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La lucha contra la pobreza energética de Cádiz

Vientos de esperanza: en el sur del Estado español, un Ayuntamiento progresista lucha contra el desempleo y la pobreza energética.

Julio Camacho
12 mayo 2018
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Fotografía cedida por el Plan de Acción contra la Pobreza Energética.

Fotografía cedida por el Plan de Acción contra la Pobreza Energética.Miguel Herrera nunca supo que malgastaba energía y que pagaba más de lo necesario. “Yo no tenía ni idea, no sabía descifrar la factura”, explica este habitante de Cádiz, en el sur de España. A este gaditano lo llamaron un día desde el Plan de Choque contra la Pobreza Energética para ofrecerle hacer un curso sobre consumo energético. Y fue.

“He cambiado la potencia contratada y la tarifa, y he ganado conciencia a través del bolsillo, porque duele el bolsillo, al fin y al cabo”, relata desde su pequeña casa Miguel Herrera. Ha aprendido a “no malgastar” el dinero, algo que, para él, en una precaria situación económica, es una victoria. 

A ganar ese partido le ayudó María Isabel Martín y el equipo que coordina. Tras 22 años trabajando, Martín se quedó en paro. En esa situación de desempleo, apareció la oportunidad que le brindaba el Ayuntamiento de Cádiz, que ha alumbrado un proyecto piloto. Ha formado a ocho personas desempleadas como asesoras energéticas y las ha contratado durante nueve meses para que desarrollen el Plan de Choque contra la Pobreza Energética, en el que este equipo asesora a familias gaditanas a optimizar sus contratos energéticos para que paguen lo menos posible. 

En solo tres meses, el plan ha impartido 60 talleres, ha formado en materia energética a 640 personas y ha asesorado en su vivienda a 70 familias, a las que ha enseñado distintas pautas para ahorrar en la factura eléctrica entre un 20 y un 50 %. De hecho, ya se han materializado 224 cambios de contrato bajando la potencia y aplicando la tarifa de discriminación horaria: un dato que revela los conocimientos adquiridos de la ciudadanía que ha asistido a los talleres.

Pasando la página: la lucha contra la pobreza energética

Fotografía: Julio Camacho.

Fotografía: Julio Camacho.El plan cumple así un triple objetivo: la creación de empleo en la capital de la provincia con más paro de España —a principios de 2018 contaba con más de un 30 % de paro, la única provincia en España que supera esta barrera—, la formación de las familias de Cádiz en materia energética y la ayuda a quienes más lo necesitan. Una idea tan ambiciosa como necesaria en España, donde la pobreza energética azota al 11 % de los hogares y las empresas eléctricas son de las más lucrativas de Europa. 

Los de Miguel Herrera y el Plan de Choque contra la Pobreza Energética son solo dos ejemplos concretos del cambio de modelo energético que inició hace 30 meses Cádiz. Su Ayuntamiento creó dos mesas de trabajo permanentes en las que el consistorio, la empresa pública municipal Eléctrica de Cádiz y la ciudadanía colaboran, en un avance metodológico en la línea de la democracia energética.

El cambio es aún “embrionario” tal y como indica el alcalde de la ciudad, José María González. “Empezamos tocando la puerta de la universidad, de las organizaciones ambientales, de los colegios profesionales, de las ONG y de movimientos sociales, y creamos dos mesas de trabajo permanentes en materia de energía” detalla, al tiempo que valora este primer paso como “un buen inicio”. 

González accedió a la alcaldía en 2015, tras unos inesperados resultados electorales que auparon a su partido —Por Cádiz Sí Se Puede— al gobierno local. El alcalde de Cádiz lideró una candidatura emanada indirectamente de un proceso abierto, y casi espontáneo, como fue el movimiento 15M, que copó España de movilizaciones hace años aprovechando el descontento social en el auge de la crisis económica. 

Con la llegada a la alcaldía de esta formación política de nuevo cuño se consumaba un cambio político sin precedentes en Cádiz, gobernada de 1995 a 2015 por el Partido Popular, un partido conservador que generó en esos 20 años una alta deuda municipal al tiempo que la población de Cádiz descendía (ha pasado de casi 150 000 habitantes en la década de 1990 a los poco menos de 120 000 que tiene ahora).

Una ciudad que tenga futuro

Pese a ello, Cádiz fue de las pocas en España que logró conservar una empresa eléctrica con mayoría de participación pública. Eléctrica de Cádiz, suministradora y comercializadora, fue interpretada por el nuevo gobierno local como una herramienta para articular “un cambio de modelo energético en la ciudad que genere empleo y bienestar”.

Y en esa mirada estuvo el primer paso. El alcalde de Cádiz considera que “poder controlar cómo se produce y se gestiona la energía que necesita una ciudad es ganar soberanía. Y poder priorizar las necesidades de las personas es ganar en derechos”. Eléctrica de Cádiz había sido, hasta entonces, tan solo una empresa que facturaba más de 35 millones de euros al año y suministraba 380 millones de kilovatios/hora (kW/h) a más de 60 000 clientes. Un eje económico de primer nivel en un rincón cada vez más empobrecido como Cádiz que no era aprovechado como palanca de cambio. De hecho, no producía ningún kW/h renovable en la ciudad.

"Para mí el punto de partida es el deseo de construir una ciudad que tenga futuro. El pensar en el futuro, el querer construir el futuro con la ciudadanía, la universidad y las empresas desde la administración."

“Tener una empresa así es una ventaja enorme respecto a otros municipios, pero aquí además hay necesidad de un cambio de modelo de ciudad para que no se base sólo en el turismo. Además, hay voluntad de implicar a la ciudadanía en la transición energética”, sostiene Alba del Campo, ideóloga de la estructura participativa con la que se teje hoy en Cádiz el cambio de modelo energético.

Del Campo es periodista y realizadora de los documentales ‘#Oligopoly2. El imperio eléctrico contra todxs’ y ‘#OligopolyOFF. Empieza la revolución energética ciudadana’, además de integrante de la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético. Actualmente trabaja para la formación política que gobierna en la ciudad de Cádiz, aunque lo hace como asesora en la Diputación Provincial de Cádiz. Sus reflexiones revelan rápidamente ese perfil reivindicativo, ese activismo energético desde una evidente óptica feminista.

“Los obstáculos se sortean mientras se camina”, afirma con la seguridad de quien tiene un bagaje considerable en el activismo. 

Su llegada a Cádiz ha contribuido a la generación de nuevas redes de trabajo y de nuevas estructuras para luchar contra la pobreza energética. Del Campo coordina la Mesa de Transición Energética de Cádiz, uno de los dos nuevos órganos municipales participados por la sociedad civil e impulsados por el Ayuntamiento de Cádiz. También se creó la Mesa Contra la Pobreza Energética.

Ambas mesas nacieron como ejes para lograr una transición energética justa. “Para mí el punto de partida es el deseo de construir una ciudad que tenga futuro. El pensar en el futuro, el querer construir el futuro con la ciudadanía, la universidad y las empresas desde la administración”, explica Del Campo.

Diálogo, herramientas y voluntad política

La comunidad en la que se quiere alumbrar el cambio está marcada por una historia combativa  y por un gran pulso de reivindicación obrera que, no obstante, está costando traducir a las nuevas dinámicas de participación ciudadana, anquilosadas en el imaginario social de la ciudad en las anquilosadas asociaciones de vecinos que han perdido hoy día toda vigencia. Los agentes a los que se quiere implicar en el cambio no han tendido demasiados puentes en un lugar donde el tejido empresarial y el investigador están aprendiendo, ahora, a crecer. 

La Universidad de Cádiz (UCA) está haciendo un esfuerzo por afianzarse desde los primeros años de la década de 2010, en un papel protagonista en la ciudad desde la investigación ligada al mar, con propuestas urbanísticas y un constante intento de vincular su labor al progreso de Cádiz. Por su parte, Cádiz es una ciudad huérfana de grandes empresas que puedan actuar como mecenas de iniciativas sociales; el mapa empresarial está marcado por la inestabilidad y una abrumadora mayoría de pequeñas empresas que no llegan a 10 trabajadores. Por eso el trabajo no es fácil ni los resultados inmediatos. 

Fotografía: Julio Camacho.

Fotografía: Julio Camacho.La Mesa de Transición Energética de Cádiz reúne cada dos semanas a distintos agentes sociales, está abierta a la participación de la ciudadanía y ha organizado durante dos años una campaña de alfabetización energética por barrios de la ciudad. Además, la Mesa de Transición Energética de Cádiz ha propuesto distintas medidas a adoptar por el Ayuntamiento de Cádiz y Eléctrica de Cádiz. La primera fue que la empresa hiciera el cambio de la certificación de la energía suministrada a 100 % renovable, un extremo que Eléctrica de Cádiz cumple desde 2017. La compañía, asimismo, va a intentar desarrollar la energía solar.


Cádiz, una de las ciudades más soleadas de Europa, cuenta con unas 3000 horas de sol al año. Sorprendentemente, nadie había aprovechado este potencial… hasta ahora. Eléctrica de Cádiz aprobó en 2017 el desarrollo de una nueva línea de negocio renovable que ha desembocado en la reciente inauguración de su primera instalación de autoconsumo.

Otro objetivo, en este caso marcado por el Pleno municipal —haciéndose eco de una demanda social— fue la creación de un bono social alternativo al del Estado que asegurara el acceso a la energía de las familias más vulnerables. La propuesta preveía que el bono fuera diseñado en una mesa de trabajo abierta a la ciudadanía y, para ello, se creó la Mesa contra la Pobreza Energética.

"Hay que abrirse a la coproducción de las políticas energéticas y combatir el analfabetismo energético."

La pertinencia de contar con esta herramienta alternativa residía en que, desde 2009, la única ayuda estatal en materia de pobreza energética dejaba fuera al 80 % de las familias gaditanas solo por el hecho de que su suministradora fuera Eléctrica de Cádiz y no una comercializadora de referencia, como las grandes compañías nacionales Endesa e Iberdrola.

En la Mesa Contra la Pobreza Energética se desarrolló un proceso participativo para diseñar el bono social gaditano y la propuesta se concretó con la colaboración de numerosos colectivos. La iniciativa, la primera de España que surge como alternativa al bono estatal, establece como requisito la formación del beneficiario para bonificar una cantidad de energía y potencia suficiente para que cada familia pueda desarrollar una vida digna según sus necesidades energéticas. 

El bono social ya está aprobado, si bien debe sortear aún obstáculos que las estructuras de poder creadas con anterioridad a la llegada de los nuevos responsables políticos siguen poniendo en el camino para que la transformación avance.

“Hay que abrirse a la coproducción de las políticas energéticas y combatir el analfabetismo energético, pero si no hay voluntad de aplicar lo que los espacios de participación energética proponen, no sirve de nada”, reflexiona José María González, quien cree que para que un modelo así funcione “hace falta diálogo, herramientas y voluntad política a largo plazo”.

Una democracia energética radical

En 30 meses, la experiencia de transición energética en Cádiz acumula varios hitos destacables, todos jalonados por el principio de democracia radical para un futuro de ciudad y de conciencia energética. El alcalde de Cádiz incide en que este presente se desarrolla con vocación de futuro. 

“La estrategia es creer en la gente, generar espacios que permitan una participación efectiva y real de manera permanente. La estrategia es creerse lo de la democracia radical y tratar de ponerla en práctica, lo cual, evidentemente lleva tiempo y disgustos también, porque hay dinámicas perversas y luchas de poder, pero nuestra obligación es intentarlo. Soy profesor y creo en el cambio de mentalidad, en la política como escuela, en la acción pedagógica”, recalca.

"La estrategia es creerse lo de la democracia radical y tratar de ponerla en práctica."

No debe obviarse una de las derivadas más importantes de este nuevo modelo: la generación de empleo. Primero, con el Plan de Choque contra la Pobreza Energética, y después con la instalación de una planta industrial en la ciudad de la empresa Torrot, que quiere ligar su proyecto de construcción de vehículos eléctricos para la movilidad sostenible a la marca de energía limpia que está creando Cádiz. La planta, que comenzará la producción a finales de 2018, comprende una inversión de 12 millones de euros y la creación de un centenar de puestos de trabajo en la primera fase, una plantilla ampliable a 200 efectivos en próximos años.

No es de extrañar, por tanto, que el recorrido de este nuevo modelo haya llamado la atención de otras ciudades que quieren comenzar a navegar como Cádiz, un istmo donde sus habitantes sienten el viento como parte de la identidad de este rincón del sur de España.

Ahora, en esa ciudad tan despeinada, sopla además del levante y del poniente otro viento que empieza a recorrer la conciencia y la realidad de muchos gaditanos: el viento de cambio de la transición energética que silba en cada vez más ciudades del mundo que se suman a la lucha contra el cambio climático.

¿Qué lecciones podemos aprender de este proyecto? ¿Has participado en alguna iniciativa parecida? ¿O conoces a alguien que lo haya hecho? Comparte tus comentarios en el apartado abajo y ayúdanos a generar una base colectiva de conocimiento.

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