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La revolución tiene nombre de mujer

En el mundo entero y particularmente en el Cono Sur se está llevando a cabo una revolución cultural y social que implica un cambio de paradigma con respecto a los derechos de hombres y mujeres. English

Camila Ponce
26 marzo 2018
open Movements

La serie openMovements invita a politólogos líderes en sus campos de investigación para compartir sus resultados y sus perspectivas sobre luchas sociales contemporáneas.

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Por Analía Sclavo publicado en Lassimones.org

 

Latinoamérica es una de las regiones que ejerce mayor violencia contra las mujeres. La ONU Mujeres, señala que 14 de los 25 países del mundo con las tasas más elevadas de femicidios están en América Latina y el Caribe y estima que 1 de cada 3 mujeres mayores de 15 años ha sufrido violencia sexual.

En el caso particular del Cono Sur y más específicamente en Argentina, se producía un femicidio cada 18 horas durante el año 2017, cifra que está muy por debajo de las cifras centroamericanas donde por ejemplo en Honduras –el país con mayor número de femicidios– se producen alrededor de 13,3 femicidios por cada 100 mil mujeres.

Así es como, durante el año 2015 se llevaron a cabo importantes manifestaciones en el Cono Sur para protestar contra la violencia hacia las mujeres, cristalizado en femicidios reiterados.

La ola de protestas comenzó por primera vez el 3 de junio del 2015 en ochenta ciudades de Argentina, y estas movilizaciones se repitieron el 3 de junio y el 19 de octubre del 2016. Las movilizaciones del 2016 fueron bastante masivas luego de conocerse el asesinato a Lucía Pérez quien además con solo 16 años fue brutalmente violada y drogada en Mar del Plata.

Del otro lado de la cordillera, fue encontrado el cuerpo de Florencia de 10 años, luego de ser ahogado, quemado y enterrado en el patio de su casa en Coyhaique, por su propio padre. A partir de estos momentos claves para el movimiento feminista, otros países del continente se sumaron a estas movilizaciones y a esta problemática del #NiUnaMenos, como es caso de Chile, Perú y Uruguay.

Con este enunciado se han compartido eventos, textos, imágenes y fotografías en las plataformas online, viralizando aún más esta problemática que aqueja a las mujeres.

La ONU Mujeres, señala que 14 de los 25 países del mundo con las tasas más elevadas de femicidios están en América Latina.

A raíz de esto, emerge una la revolución silenciosa y profunda en las sociedades latinoamericanas y particularmente en Cono Sur, que refiere a un despertar de muchas mujeres, principalmente jóvenes, que buscan en una primera medida, exigir una vida en paz y que no se les mate a diario.

En una segunda dimensión, reapropiarse sus derechos sexuales, laborales y de sujetos. Por último, en una tercera dimensión, deconstruirse y construirse como sujetos, cuestionando así sus prácticas sexuales, sus relaciones de pareja y con el entorno.

Además, es posible observar que esta tercera dimensión afecta principalmente a las subjetividades de los y las activistas latinoamericanos más jóvenes. Ya no solo estamos hablando de más sujetos que salen a protestar a las calles, sino también de otros tipos de activismos que están discutiendo sobre prácticas privadas y políticas que aquejan a las mujeres cotidianamente.

Blogueras, vlogueras –que comparten información a través de videos–, instagramers, humoristas y líderes de opinión, ahora discuten abiertamente sobre la sexualidad, y sobre cuestiones como la autoviolación o la masturbación femenina que lentamente han dejado de ser tabú en estas sociedades.

Así es como la escritora, bloguera y humorista chilena Paola Molina postea en su cuenta de Facebook: “lo personal es político. La forma en que cuidamos y nos relacionamos con nuestro cuerpo y deseos está enseñado para satisfacer a otros y con el deseo de otros queremos y nos validamos a nosotras mismas”.

Cuentas como esta, expresan la necesidad de un cambio en entender la relación con el cuerpo femenino, en cuestionar las relaciones de pareja, las relaciones sexuales y el propio deseo de las mujeres.

Así es como internet se constituye no solo como un espacio de difusión de acciones determinadas como es el día de la Mujer, las marchas por la Ni Una Menos o la difusión del hashtag #MeToo, sino también como un espacio para compartir información y de aprendizaje para muchas feministas jóvenes y no tan jóvenes de toda la región y del mundo entero.

Cada vez son más las iniciativas que buscan cuestionar el patriarcado y generar una reeducación feminista no solo a las nuevas generaciones sino a la población en general.

Otros países cuentan con voces mucho más visibilizadas y reconocidas, como es el caso de Malena Pichot quien partió como bloguera, quien defiende su postura feminista desde el humor y su cuenta de twitter. Desde estas plataformas, Pichot da cuenta como las mujeres son invisibilizadas en los espacios de poder de distintos campos.

Otras plataformas de carácter iberoamericano o latinoamericano, como es el caso de “Proyecto Kalho” o de “Las Simones” buscan educar a mujeres jóvenes respecto a su sexualidad, sus relaciones personales y la relación con el Estado. Cada vez son más las iniciativas que buscan cuestionar el patriarcado y generar una reeducación feminista no solo a las nuevas generaciones sino a la población en general.

Si ponemos nuestra mirada en las activistas jóvenes, observaremos que antes de la #NiunaMenos los colectivos de mujeres estaban mucho más centrados en los derechos de las mujeres, entiéndase derecho a decidir, derecho a abortar, píldora del día después, entre otros.

Mientras que ahora, el foco se sitúa en la violencia contra la mujer y en el propio cuerpo con todo lo que aquello implica. Evidenciándose así, la instauración de conceptos que vienen desde las Ciencias Sociales, como aquellos de Rita Segato y en las gramáticas de los mismos militantes. Segato, habla del cuerpo como territorio y como la sexualidad es un acto domesticador y apropiador del territorio-cuerpo de la mujer.

Así es como, en las últimas marchas del 8 de Marzo se observaron muchas pancartas exigiendo la salida del Estado y de la Iglesia de los úteros de las mujeres, la salida de ese territorio o de ese espacio que ellas consideran como privado.

A partir del 8M de este 2018 queda de manifiesto que las demandas y el movimiento feminista está más activo en lo que va del S. XXI, no solo en algunos países puntuales sino en todo Latinoamérica y a lo largo del globo.

En el caso particular de Chile que acaba de ganar un Oscar –en la mención de película extranjera– con “Una mujer fantástica” de Sebastián Lelio, se ha generado un debate sobre cómo habitamos los distintos cuerpos, qué cuerpos tienen permitido amar, apropiarse de los distintos espacios, y cuáles son las identidades que el Estado finalmente permite.

En el Chile actual, hoy se debate sobre la Ley de identidad de género a pocos días de la investidura de Sebastián Piñera –candidato electo de derecha– como presidente. País donde los transexuales estaban marginados y sus derechos no eran tema de discusión.

En las recientes movilizaciones del 8 de marzo, cientos de mujeres de todas las edades marcharon por las principales avenidas de las ciudades latinoamericanas. Muchas de ellas caminaron con los pechos descubiertos y pintados, otras alzaron lienzos y pancartas con sus demandas exigiendo aborto libre o justicia para las mujeres desaparecidas, otras cantaron canciones como “alerta feminista” o bailaron al ritmo de las batucadas.

En Chile, convocadas por la coordinadora del 8 de marzo, se buscó articular distintos sectores de mujeres: trabajadoras, estudiantes, migrantes, trabajadoras sexuales, pobladoras, mapuches, entre otras. El objetivo era no solamente la lucha feminista sino también la oposición al nuevo gobierno de derecha “cuyas políticas neoconservadoras invisibilizan e impiden que se cuestione la explotación y la precariedad que viven muchas mujeres” según palabras de una de las voceras de esta coordinadora.

En el caso de Argentina, las demandas pasaron por los derechos reproductivos, pero también para enfrentar las brechas salariales y las políticas del macrismo.

Mientras que, en Uruguay el día estuvo marcado por un femicidio, lo cual movilizó un número de mujeres importantes que desfilaron por las principales arterias de Montevideo. Las uruguayas exigieron una ley específica para combatir la violencia hacia las mujeres y también mejores condiciones laborales.  

A partir del 8M de este 2018 queda de manifiesto que las demandas y el movimiento feminista está más activo en lo que va del S. XXI, no solo en algunos países puntuales sino en todo Latinoamérica y a lo largo del globo.

El movimiento no es uniforme y en él participan actores de distintas organizaciones y partidos, como también es posible encontrar activistas que no forman parte de ninguna organización pero que están sensibilizados con el movimiento.

Es un movimiento que está en constante mutación y que además adquiere cada vez nuevas formas elementos performativos y también nuevas gramáticas. Es un movimiento que además entra en diálogo con otros movimientos vigentes como es el de los migrantes, el anti extractivismo, el movimiento negro y los derechos laborales.  

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