
Noticias falsas, discursos de odio y la consolidación de candidatos de perfil outsider, desmarcados de las lógicas tradicionales de los partidos políticos, fueron elementos que se sumaron a un proceso donde las tentaciones populistas de uno y otro signo se impusieron a las alternancias predecibles en las democracias liberales.
El fuerte carácter presidencialista de las repúblicas latinoamericanas hace que el peso de la personalidad de los candidatos esté muy por encima de la de sus partidos respectivos, favoreciendo una dinámica donde la pretendida conexión directa entre el líder y el pueblo propicia el debilitamiento de las instituciones de control democrático en favor del presidente y sus leales.
Este año 2018 deja a tres nuevos presidentes que, con sus gobiernos incipientes, están empezando a construir un camino de lo que es ya un nuevo escenario político latinoamericano. Atrás quedan los lustros de la marea rosa y enfrente la incertidumbre de unos tiempos agitados para la mayoría de las democracias en el mundo, acechadas desde dentro y desde fuera por las tentaciones autoritarias de los poderosos.
En Colombia, el gobierno de Duque se consolidó para dar continuidad a la tradición de la elite de derecha que gobierna el país desde hace décadas. En contraste, el gobierno del recién posesionado López Obrador en México abandera unas políticas progresistas que acaban con un larguísimo ciclo de hegemonía conservadora, pero cuyo componente demagógico preocupa a las instituciones. Finalmente, el preocupante ascenso de la ultraderecha con Bolsonaro asesta un golpe durísimo e inesperado a las mayorías de izquierda que le precedieron en Brasil.
Es en este contexto postelectoral lleno de contrastes que proponemos una breve evaluación de cada uno de estos 3 presidentes cuando se acaba este año electoral que trajo movimientos sísmicos de gran alcance.
Este año 2018 deja a tres nuevos presidentes que, con sus gobiernos incipientes, están empezando a construir un camino de lo que es ya un nuevo escenario político latinoamericano.
Duque, de la ineficiencia a la impopularidad

Duque reunido con Adm. Craig S. Faller,comandante de la marina estadiunense | Foto tomada de Southcom
El presidente Duque completó sus primeros 100 días con una altísima impopularidad. Su victoria fue incontestable, aunque consolidó por primera vez una oposición de izquierdas que representa una alternativa plausible. Duque ha intentado enfrentar, sin éxito, asuntos gravísimos como el asesinato sistemático de líderes sociales, los nuevos escándalos de corrupción y la continuidad de los acuerdos de paz con las FARC.
Su liderazgo se ha visto debilitado por los asesinatos de hasta 22 líderes sociales desde que asumió el poder, esto sigue poniendo en jaque la estabilidad de los derechos humanos en Colombia. Este contexto de violencia interminable se produce en medio de la incertidumbre de una falta de voluntad política real para implementar la hoja de ruta del posconflicto con políticas adecuadas.
Los escándalos de corrupción profunda, como el de Odebrecht, siguen perforando un entramado en el que hasta el Fiscal General de la Nación podría estar implicado. Este escándalo monumental ya ha incidido en la no continuidad de presidentes en Brasil, Perú y Panamá. Pero en Colombia parece que las élites siguen empantanando un proceso que alimenta la corrosión del sistema democrático en medio de una enorme impunidad.
Iván Duque no ha sabido capitalizar la ventana de oportunidad, nacional e internacional, que ofrecían los acuerdos de paz y la correcta implementación del posconflicto. El cuestionamiento de la justicia transicional, la interrupción del diálogo con el ELN, el relativo fracaso de la reinserción de exguerrilleros y el enquistamiento de la disidencia, el abandono del territorio a su suerte, la proliferación sin control de cultivos ilícitos, la violencia de las bandas criminales... la lista es tan larga como preocupante.
Finalmente, el presidente colombiano se enfrenta a una oposición creciente y muy activa, con importantes y continuas movilizaciones en la calle y con voces de senadores y diputados con peso creciente. Todo augura que veremos temblores continuos en Colombia.
Su liderazgo se ha visto debilitado por los asesinatos de hasta 22 líderes sociales desde que asumió el poder
López Obrador, esperanza, resistencia, e incertidumbre

Primer mensaje como Presidente de México de López Obrador | Foto tomada de Wikimedia
Recién posesionado, AMLO se enfrenta a desafíos enormes si es que quiere cumplir sus ambiciosas propuestas de campaña. Las expectativas desproporcionadas que su elección ha alimentado, calificadas por él mismo como una “cuarta transformación”, han sido tan altas, que ahora se enfrentan a un creciente escepticismo.
La pacificación de la guerra contra las drogas es uno de los temas más urgentes, espinosos y difíciles de su mandato. El objetivo de cambiar las condiciones sobre el terreno con proyectos como la legalización del cultivo de la marihuana para fines lúdicos, o un proceso de amnistía para encarcelados por participar en el narcotráfico a cambio de su colaboración al desmantelamiento de las redes criminales, contrasta con un proyecto de militarización de las fuerzas de seguridad que no se corresponde con estándares democráticos y que, muy probablemente, echará leña al fuego.
Su ambicioso plan de financiamiento se cimenta en acabar con la corrupción y avanzar al máximo en un plan de austeridad. Eliminar todo lujo del gobierno, empezando por convertir la Residencia Oficial del Presidente de Los Pinos en un museo abierto a todo el público; recortarse el sueldo un 60%; viajar en clase turista o vender el avión presidencial, son gestos con alto simbolismo, aunque tachados de demagógicos por sus adversarios políticos. Pero su propósito de reducir los salarios públicos encuentra resistencias por medio de amparos de inconstitucionalidad promovidos por integrantes del Poder Judicial.
Estos antecedentes, y su afición a promover consultas populares directas de dudoso control democrático, ya dejan claro que las reformas enfrentan enormes obstáculos que pondrán en tensión todos los sectores sociales mexicanos. La esperanza de un cambio real más allá de gestos populistas permanece muy alta, pero el terremoto AMLO tendrá muchas réplicas.
La esperanza de un cambio real más allá de gestos populistas permanece muy alta, pero el terremoto AMLO tendrá muchas réplicas
Terremoto Bolsonaro: Brasil se resquebraja

Besatón contra Bolsonaro y Marco Feliciano | Foto tomada de Wikimedia
Con la elección de Bolsonaro, llamado “el mito” por sus fervientes seguidores, temblaron los cimientos de todo Brasil y dejó un país totalmente fragmentado, altamente polarizado y al principal partido de la izquierda en ruinas.
La promesa de acabar con la violencia fue uno de los argumentos principales en campaña. El macabro récord de 63.880 asesinatos en 2017 es intolerable desde todos los puntos de vista. Pero no es claro cómo Bolsonaro conseguirá acabar con esta epidemia a través de propuestas alarmantes de militarización o, inclusive, de liberalización del control sobre el porte de armas.
La figura de Bolsonaro ha generado una enorme inquietud para muchos. En medio de un abierto rechazo nacional e internacional a sus posturas racistas, homofóbicas y antidemocráticas, los ojos del mundo están puestos en la gestión que, a partir de su toma de posesión en Enero 2019 haga su gobierno. Habrá que permanecer alerta para que no se crucen los límites democráticos y se respeten las garantías constitucionales y los derechos humanos.
Los nombramientos de ministros conocidos hasta ahora no auguran nada bueno en este sentido. Habrá que esperar a que se ponga en marcha y ver si “el mito” crece, se disuelve o se derrumba en el ejercicio del poder. Su irrupción inesperada significó un terremoto de dimensiones colosales y quedamos a la expectativa de ver si las grietas abiertas en el edificio de la democracia brasileña son suficientes como para derrumbarla.
Habrá que permanecer alerta para que no se crucen los límites democráticos y se respeten las garantías constitucionales y los derechos humanos
Este año sísmico ha dejado varias preguntas abiertas sobre la democracia en la región. En medio de una creciente impopularidad de las instituciones democráticas, los partidos y los gobiernos, el 2018 ha demostrado que las fibras de la historia empiezan a hilarse de nuevas formas, aunque en demasiados aspectos recuerdan períodos muy negros del pasado latinoamericano.
Pero ante una más que probable gran recesión democrática, podemos asistir a importantes procesos de resistencia y solidaridad ciudadana. Recordemos que, tras el tremendo terremoto de magnitud 7,1 del 19 de septiembre de 2017, en México la población se apresuró a trabajar junta, en un ejercicio emocionante de altruismo y solidaridad ciudadana. Otro ejemplo fresco de solidaridad lo tenemos ante el gran éxodo venezolano o las caravanas centroamericanas. A pesar de los movimientos telúricos del 2018, hay esperanza en América Latina.
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