A principios de marzo de 2020, justo antes de que el novedoso coronavirus explotara en los titulares de todo el mundo, el Relator Especial de las Naciones Unidas sobre la situación de los defensores de los derechos humanos, Michael Forst, presentó un informe ante el Consejo de Derechos Humanos sobre una pandemia mortal en Colombia: los defensores de los derechos humanos, especialmente los que defienden su territorio y el medio ambiente, estaban muriendo a niveles alarmantemente altos debido a los índices incontrolados de violencia, amenazas y una impunidad sin freno.
Meses más tarde, con las cuarentenas en curso y el aumento del número de muertes, un informe de Global Witness calificó a Colombia como la zona cero para los defensores del medio ambiente. En el mismo documento también se estableció que de los países más mortíferos para la defensa de los derechos ambientales en todo el mundo, cinco se encontraban en América Latina.
Según el informe, "más de dos tercios de los asesinatos de defensores de los derechos humanos tuvieron lugar en América Latina" y los asesinatos en Honduras aumentaron de cuatro en 2018 a 14 en 2019, convirtiéndose en el país con el mayor aumento porcentual. Mientras tanto, en el Amazonas se produjeron 33 muertes, el 90% de ellas en el Brasil.
Lamentablemente, los datos muestran que cuando no se controla, la violencia contra los defensores es viral. Además, si no encontramos un tratamiento adecuado, sólo seguiremos perdiendo la mejor línea de defensa contra la destrucción de nuestros bosques, selvas, ríos; y la preservación de la igualdad y la democracia.
En el día de los defensores de los derechos humanos, he aquí tres principales lecciones del año 2020 que pueden guiar nuestra importante labor de defensa de los que defienden nuestros derechos y el medio ambiente en el nuevo año:
En primer lugar, cualquiera de nosotros puede ser un defensor de los derechos humanos desde el momento en que protestamos pacíficamente en las calles, litigamos casos en un tribunal o denunciamos crímenes en línea.
Reconocer el valor de los DDHH apoya nuestra propia capacidad de disentir y soñar. La violencia y las amenazas no deben ser naturalizadas como el peaje necesario para la defensa de los derechos. Según una encuesta mundial de 196 defensores de los derechos humanos realizada por el Centro para la Justicia y el Derecho Internacional y finalizada a principios de 2020, el 85% de los participantes tenían, o conocían de primera mano, a alguien que había recibido alguna forma de amenaza debido a su trabajo.
En América Latina y el Caribe, donde se recibió la mayoría de las respuestas, aproximadamente el 95% de los defensores de los derechos humanos respondieron que creían que no se enfrentarían a amenazas si no participaban en su actual activismo, frente al 60% de otras regiones.
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