
Los seguidores de Sebastian Piñera esperan su llegada a Osorno, Chile, el 9 de noviembre de 2017. Foto: NurPhoto/SIPA USA/PA Images. Todos los derechos reservados.
¡Qué sorpresa! La periodista Beatriz Sánchez, candidata de la coalición Frente Amplio, creada hace tan solo unos meses, obtuvo el 20.27% de los votos, contrariamente a todas las expectativas. Otro periodista, Alejandro Guillier, el candidato de la Fuerza de la Mayoría, la coalición de centro-izquierda de la actual presidenta Michelle Bachelet, logró, por un pequeño margen, alcanzar la segunda ronda con el 22,70% de los votos emitidos. Él será el oponente del ex presidente Sebastián Piñera, de la coalición de centro-derecha "Chile Vamos" (36.64%).
El resultado fue un gran shock para la centro-derecha, ya que las encuestas en Piñera obtenía hasta 10 puntos más de lo que realmente recibió. Otro impacto fue la alta votación obtenida por José Antonio Kast (7.93%), un candidato de extrema derecha y reconocido pinochetista. El comando de Piñera confiaba en una amplia victoria. En todo caso, ante los resultados, las principales perdedoras son las empresas encuestadoras, las que han visto desvanecer su credibilidad.
El Frente Amplio es un gran contraste con la fosilizada dirigencia tradicional de las coaliciones tradicionales.
En la elección parlamentaria que se llevó a cabo conjuntamente con la primera vuelta de la elección presidencial, el Frente Amplio también dio la sorpresa. La coalición obtuvo 20 diputados electos al Parlamento (de un total de 150), incluyendo a los tres diputados reelectos: Gabriel Boric (Movimiento Autonomista), Giorgio Jackson (Revolución Democrática) y Vladimiro Milosevic (Partido Liberal), quienes que se eligieron en 2013 como representantes de pequeños partidos y movimientos. El Frente Amplio también eligió a un senador por la Región de Valparaíso, en cuya capital gobierna el único alcalde de la coalición, Jorge Sharp (Movimiento Autonomista), uno de los líderes de la joven coalición.
El senador electo por Valparaíso, Juan Ignacio Latorre, es un militante de base de Revolución Democrática que no tenía expectativas de ser electo. De hecho, confesó que aceptó ser candidato testimonial puesto que era uno de los escasos militantes activos que cumplía la edad mínima para ser candidato al Senado – 35 años.
Estos resultados hacen que el Frente Amplio tenga la llave, conjuntamente con parlamentarios independientes y regionalistas, para que el nuevo presidente que sea electo en la segunda vuelta obtenga una mayoría parlamentaria.
Una nueva generación, un nuevo consenso
La renovación generacional impulsada por el Frente Amplio en el Parlamento se ilustra al constatar que el Frente Amplio eligió a los primeros parlamentarios nacidos después del fin de la Dictadura Militar (1990): las diputadas Catalina Pérez (Revolución Democrática) y Camila Rojas (Izquierda Autonomistas). Además, 15 de los 20 diputados del Frente Amplio son menores de 40 años: un gran contraste con la fosilizada dirigencia tradicional de las coaliciones tradicionales.
En cualquier caso, el apoyo al Frente Amplio es intergeneracional: un porcentaje relevante de población mayor apoyó a sus candidaturas, de otra forma hubiese sido imposible tal éxito electoral. Asimismo, y desmintiendo las caricaturas que se hacían acerca de un pretendido elitismo del Frente, obtuvo fuertes votaciones en comunas populares y de clase media, como Puente Alto y Maipú, en la Región Metropolitana.
Comprendimos que la centro-izquierda tradicional no tendría la capacidad de conducir las transformaciones profundas al modelo neoliberal que proponíamos.
Esta nueva generación de liderazgos emerge, principalmente, de los movimientos sociales de los últimos años. Se destaca, claramente, por su impacto y trascendencia, el movimiento por el derecho a la educación que irrumpe con fuerza el año 2011, con multitudinarias manifestaciones, ocupaciones de instituciones educativas y un fuerte apoyo popular. Este movimiento puso la educación al centro de la agenda nacional, y numerosas políticas públicas fueron implementadas en respuesta – lo que no significa que los movimientos estén satisfechos.
Ese año movilizado, 2011, me desempeñé como Secretario General de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (FEUC), una de las más importantes del país. Durante mi participación como líder estudiantil, conocí a varias de las figuras protagónicas del Frente Amplio. En esos tiempos, en el calor de las movilizaciones, varios de ellos portaban visiones políticas confrontadas. Recuerdo duras discusiones entre personajes que hoy son diputados y líderes de una misma coalición.
En realidad, esas duras discusiones sirvieron para comprender que concordábamos en lo fundamental. Construimos colectivamente, sin darnos cuenta, una comprensión generacional acerca de los déficits de un país en que los bienes públicos fueron privatizados y los derechos sociales mercantilizados. Más temprano o más tarde, todos comprendimos que la centro-izquierda tradicional, la de la actual Presidenta Michelle Bachelet y de su candidato Alejandro Guillier, no tendría la capacidad de conducir las transformaciones profundas al modelo neoliberal que proponíamos.
Por eso, la decisión generacional fue de dar el paso desde los movimientos sociales a la institucionalidad política y el juego electoral. Así es que el Frente Amplio está conformado por 14 partidos y movimientos políticos que expresan una pluralidad de visiones ideológicas y organizacionales, situados políticamente a la izquierda del centro. Algunos partidos, como el humanista y el ecologista, tienen una larga trayectoria militante. Otros partidos y movimientos, la mayoría, son más recientes y sus estructuras organizacionales están todavía en construcción.
Algunos elementos pueden caracterizar los puntos de convergencia entre los componentes del Frente Amplio: todos promueven una Asamblea Constituyente para reemplazar la actual Constitución que fue redactada en Dictadura; promueven un entendimiento de los derechos sociales como bienes públicos que deben ser garantizados por el Estado; reivindican una relación próxima, aunque conflictiva, entre los movimientos sociales y la institucionalidad política; e incorporan las temáticas de igualdad de género, medio ambiente y de una nueva relación con los pueblos originarios como agendas fundamentales.
La segunda ronda de elecciones, que tendrá lugar el 17 de diciembre entre Guillier y Piñera, abre un terreno potencialmente explosivo para el Frente, puesto que pondrá a prueba su cohesión interna. Entre sus dirigentes y votantes existe la tensión entre impedir la elección del conservador Sebastián Piñera, votando por Alejandro Guillier, y por otro lado, no entregar un “cheque en blanco “a la desgastada centro-izquierda tradicional.
Solo sabremos en las próximas semanas si el Frente Amplio podrá tomar una postura frente a la segunda vuelta que le permita mantener su cohesión interna, su autonomía política y al mismo tiempo, satisfacer a un elevado porcentaje de sus votantes que esperan que le cierren el paso al regreso del ex-Presidente Sebastián Piñera.
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