democraciaAbierta: Opinion

Balance del 2020, el año que vivimos en pandemia

El 2020 parecía un año cargado de oportunidades, y sin embargo fue el de las guerras y de los zoombies. El 2021 será el año para repensarlo todo.

Viviana Krsticevic
14 enero 2021, 12.42pm
Residentes de la favela Santa Marta, en Botafogo, Río de Janeiro, se unen para sanear la comunidad y combatir el avance del nuevo coronavirus el sábado 28 de noviembre de 2020: BRASIL.
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Ellan Lustosa/Zuma Press/PA Images

2020 fue un año que prometía ser especial con sus números redondos. Es cierto que se mantenían los desafíos de seguridad, desigualdad y democracia que veníamos arrastrando desde hace años, las consecuencias de la emergencia climática, las crisis migratorias, la violencia selectiva dirigida a los y las defensores de derechos humanos.

Con todo y todo, me daba ilusión el interés renovado en la necesidad de cambiar las dinámicas de racismo, exclusión, asesinatos y crisis climática que se manifestaba en las marchas y debates públicos, y el cambio de temperatura regional que prometían las elecciones estadounidenses. El 2020 empezaba con más energía para construir una región más igualitaria, más segura más sustentable ¿se acuerdan de las feministas de Las Tesis, Greta y la movilización de millones por la emergencia climática, las marchas indígenas y por la paz?

Y, sin embargo, el 2020 nos sorprendió con una emergencia mundial distópica, de las de serie de Netflix, donde una pandemia hizo añicos parte de la economía, truncó miles de vidas, y afectó profundamente los derechos y las ilusiones de centenares de millones más.

Se generó una experiencia colectiva de dolor y desconcierto que nos unió en lo más primario de la vulnerabilidad de la vida, junto con la experiencia desigual de quienes pudimos enfrentarlo con trabajo, acceso al agua, a los servicios de salud, a espacios que garantizaron las medidas de distanciamiento social.

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La pandemia sirvió de excusa y escudo a actos brutales de violencia manifiesta y silenciosa de norte a sur del continente.

Fue un año donde se profundizaron y magnificaron las desigualdades con un desafío inesperado, con un retroceso de décadas y consecuencias palpables en las que el enemigo invisible se alió con otros más o menos solapados: la discriminación, la tortura, la corrupción, el autoritarismo, la rapiña y la depredación, el hambre, las desigualdades en el acceso a lo digital, los huracanes, la violencia, los seguimientos y asesinatos selectivos. La pandemia sirvió de excusa y escudo a actos brutales de violencia manifiesta y silenciosa de norte a sur del continente. Para muestra un botón: ¿conocen la historia de Anderson Arboleda?

Zoombies

Mi colega Seidy Salas se puso de seudónimo de zoombie para nuestra fiesta virtual en CEJIL jugando con el sistema Zoom de llamadas con el que nos familiarizamos tantas y los zombis. Y su nombre captura la experiencia de irrealidad, muerte y duelos por lo que dejamos atrás, combinadas con la adaptación tecnológica que nos tocó vivir.

Yo, como tantas, perdí a tres personas muy cercanas. Voy cada día con un poco de sensación de zoombie, ahora que me falta un pedazo del pecho y que la pandemia se llevó parte de mi vida. Cada una de nosotras puede escribir un diario del año que vivimos en pandemia, en esa historia triste que no termina aún, con capítulos de revelación, terror, solidaridad, amor infinito, suspenso y esperanzas

2021 seguramente será el año del fin de la guerra contra este enemigo invisible y sus aliados. Y de eso sabemos mucho en América Latina. De las alegrías y las oportunidades únicas que se dan en esos momentos de repensarlo todo y disputar a los factores de poder la captura del bienestar y la democracia; de la imaginación y la solidaridad que surge en estos momentos de crisis; de los sueños estrellados por la desigualdad.

Nos urge un pacto renovado y justo que refuerce y re-imagine el alcance de los derechos, la igualdad, la seguridad, la movilidad humana, el desarrollo sustentable y la democracia.

Por eso, en este año que llega con la devastación de fuegos, huracanes, pandemia e a injusticia, nos dejará la tarea de celebrar entre las lágrimas aprendiendo del pasado. El desafío es reconstruir transformando lo posible, para que se acerque más a las promesas que nos hicimos. Nos urge un pacto renovado y justo que refuerce y re-imagine el alcance de los derechos, la igualdad, la seguridad, la movilidad humana, el desarrollo sustentable y la democracia.

Y lo curioso es que esta vez, la pandemia y sus consecuencias nos cruzan regional y mundialmente. Todos y cada una fuimos tocados por esta guerra y las dinámicas que profundizaron su impacto. Por ello, ojalá la tarea de repensar las soluciones sea de las mismas dimensiones. Que los esfuerzos individuales, comunitarios, nacionales, regionales e internacionales apuntalen los valores y objetivos compartidos.

Para empezar recojo los de las constituciones y los tratados: de igualdad, prosperidad, buen vivir, democracia, libertad, justicia, respeto por la tierra y la dignidad de las personas, solidaridad, de tener la oportunidad de desarrollarnos en nuestra comunidad.

Preguntas para el año que empieza

Acá van mis preguntas para algunos de los desafíos para empezar el debate para el año que empieza: ­¿cómo damos una respuesta a la enorme crisis humanitaria y de derechos que se da con la migración forzada por la violencia, la pobreza, la persecución y los desastres?

¿Cómo usamos este momento nacional y regional para limitar la captura del poder estatal y económico por los grupos de poder de hecho?

¿Cómo garantizamos que los esfuerzos de reconstrucción, reactivación y respuesta no potencien la devastación ambienta, la violencia y la desigualdad?

¿Cómo aseguramos que las vacunas se distribuyan de manera justa y segura en la región?

¿Cómo nos aseguramos que quienes denuncian, reclaman, defienden derechos, reclaman las promesas de las constituciones, puedan hacer su trabajo en libertad?

¿Cómo garantizamos que la virtualidad deje de ser un privilegio y el acceso a internet sea más democrático?

¿Cómo repensamos nuestras vidas para dejar atrás a los zoombies y aferrarnos a los sueños que nacieron en medio de la pandemia?

Así el 2021 empieza con un abrazo, celebrando que estamos vivas, y con muchas preguntas que no podemos resolver solas.

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