de cocaína, se ha convertido en un eslabón crucial para el trasiego de drogas entre Bolivia y Brasil. Esto ha suscitado los conflictos ya mencionados entre grupos criminales locales y brasileños, como una serie de brutales homicidios entre el PCC y el local Clan Rotela.
Es predecible que esto llevara a un involucramiento creciente de políticos como eslabones del narcotráfico. En una alocución ante el Senado el día del asesinato de Pecci, Esperanza Martínez, legisladora del opositor Frente Guasú, declaró que “el narcotráfico ha mostrado su poder con impunidad […] no puede haber futuro ni desarrollo en un país controlado por el narcotráfico y el crimen organizado".
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Este artículo fue publicado previamente porInSightCrime
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