Decir que las tecnologías móviles, las redes sociales y el aumento en la conectividad han tenido un enorme impacto en la investigación sobre los derechos humanos no es nada nuevo. Las organizaciones de derechos humanos llevan décadas utilizando las nuevas tecnologías para su trabajo. Los investigadores y activistas han establecido nuevos flujos de trabajo, se cuenta con procesos para verificar que una imagen muestre lo que dicen que muestra y la comunidad de derechos humanos ha reflexionado sobre cómo proteger a las personas representadas en las imágenes que se descubren. Aunque se ha escrito mucho sobre estos cambios, se ha prestado poca atención a la manera en que esta clase de trabajo afecta a los investigadores de derechos humanos. Se ha hablado poco sobre cómo las organizaciones necesitan abordar la salud mental de los investigadores que trabajan en sus oficinas centrales en Londres, Nueva York o Ginebra. ¿Cómo pueden las organizaciones aumentar la resiliencia contra el trauma indirecto del personal que trabaja no en la primera línea física, sino en la primera línea digital?
Puede ser peligroso o complicado entrar a algunos países para realizar investigaciones.
Tradicionalmente, la investigación de derechos humanos se lleva a cabo en el campo. En condiciones ideales, por supuesto, esto sigue siendo así. Sin embargo, puede ser peligroso o complicado entrar a algunos países para realizar investigaciones. Hoy en día, gracias a la disponibilidad de sensores de imagen móviles de bajo costo y a la mejora de las conexiones de red, la investigación de derechos humanos puede hacerse desde la seguridad relativa de las oficinas centrales. Dentro de este progreso hay un gran problema para los investigadores. Los videos y las fotografías que muestran violaciones de derechos humanos o crisis humanitarias en lugares lejanos a menudo son capturados en los teléfonos celulares de las personas que son víctimas de esas posibles violaciones o crisis humanitarias. Los capturan sin orden ni concierto, con el objetivo de dar a conocer su difícil situación. Es necesario verificarlos, y a menudo muestran las crudas secuelas inmediatas de un suceso violento, como las masacres en el conflicto sirio o las ejecuciones extrajudiciales en Nigeria.

Pixabay (Some rights reserved)
Traditionally, human rights investigation is conducted in the field. Ideally, of course, this is still the case. However, it can be dangerous or difficult to enter some countries to conduct investigation.
Aunque los investigadores de derechos humanos saben que tienen que usar este contenido, para ver si puede convertirse en evidencia para actividades de incidencia o para recursos legales, a menudo ven contenido mucho más sangriento y explícito que el que un investigador tradicional llegaría a ver alguna vez. Como señaló un periodista que ha trabajado en la primera línea y con contenido digital: “Observas [violencia] mucho más con el UGC [contenido generado por usuarios]. Estás expuesto a más material visual intenso que los curtidos camarógrafos de guerra en Sarajevo a mediados de la década de los 1990, porque las imágenes te llegan de todos lados; incluso más que en lugares como Jerusalén, por ejemplo. Yo estuve ahí en el apogeo de la intifada y todo el tiempo entraban y salían volando partes de cuerpos por la oficina, pero ahora hay mucho más de lo mismo”.
En 2016, Amnistía Internacional puso en marcha el Cuerpo de Verificación Digital: una red de estudiantes voluntarios basados en universidades de todo el mundo capacitados en la verificación del contenido de las redes sociales. Su objetivo era ayudar a Amnistía con sus investigaciones, además de ayudar a otras organizaciones y proyectos cuando fuera posible. Todos los voluntarios reciben capacitación en habilidades de investigación de fuentes abiertas y también capacitación sobre resiliencia. De hecho, no se le permite a ningún voluntario participar en el Cuerpo de Verificación Digital sin antes haber recibido estas dos capacitaciones.
Incluir esta clase de capacitación sobre traumas indirectos es fundamental para este programa y otros similares. La edición más reciente del Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, publicada en 2013, se actualizó para clasificar el hecho de ver videos de sucesos traumáticos como una de las vías hacia el trastorno de estrés postraumático, si forma parte del trabajo de una persona. Si, como representantes del Cuerpo de Verificación Digital de Amnistía, no lográramos aumentar la resiliencia de los individuos que trabajan con imágenes traumáticas, estaríamos faltando en nuestra obligación de proteger a los voluntarios.
Por desgracia, muchas organizaciones todavía no están haciendo incluso esta debida diligencia básica. Las investigaciones han demostrado que los profesionales que trabajan con este contenido se ven afectados por el mismo, pero las organizaciones no están respondiendo. En mi opinión, esto se debe a tres razones principales. En primer lugar, la velocidad del cambio. La rápida expansión de la publicación de fotografías y videos en las redes sociales ha sorprendido incluso a los observadores de la tecnología más entusiastas. Dado que cada vez se comparte más y más contenido, y debido al rápido desarrollo de nuevas técnicas de investigación de fuentes abiertas, las organizaciones de derechos humanos se han visto obligadas a interactuar con el contenido proveniente de las redes sociales aun sin tener la capacidad de establecer procesos para ello. En segundo lugar, la respuesta a esta velocidad ha sido, en general, una falta de conciencia entre los directivos. Muchos gerentes no han trabajado en un entorno con contenido de redes sociales y, por lo tanto, no es seguro que estén conscientes de los flujos de trabajo relacionados con la obtención y la verificación del contenido, y del angustiante impacto que pueden tener. En tercer lugar, debido a la velocidad y a la falta de conocimiento sobre cómo funcionan los entornos de redes sociales, los investigadores de redes sociales rara vez reciben capacitación sobre resiliencia y sobre cómo lidiar con estos entornos. Además, no se sienten capaces de hablar sobre los problemas que están enfrentando con sus gerentes (que no entienden el trauma indirecto) y tienen miedo de que esto pueda tener efectos perjudiciales en sus carreras.
Tradicionalmente, las organizaciones han ofrecido atención y capacitación de resiliencia a los miembros del personal que trabajan en misiones en la primera línea física. Por supuesto, esto es importante. Sin embargo, se necesita que esta capacitación también abarque a las personas que trabajan con imágenes inquietantes en las redes sociales; es decir, las personas que están en la primera línea digital. Los gerentes y las estructuras organizativas deben tomar en cuenta el trauma indirecto o secundario y el riesgo asociado de padecer trastorno de estrés post-traumático. Aunque en cierta medida se reconocen las necesidades de salud mental del personal que trabaja en zonas peligrosas, existe un estigma relacionado con el bienestar mental y el hecho de ver imágenes inquietantes en las oficinas centrales de una organización. Es necesario eliminar este estigma (y los consecuentes obstáculos a la búsqueda de ayuda) para que los investigadores que encuentran y verifican el contenido proveniente de las redes sociales puedan crear conciencia sobre las violaciones de derechos humanos de manera eficaz. Si bien las actitudes están cambiando, aún es necesario que las organizaciones cooperen y comprendan mejor la relación entre ver imágenes en las redes sociales y el trauma indirecto.

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