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Mi verdad, tu verdad, su verdad y "la" verdad

En América, singularmente en América del Sur, la narrativa sobre el establecimiento de la civilización occidental todavía se conoce como "el descubrimiento del nuevo mundo". English

Samuel Perez Attias
21 agosto 2019, 12.01am
Foto: Impakter. Todos los derechos reservados.

En América, singularmente en América del Sur, la narrativa sobre el establecimiento de la civilización occidental todavía se conoce como "el descubrimiento del nuevo mundo". Pero es un hecho que cuando los europeos llegaron a América, ni era "nueva " ni la estaban "descubriendo ".

Antes de finales del siglo XV, eran muchos los pueblos indígenas que poblaban en su totalidad las tierras que hoy conocemos como "América". Tenían sus propias culturas, sus propias organizaciones económicas, sociales y políticas, sus propias formas espirituales de ser y sus propios sistemas de creencias.

Tenían sus propias formas de analizar y entender el mundo y de interactuar con la naturaleza, y habían desarrollado conocimientos en disciplinas como las matemáticas, la astronomía y la arquitectura. Parte de este conocimiento era más avanzado que el que llegó del "viejo continente".

Hoy en día, estamos todavía aprendiendo de sus formas de vida para comprender mejor la economía, la ecología y la política. Por lo tanto, en lugar de hablar de "descubrimiento", deberíamos referirnos a ese episodio de la historia de la humanidad como de contacto mutuo entre civilizaciones, o tal vez de choque de culturas y de conjunción de formas divergentes de pensamiento, conocimiento y aprendizaje.

Las naciones primeras que vivían en lo que hoy llamamos "el continente americano" compartían y luchaban por sus territorios, pero también vivían integrados en sus ecosistemas y sociedades de acuerdo con sus propios valores y formas de conocimiento.

La Doctrina del Descubrimiento: la verdad de Occidente

La “Doctrina del Descubrimiento”, enraizada en el catolicismo y cuyo origen se remonta a la bula papal Inter Caetera, se publicó en 1493. Dice el documento que "en islas remotas y desconocidas... vive un gran número de personas que son, al parecer, 'suficientemente aptas' para abrazar la fe católica y 'encarnar' las buenas costumbres". España defendía, en base a una tradición medieval, que era legal apropiarse de la tierra de los no cristianos, y fue con esa idea que dio su apoyo a la Doctrina del Descubrimiento.

En esas circunstancias, los pueblos indígenas fueron sometidos políticamente en nombre de un Dios y de una religión que no eran los suyos. A los indígenas se les consideró unos "salvajes con prácticas inhumanas" (Bartolome de Las Casas, 1540), lo que justificó que se les hurtaran las tierras, se les esclavizara y, en el mejor de los casos, se les convirtiera en "ánimas puras" de la fe católica.

Se les consideró esclavos natos. Se les dijo lo que tenían que pensar, a qué dios adorar, cómo trabajar, en qué idioma hablar, según qué código de conducta comportarse y, sobre todo, a quién servir

"Los indios, por ley natural, deben obedecer a las personas que son más humanas, más prudentes y más excelentes para ser gobernadas, con mejores costumbres e instituciones" (Juan Ginés De Sepúlveda, 1534).

Se les consideró esclavos natos. Se les dijo lo que tenían que pensar, a qué dios adorar, cómo trabajar, en qué idioma hablar, según qué código de conducta comportarse y, sobre todo, a quién servir.

Más tarde, en la América Latina colonial, se les impuso una doctrina económica y se diseñaron unos estados-nación de acuerdo con esa doctrina. Se establecieron reglas acordes con la forma de pensar de los colonizadores y se promulgaron leyes en función de sus preferencias. La propiedad de las posesiones se garantizó de acuerdo con lo que los colonizadores consideraban justo.

Su verdad

"Si yo ocupo algo que considero que está abandonado, tengo derecho a quedármelo como propio": esa fue la lógica de la colonización. Los "exploradores" y misioneros pensaron que apoderarse de tierras "no civilizadas" y poseerlas en propiedad era el mandato y el designio de Dios.

No consideraron en ningún momento que los pueblos indígenas pudieran tener su propia civilización. Las naciones primeras entendían su relación con los ecosistemas de una manera distinta, como parte de ellos. No se consideraban dueños de la tierra. El ethos político de los colonizadores, en cambio, era el de la dominación y la extracción.

La tierra siempre ha sido un elemento importante en las culturas indígenas, ya que en ellas las personas se consideran a sí mismas parte de la tierra. Los bosques, los ríos y los animales no son "materias primas, recursos o factores de producción". Al contrario, la naturaleza es vista como parte de la extensa familia de los humanos que vive en armonía con su entorno.

Hoy, tras más de 500 años, el mundo occidental intenta salvar a los grupos indígenas de la pobreza. Se dice que estos grupos tienen ingresos de solo 2 dólares al día por persona y aún así se ven obligados a adaptarse a la sociedad occidental. Y aunque continúan marginados, excluidos, utilizados, desplazados y denigrados porque son distintos a los que los conquistaron, explotaron sus tierras y destruyeron sus culturas, se dice que ahora son libres.

¿“La” verdad?

Son muchos los que afirman que hoy en día cualquiera puede elegir dónde vivir, cómo vivir o dónde trabajar, todo lo cual se considera que son aspectos de la "libertad". Sin embargo, dicha libertad solo se otorga a quienes se amoldan.

Una alternativa es tratar de vivir al margen de esa manera de ser occidental y dejar de entender la realidad de la manera como los que detentan la hegemonía quieren que la entendamos

Luego, ¿cuál sería la alternativa para aquellos que ven el mundo desde el punto de vista de sus antepasados y en contraposición a los Estados en los que viven, que se crearon desde perspectivas etnocéntricas, dominadoras, excluyentes y colonizadoras?

¿Es que debe prevalecer esa manera occidental que tenemos de usar la biodiversidad para extraer recursos y la explotación para maximizar la riqueza en detrimento de otras formas más armoniosas de entender nuestro medio ambiente y ecosistemas?

Una alternativa es tratar de vivir al margen de esa manera de ser occidental y dejar de entender la realidad de la manera como los que detentan la hegemonía quieren que la entendamos. Pero en este caso, los grupos indígenas y otros grupos no conformes volverían, una vez más, a ser marginados, excluidos, juzgados y oprimidos por su negativa a integrarse en un modelo que considera que "nuestra verdad" y "La Verdad" son la misma cosa.

Entendemos nuestra verdad. Pero ¿entendemos realmente la de ellos?

Este artículo fue publicado previamente por The Impakter. Lea el original aquí.

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