democraciaAbierta: Investigation

“A los líderes nos toca quedarnos callados si no queremos ser víctimas del conflicto”

Bernardino Mosquera Palacios es un líder social del departamento del Chocó, en el Pacífico colombiano, que tiene un trabajo: proteger el río Atrato. Este es su testimonio.

Juanita Rico
5 octubre 2020, 12.01am
Bernardino Mosquera.
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Archivo Personal de Bernardino Mosquera

Con un gallo de fondo, a las 7:00 de la mañana, comienza mi charla con Bernardino, oriundo de Río Quito, Chocó.

Habla Bernardino:

Mi trabajo es ser guardián del río Atrato. Y lo es legalmente, así lo establece la Sentencia T-622 de 2016 que reconoce al río Atrato como sujeto de derechos. En mis inicios fui concejal de mi municipio por dos períodos, luego fui presidente del concejo comunitario y ahora soy guardián del río

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El río Atrato en el Chocó. | Shuttesrstock

Tengo casi 16 años de liderazgo en esta comunidad negra de Río Quito. Mi vida es la de todo campesino de esta región olvidada. Estudié en un colegio que se llamaba Institución Educativa Nuestra Señora Virgen de la Candelaria. Ahí terminé mis estudios de primaria y luego me fui a Quibdó a terminar el bachillerato, pero era muy difícil. Mis padres no tenían casa en Quibdó y era muy complicado sostenernos, entonces dejé mis estudios y seguí en mis labores en el campo.

Cuando ya crecí y tuve familia, me dediqué a sacarlos adelante para que se volvieran profesionales. Todos mis hijos estudiaron, todos son profesionales. Yo más adelante validé mi bachillerato y luego comencé a estudiar dos carreras.

Avanzar no fue fácil. Comencé a buscar cómo salir adelante, pero es difícil en un lugar donde carecemos de los servicios básicos, no hay mayor dificultad que esa: no hay acceso salud, ni a luz, ni a educación, ni a agua potable.

Luego vino el reto más grande: la invasión del territorio por parte de los grupos al margen de la ley que comenzaron a disputarse el territorio para aprovechar los recursos naturales.

Esos actores fueron las AUC, el ELN y, en algún momento, las FARC. Ahora se suman las bandas mexicanas de narcotráfico y las Bacrim.

En mi región lo que pasa es que hay una situación geográfica especial porque Río Quito es un Municipio que tiene acceso rápido a los dos océanos, Atlántico y Pacífico, y es una zona boscosa y montañosa que permite crear corredores de droga muy fácilmente. Desde hace 20 años otro actor que ha dañado el territorio tremendamente son las multinacionales mineras y la minería ilegal y criminal.

Lo que nosotros queremos que entiendan, el gobierno y todos estos actores, es que el río Atrato es nuestro medio de vida, es nuestra autopista, nuestro aeropuerto y el actor cultural más importante que tenemos, porque en él encontramos nuestra fuente de vida. Por eso creemos que, si el río se muere, nos moriremos nosotros, si se enferma, nosotros nos enfermamos. Porque es, incluso, todo lo que el estado no es: nuestro acueducto, nuestra luz, nuestro hogar.

Hoy hay un tema grave de contaminación por la explotación minera: el mercurio y el cianuro no solo dañan las aguas, sino que también afectan la salud humana. Si a eso le sumamos el uso de dragas, es inmanejable. La sedimentación es tal, que el cauce del río está casi muerto.

Nuestra resistencia es para no dejarnos amilanar tan fácil por estos grupos que atacan el río.

Con la llegada de la Covid-19 pensábamos que, al menos, la explotación minera iba a parar, pero se intensificó. La vida paró, pero las dragas y el barequeo no.

Termina de hablar Bernardino.

Mientras que el acaparamiento de tierras, la ganadería extensiva y los cultivos ilícitos son los principales motores de la deforestación en la Amazonia colombiana, en el Pacífico la motosierra está asociada directamente con la minería ilegal de oro, actividad que en Colombia mueve más de 1.200 millones de dólares al año.

Chocó es el principal centro de operación de la minería ilegal y la deforestación en el Pacífico. Según la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga, es el departamento con mayor cantidad de área destinada a la explotación de oro de aluvión en el país, con más de 33.000 hectáreas.

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Mina de oro a cielo abierto en Colombia. | Shutterstock

Para sacar un solo gramo de oro es necesaria la participación mínima de cuatro personas y una retroexcavadora, quienes remueven seis toneladas de suelo y bosque. Luego construyen una piscina artificial, donde aplican 1.000 litros de agua por segundo y cinco gramos de mercurio, una de las 10 sustancias químicas que más afectan la salud y que envenena los ríos y el suelo. Así lo estima la Dirección de Carabineros.

Habla Bernardino:

A mi me secuestraron los paramilitares cuando era concejal por no querer pagar la vacuna que cobraban. Antes tenía medidas de protección, ahora estoy a la deriva.

Hoy vivimos de cuidarnos entre nosotros y a nosotros mismos. En el casco urbano vemos a la fuerza pública, pero pareciera que no saben nada. Es más, muchas veces los vemos compartiendo con los grupos al margen de la ley que nos amenazan día a día por proteger el territorio.

A mí me toca salir. La autoridad que más nos ha ayudado es la Defensoría del Pueblo y, últimamente, la procuraduría delegada para asuntos étnicos.

Entre nosotros siempre estamos intercambiando lo que nos pasa en el territorio y en una plataforma que tenemos que se llama Foro Interétnico de Solidaridad Chocó que agremia a todas las organizaciones étnicas del departamento.

Un departamento en el olvido

Por años el Chocó ha sido un departamento invisible para el estado. Los factores para eso son: primero, que el mismo estado se escuda en la pobreza de las comunidades y nos utilizan de varias formas. Por ejemplo, hay una mendicidad de parte de los gobernantes locales que permite que, por cualquier cosa o ayuda, terminen metidos en temas de corrupción que realmente vienen desde arriba. Nosotros ya no esperamos mucho del gobierno porque vemos muy poca voluntad de su parte.

Desde el Acuerdo de paz las cosas empeoraron, esperábamos paz en el territorio, pero ha sido lo contrario. Con el nuevo gobierno las cosas se han empeorado y el territorio les quedó a los actores armados que nos son las FARC. Y a los líderes nos toca quedarnos callados si no queremos ser víctimas del conflicto.

Para nosotros la última alternativa es que el gobierno oiga una propuesta que hay desde las comunidades étnicas del Foro, que es que no se levante la mesa con el ELN.

Otro problema es ver qué pasa con la sentencia que protege el río. Habíamos avanzado con el ahora ex ministro de Ambiente, Ricardo Lozano, para elabora un plan de acción de quinto orden para descontaminar la fuente hídrica. Estábamos trabajando uno de séptimo orden, de seguridad alimentaria con el ministerio de Agricultura, pero no existe la voluntad para negociar con nosotros. Ahora, con un nuevo ministro de Ambiente, ni siquiera sabemos si lo que hicimos se va a cumplir.

Para nosotros la naturaleza ha sido comprensiva, y viendo que no tenemos sistema de salud, hemos acudido a la medicina tradicional y la mayoría de casos de Covid-19 se han afrontado con nuestra medicina tradicional y hemos salido adelante muy bien. Hemos sobrevivido así. Y así vamos a tener que sobrevivir.

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