
Fotos por Kate Stanworth - www.katestanworth.com / Todos los derechos reservados
Los últimos meses de 2017 han estado caracterizados por debates globales en relación con el reconocimiento de nuevos estado-nación y las consecuencias de estas decisiones en relación al orden global y la ampliación (o limitación) de los derechos ciudadanos.
Desde Europa hasta Medio Oriente y África, estamos discutiendo abiertamente, por ejemplo, cuales son las condiciones para reconocer un nuevo país; cuáles son las consecuencias políticas de este reconocimiento en términos de estabilidad socio-política y económica, inclusión y derechos ciudadanos; o cuáles son los corolarios en términos de prevención de conflictos y mantenimiento de la paz en el largo plazo.

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Pienso, por ejemplo, y solo por nombrar algunos casos, la lucha política en Catalunya, el referéndum de independencia en Kurdistán, el debate continuo en relación a Palestina -hoy renovado en tiempos de Trump- y la actual guerra civil en uno de los países más nuevos, internacionalmente respaldado, Sudán del Sur.
Hace veintiséis años, Somalilandia declaró unilateralmente su independencia de Somalia.
Mientras tanto, en Somalilandia -norte de Somalia, África oriental- los somalilandeses, en silencio y con confianza, continuaron concretando sus propios sueños de creación de un estado-nación: en los últimos meses,
Somalilandia organizó su tercera elección presidencial -que tuvo lugar el 13 de noviembre-, demostrando la fortaleza de su régimen electoral, su sistema de partidos y su construcción institucional híbrida. Todo, con el deseo de, un día, ser reconocida por el mundo como una entidad política con derecho propio. Hace veintiséis años, Somalilandia declaró unilateralmente su independencia de Somalia. Ahora disfruta de paz y estabilidad en un contexto regional volátil y violento. Sin embargo, Somalilandia no es reconocida por ni un solo país.

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Más allá de esto, durante todos estos años, los somalilandeses, paso a paso, han superado los desafíos sociopolíticos y económicos más complejos y, con poco o nada apoyo de la comunidad internacional, han co-creado lo que hoy se considera un ejemplo único de paz. Esto atrae la atención de muchas personas como nosotros que buscamos comprender cómo los ciudadanos locales organizados pueden (y deben) diseñar sus propias soluciones a la guerra civil, la inseguridad, la pobreza, los problemas ambientales y la inestabilidad.
Un caso único de construcción de paz y de un Estado-nación en el Este de África
Somalilandia es un ejemplo exitoso de construcción de paz y Estado-nación. A diferencia de otros países africanos, que aún sufren diversos conflictos violentos e intervenciones internacionales imperfectas y/o militaristas, en Somalilandia, los ciudadanos locales fueron y son los quienes lideran los procesos socio-políticos internos, creando y sosteniendo un orden legitimado.
El final de la guerra civil fue posible debido a la implementación de un modelo de negociación entre clanes, llevado delante de manera totalmente local: un sistema consuetudinario de mediación respaldó la reconciliación a partir del "olvido social", el diálogo para promover la paz y la escritura y aprobación de una constitución nacional.
Desde 1991, los clanes locales organizaron y autofinanciaron varias conferencias de paz entre clanes, llevaron adelante asambleas de base que se ocuparon de temas diversos -desde reconciliación a cuestiones constitucionales y de formación institucional. Todo esto, siguiendo las costumbres locales: una conferencia indígena podía durar varios meses, se basaba en el compromiso implícito de búsqueda y construcción de consensos difíciles facilitados por los ancianos locales, e implicaba largas sesiones de discusión celebradas bajo las acacias, inspiradas por poesía milenaria.
El paisaje y la predisposición positiva de las personas fueron la puerta de entrada a lo que se llama "atención comprensiva" y el interés mutuo, dos precondiciones para generar acuerdos colectivos, nuevas ideas, decisiones grupales y, finalmente, crear un país. Todo, logrado a pesar de diversos desafíos, incluidos estallidos violentos entre reuniones[1].
Hay un proceso de diálogo que, actualmente, es mediado por Turquía.
Hoy, Somalilandia tiene consejos locales, un parlamento bicameral -incluyendo el "Guurti" formado por ancianos indígenas y una cámara con representantes elegidos en elecciones democráticas-, sus instituciones ejecutivas -que incluyen varios ministerios especializados-, un banco central y una moneda local, un presupuesto que financia la política pública nacional (el Plan Nacional de Desarrollo y otras políticas) y varias representaciones internacionales que funcionan en el exterior como "embajadas".
Somalia no reconoce la declaración de independencia de Somalilandia. Como consecuencia, hay un proceso de diálogo que, actualmente, es mediado por Turquía[2].
Legitimidad: un Estado creado por y para los ciudadanos locales
Muchos estudios brindan evidencia sobre la legitimidad del proceso de paz de Somalilandia y su proceso de construcción de Estado: "Somalilandia tuvo más éxito en legitimar el Estado a los ojos de sus ciudadanos porque este proceso estuvo basado en nociones culturales que ni el colonialismo ni el "socialismo científico" pudieron erradicar ... Somalilandia podría, de hecho, ser visto como la primera forma de gobierno africana moderna indígena que implica formas tradicionales de organización basadas en la reafirmación de la identidad de linaje y la territorialidad dentro de un marco democratizador que hace hincapié en la autosuficiencia" (Kibble, 2001).
En definitiva, el Estado-nación de Somalilandia fue demandado y co-creado por sus mismos ciudadanos y a partir de las dolorosas lecciones por la guerra interna, las luchas posteriores a la independencia y las opciones políticas divergentes en los tiempos de la Guerra Fría.

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En este contexto, y lo que es más importante, la gente de Somalilandia depositó su fe en el sistema consuetudinario y nativo, que pudo proporcionar seguridad y previsibilidad durante el largo y doloroso proceso político posterior a la independencia y la reconstrucción posterior a la guerra civil.
A pesar de la falta de reconocimiento internacional y las diferencias existentes entre los diversos clanes y partidos, se mantienen unidos en la idea de mantener la seguridad de su nación..
Debido a este apoyo de toda la sociedad a la joven democracia, la gran mayoría de somalilandeses defiende y nutre a Somalilandia, a pesar de la falta de reconocimiento internacional y las diferencias existentes entre los diversos clanes y partidos políticos. Contra todo pronóstico, se mantienen unidos en la idea común de mantener la seguridad de su nación, mientras trabajan arduamente para promover más oportunidades de desarrollo para todos.
En conclusión, es importante destacar la prevalencia y el respeto de las políticas dinámicas de legitimación locales que sobresalen en relación con las condiciones e intereses a corto plazo impulsados por "actores internacionales" que participan activamente en otros procesos de paz y construcción del Estado en el continente africano y más allá.
Terceras elecciones presidenciales y el futuro por delante
Como mencionamos anteriormente, en noviembre de 2017, Somalilandia organizó su tercera elección presidencial, coordinada eficientemente por la Comisión Electoral Nacional (CNE). Los candidatos de tres partidos políticos realizaron con éxito sus campañas y la elección resultó en la confirmación, a finales del mes, de Musa Bihi Abdi del Partido Kulmiye como nuevo presidente.
A diferencia de otros países africanos -donde los presidentes permanecen en el poder durante décadas creando un contexto político sofocante-, en Somalilandia, el actual presidente Ahmed Mohamed Mohamoud (Silanyo), también del partido Kulmiye, no se postuló para un segundo mandato.
En los días posteriores al día de la votación, surgieron tensiones entre los partidos políticos, sus seguidores y los clanes asociados, debido a algunos desafíos institucionales (percibidos y reales) vinculados con toda elección que intenta ser bien organizada y transparente. Sin embargo, estos desacuerdos fueron, una vez más, eventualmente negociados con éxito por los líderes locales -de partidos políticos, instituciones y representantes indígenas- con el objetivo de "defender" la paz, la coexistencia y la estabilidad democrática por sobre todo.

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Es interesante destacar que el candidato derrotado declaró abiertamente en una conferencia de prensa días después de las elecciones: "No quiero que mi deseo de ocupar este puesto (el de presidente) sea una razón para destruir mi país y derramar la sangre de mi pueblo". Como mencionó Edna Anan -una de las líderes sociales locales más reconocidas- en una de las reuniones públicas organizadas después del día de las elecciones: "sobre todo, los somalilandeses reconocen que con la democracia todos ganan".
El 21 de noviembre, la Comisión Electoral Nacional declaró el resultado final. El 28 de noviembre, la Corte Suprema de Somalilandia respaldó el mismo, después de que no se recibieran quejas formales.
Los somalilandeses en todos los rincones del país -desde las zonas rurales desérticas hasta las ciudades más populosas- inundaron escuelas y centros comunitarios para emitir su voto. Los jóvenes -por ejemplo, un grupo de más de 600 jóvenes observadores locales, cientos de estudiantes que constituían la mayoría del personal electoral, policías nacionales y agentes de partidos políticos- trabajaron incansablemente para, una vez más, demostrar su fe en la democracia.
Fue conmovedor ver la movilización social a tal escala para apoyar el derecho a decidir.
Las organizaciones de jóvenes y mujeres están trabajando arduamente para cambiar algunas costumbres tradicionales discriminatorias, peligrosas e injustas.
Si bien las formas tradicionales y nativas de organización siguen siendo muy importantes, las nuevas generaciones comienzan a ingresar rápidamente al espacio público. Comienzan a organizar nuevas iniciativas, como promover debates públicos y presionar por una mayor transparencia y escrutinio público de las negociaciones y prácticas establecidas tradicionalmente por clanes y partidos políticos – en general dominados por hombres.

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Las organizaciones de jóvenes y mujeres están trabajando arduamente para cambiar algunas costumbres tradicionales discriminatorias, peligrosas e injustas. Por ejemplo, durante este período electoral, la nueva empresa social "Inspire" (Inspirar), totalmente creada y dirigida por jóvenes de no más de 30 años, organizó el primer debate presidencial nacional en televisión: todos los candidatos tuvieron que responder a preguntas concretas mientras la nación observaba y debatía abiertamente la calidad de las propuestas y sus opciones.
Las redes sociales se utilizan ampliamente para compartir ideas e información, conectando a todos más allá de cualquier distinción social, de género o de clan. Incluso, Somalilandia podría ser el primer país africano en prohibir la mutilación genital femenina (MGF), según las promesas de todos los candidatos presidenciales.
Somalilandia podría ser el primer país africano en prohibir la mutilación genital femenina (MGF).
Aún quedan muchos desafíos por delante: los nuevos inversionistas e intereses regionales podrían abrir la necesidad de pensar más intensa e inteligentemente en términos de prevención de conflictos y en relación a cuestiones relativas a la soberanía nacional. Por ejemplo, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) han firmado un acuerdo para mejorar el puerto de Berbera y abrir una base militar cercana. Las cuestiones relacionadas con los precios, tenencia y la gestión de la tierra en la zona, así como el manejo transparente de los recursos ya están causando inquietudes y tensiones.
Tan pronto como las inversiones y los fondos para el desarrollo comiencen a llegar al país, Somalilandia podría verse en la necesidad de reafirmar su compromiso en poner a sus ciudadanos y la paz ante y por sobre todo, implementando iniciativas sólidas y medidas que protejan los derechos humanos, prevengan la corrupción y promuevan el desarrollo sustentable y transparente. Del mismo modo,

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Somalilandia debe comenzar a invertir recursos en las áreas de educación, salud, infraestructura y desarrollo socio-económico (a nivel micro y macro), superando años de gastos ligados principalmente a las áreas de seguridad y desarrollo y reforma institucional (hardware estatal).
En definitiva, será vital distinguir si Somalilandia pone los derechos humanos, la paz y la dignidad de los ciudadanos en el centro de cada decisión política futura. Este es el momento de tomar las decisiones correctas.
En momentos en que enfrentamos nuevas preguntas en relación con movimientos secesionistas e independentistas, Somalilandia ofrece ejemplos sobre cómo los ciudadanos pueden organizar sus propios procesos socio-políticos, haciendo oír las voces de los ciudadanos para construir y sostener procesos e instituciones sociales justas que prevalece sin mucha o nada de "ayuda internacional".
Al mismo tiempo, Somalilandia plantea nuevas y viejas preguntas al mundo: ¿cuándo y por qué reconocer la creación de un nuevo país y cuándo esto facilita la paz y la seguridad? ¿Cuáles son las limitaciones y problemas de la intervención internacional -por acción u omisión- cuando el desafío es apoyar la armonía sociopolítica? ¿Puede un país africano convertirse en un ejemplo para el mundo en el respeto de los derechos humanos y la dignidad de los ciudadanos? Eso esperamos.
[1] Para más información sobre el Sistema nativo de negociación y reconciliación utilizado por los líderes en Somalilandia para lograr la paz y construir el Estado-Nación, analizado en términos comparativos con la perspectiva linear-occidental sponsoreada por los grandes poderes internacionales, se puede leer mi investigación “Negotiating Memory and Forgetting: customary law and local politics in post-conflict governance”, 2009 - http://ceciliamilesi.com/global/2014/08/20/research-memory-customary-law-and-peace/
[2] General information about Somaliland in a nutshell: https://en.wikipedia.org/wiki/Somaliland
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