
Pedro Sánchez, Presidente del Gobierno de España, hablando con la prensa en la sede de la Comisión Europea en Bruselas tras la cumbre informal sobre inmigración del 24 de junio de 2018. NurPhoto/Press Association. All rights reserved.
En los últimos diez años, los partidos socialdemócratas de los países más poblados de la UE han quedado empantanados en aguas estancadas y seguirán luchando por salir de ellas en los próximos años, a menos que cambie el tablero de juego.
El cambio podría venir de la mano de Pedro Sánchez, actual Presidente del Gobierno de España, y su punto de inflexión sería la intención de Sánchez de darle la vuelta al enfoque que España ha venido dando al tema de la inmigración.
Desde finales de los años noventa, los enclaves españoles de Ceuta y Melilla en el norte de África se "blindaron" con vallas con el objetivo de proteger la integridad territorial de España y mantener fuera de sus fronteras a los inmigrantes.
Durante los últimos 7 años de gobierno de Rajoy, la actitud hacia el tema de la inmigración no fue precisamente un ejemplo de finura y España se hizo famosa por la dureza de su política migratoria que provocó frecuentes disturbios y constantes escaramuzas entre las patrullas policiales españolas y grupos de inmigrantes que intentaban saltar las vallas.
Hace pocos días, el nuevo presidente español se comprometió a eliminar las cercas de alambre y cuchillas - las tristemente famosas "concertinas" - en Ceuta y Melilla, en lo que representa un cambio notable de enfoque político del fenómeno de la inmigración.
Pero parece que ahora las cosas están a punto de cambiar. Hace pocos días, el nuevo presidente español, en un programa de radio de Onda Cero, se comprometió a eliminar las cercas de alambre y cuchillas - las tristemente famosas "concertinas" - en Ceuta y Melilla, en lo que representa un cambio notable de enfoque político del fenómeno de la inmigración.
Podría ser éste un punto de inflexión no solo para el partido de Sánchez, el PSOE, sino para el futuro de la socialdemocracia en la Unión Europea. El impacto de este cambio, sin embargo, podría ir en un sentido u otro.
Según el politólogo Ernst Hillebrand, la inmigración, junto con el terrorismo y la crisis económica, es uno de los principales problemas políticos del segundo milenio y el escollo contra el que se han estrellado, como olas, las propuestas endebles de los partidos de centro izquierda europeos en las campañas electorales recientes.
La incapacidad de las fuerzas de centro izquierda tradicionales para abordar el problema de la inmigración y ofrecer una propuesta alternativa a la narrativa de la extrema derecha sobre este "trending topic" ha sido el iceberg que ha provocado el hundimiento de los buques de la izquierda y de la izquierda moderada en toda la UE .
Dos ejemplos elocuentes de esta impotencia son la trayectoria del Partido Democrático italiano (PD) y del Partido Socialista francés (PS) en las últimas elecciones (2018 en Italia y 2017 en Francia).
El PD obtuvo unos resultados desalentadores (18,8% de los votos), casi un 8% menos que en las elecciones anteriores, y la pesadilla del PS fue incluso peor: totalizó 7,44% de los votos en las elecciones legislativas y 6,36 % en las presidenciales, pasando de los 10 millones de votos que obtuvo Francois Hollande en 2012 a los 2 millones de votos de Benoît Hamon en 2017.
Ambos partidos sufrieron el castigo de los electores por presidir el gobierno saliente, pero el precio que pagaron fue todavía más alto debido a su incapacidad para abordar estructuralmente el fenómeno de la inmigración y proponer medidas concretas, lo que les hizo perder votos a favor de las fuerzas de extrema derecha y/o populistas.
En comparación con estos dos partidos, el PSOE y Pedro Sánchez tienen una gran ventaja: saben dónde está el iceberg y de qué materiales está hecho. Sin embargo, deberán dar con el rumbo adecuado para circunnavegarlo minimizando daños si quieren llevar la nave a buen puerto (quien sabe si para luego emprender otro glorioso viaje).
El futuro de los partidos socialdemócratas de la UE va a depender muy probablemente de cómo el PSOE aborde el tema de la inmigración y del efecto cascada que podría desencadenar.
Dejando las metáforas a un lado, esto significa que "Pedro el Guapo" y su equipo tendrán que encontrar una propuesta de solución alternativa para el problema que vaya más allá del "todo el mundo es bienvenido" y que rechace, al mismo tiempo, la habitual narrativa de la extrema derecha.
Una propuesta que exija a la vez compartir la carga, aplicar los mecanismos de solidaridad de la UE y establecer cuotas obligatorias (no voluntarias) de refugiados, y que apueste por soluciones a largo plazo, como control de flujos, ayuda al desarrollo y esfuerzos políticos por parte de la UE para estabilizar las regiones mediterránea y subsahariana.
En resumidas cuentas, el futuro de los partidos socialdemócratas de la UE va a depender muy probablemente de cómo el PSOE aborde el tema de la inmigración y del efecto cascada que podría desencadenar.
En las próximas elecciones europeas, previstas para mayo de 2019, los socialistas españoles aspirarán a obtener los 54 escaños que tienen hoy en el Parlamento Europeo. No obstante, si pudieran hallar en ese momento una propuesta de compromiso innovadora sobre inmigración, las otras fuerzas de centro izquierda europeas podrían replicar el modelo del PSOE y beneficiarse de un alentador efecto expansivo, revirtiendo así la tendencia negativa que han experimentado hasta la fecha.
Pero si los socialistas españoles no consiguen encontrar dicha solución de compromiso, irán desapareciendo gradualmente del mapa político como les está sucediendo a otros partidos socialistas y de centro izquierda, y se desaprovechará así la última oportunidad de supervivencia que le queda a la socialdemocracia en la UE.
¡Se te desea suerte, Pedro! La vas a necesitar.
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