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Migrantes trans en Ciudad Juárez esperan a cruzar la última frontera

Las dificultades de las personas trans para encontrar albergue en Ciudad Juárez son un capítulo más de la discriminación y los abusos que sufre el colectivo durante su viaje migratorio

Magda Gibelli
16 mayo 2023, 10.30am
Darling Sosa trabaja como peluquera en los predios de la vivienda ocupada por migrantes, lugar en el que decidió refugiarse mientras espera poder cruzar hacia Estados Unidos
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Magda Gibelli

El estado mexicano de Chihuahua es para muchos migrantes la última etapa antes de entrar a Estados Unidos. Pero la estadía en Chihuahua puede alargarse indefinidamente debido a las dificultades crecientes para cruzar la frontera.

Entre la población migrante que llega y se acumula en Ciudad Juárez, en el paso fronterizo más importante del norte de México, las dificultades para encontrar alojamiento son grandes, especialmente entre la población más vulnerable, como es el caso de las personas transexuales. Para ellas, conseguir un lugar seguro para dormir puede ser un sufrimiento más de una larga y difícil odisea que empieza unos 3.000 kilómetros al sur de México, en el punto fronterizo de Guatemala en Malacatán– San Marcos.

“Para mí, ese recorrido fue un vía crucis”, asegura Marisol, de 23 años, mientras despeja los rizos dorados que cubren su rostro para contar lo que ha vivido desde que salió de Honduras.

“En mi documento dice que soy hombre, pero yo soy mujer y así me siento. Eso es algo que muchos policías no entienden, y algunas veces te rompen el documento de identidad o se burlan: te tratan como hombre”, agregó.

La discriminación hacia toda la comunidad LGTBIQ+ en la ruta migrante “es brutal”, cuenta Paloma Villegas, activista, directora y fundadora del movimiento TTTrans Igualdad, una ONG de apoyo a la comunidad Trans en Ciudad Juárez.

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Paloma Villegas, activista mexicana que presta apoyo a migrantes en Ciudad Juárez, fundadora y directora de Respe TTTrans

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“Casi todas llegan aquí (a Ciudad Juárez) violentadas por los carteles, por la policía, cuando vienen en autobús, o en el tren. Lo pierden todo: dinero, ropa, documentos. Cuando llegan a su destino, llegan sin nada, sin comer, deshidratadas”, explica desde el escritorio de su tienda de ropa, en la que también funciona la oficina TTTrans Igualdad, y a donde acuden migrantes trans que no encuentran refugio en otra parte.

Batalla

Los migrantes saben lo prácticamente imposible que es llegar a Ciudad Juárez y cruzar de inmediato a Estados Unidos. Retenidos en la frontera, deben tocar muchas puertas hasta encontrar un lugar en donde quedarse a esperar con un mínimo de seguridad la oportunidad para cruzar al otro lado.

La mayoría de las iglesias católicas y evangélicas de esta ciudad, así como sus depósitos y centros de reuniones, se llenan por las noches de colchones y camas para refugiados, principalmente familias, o madres solteras.

Usualmente, quienes encuentran cupo allí pueden dormir y comer de manera gratuita, aunque en algunos casos les obligan a escuchar misas y sermones a cambio de cobijo, y también les fijan restricciones de entrada y salida.

Los religiosos suelen ser conservadores y críticos de la comunidad LGTBIQ+, al igual que muchos de los migrantes que se quedan en estos albergues. Por ello, si ingresan en alguno de estos centros se sienten discriminados, especialmente si son personas transexuales.

"Los albergues cristianos son incómodos para mí porque no puedo andar libremente. Se siente la incomodidad de mi presencia en la calle, y mucho más cuando estoy encerrado con personas que no comparten mi orientación. Algunos simplemente cierran, y dicen que no tienen espacio cuando me ven", explica Valeria, una migrante de 29 años de El Salvador, que escapó de la discriminación que vivía en su país.

En una entrevista telefónica con democraciaAbierta, Gabriela Dávila, responsable de atención social de la ONG Derechos Humanos Integrales en Acción (DHIA) en Ciudad Juárez, contó que, a pesar de que existen muchas limitaciones, ellos ayudan a la comunidad LGTBIQ+ a encontrar lugares seguros para alojarse en la ciudad.

"Es difícil tener acceso a los albergues, porque la mayoría son católicos o cristianos. Por lo tanto, la situación se complica debido a esta condición religiosa. A veces se aceptan personas LGTBIQ+, pero se limita su forma de vestir y de expresión de su identidad. Es cierto que tenemos un espacio seguro, pero la capacidad es limitada y hay una lista de espera", comentó.

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Paloma Villegas, activista mexicana que presta apoyo a migrantes, en su casa de Ciudad Juárez

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Paloma Villegas decidió habilitar el salón de su casa para dar alojamiento a estas personas que enfrentan tantas dificultades. “El espacio en mi casa es pequeño, pero si es necesario, pueden quedarse allí algunas noches. Las acompaño al médico si han sido víctimas de abuso sexual en el camino, o han estado en riesgo de alguna otra forma. También las ayudo a encontrar trabajo, para que puedan pagar una habitación más adelante", señaló.

Decepción y dinero

Valeria es periodista y relató minuciosamente lo que vivió en su viaje para llegar a la frontera con Estados Unidos. "Me informé bien antes de venir aquí", nos cuenta. En Ciudad de México, estuvo en contacto con miembros de la organización Respetttrans, quienes le dijeron que cuando llegara a Juárez, buscara el albergue Casa Grecia, un espacio creado para ofrecer refugio y comida a personas transexuales. Sin embargo, Valeria denuncia que ese objetivo “se ha desvirtuado”. "Cuando llegamos, nos dijeron en Casa Grecia que había una cuota y que teníamos que pagarla. Veníamos sin dinero y no sabíamos qué hacer", señaló.

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Una mujer trans ayuda a una niña a cruzar un arroyo del Río Bravo, previo a cruzar la frontera hacia Estados Unidos en Ciudad Juárez 

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Danny, una de las compañeras con quien vive actualmente Valeria, comentó que para ella, encontrarse con esa situación en el albergue "fue una gran decepción".

"Tengo 26 años, soy de Honduras, de La Unión, donde ser transexual puede costarte la vida. El viaje por México ha sido trágico para mí, ya que hay muchos abusos hacia las personas transexuales. Cuando llegué a Ciudad Juárez (...) en Casa Grecia me dijeron que tenía que pagar 1.000 dólares, sin importar cuánto tiempo iba a estar allí y que podía hacerlo en partes", contó.

Agregó que cuando expresó que no podía pagar esa cantidad, le dijeron que la reducirían a 400 dólares. “Me sentí contra la pared, no tenía a dónde ir, pero tampoco dinero, y eso no importó”.

Para la prensa, el acceso a Casa Grecia, donde se pudo corroborar que residen familias y hombres solos, es restringido. Las personas a cargo de este albergue se negaron, tanto en el sitio, como vía telefónica, a dar información a democraciaAbierta respecto a la denuncia sobre el cobro de cuotas de hasta 1000 dólares.

Ante la imposibilidad de acceder a Casa Grecia, Danny intentó buscar alternativas. Tocó puertas en varios albergues, sin éxito, y estuvo unas semanas en el espacio temporal habilitado por Derechos Humanos Integrales en Acción (DHIA). Allí conoció sobre la labor de Paloma, y estuvo unas semanas durmiendo en el salón de su casa, hasta que se unió con otras chicas de la comunidad LGTBIQ+ y, entre todas, incluyendo a Valeria, lograron rentar un departamento monoambiente.

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Rebeca Camacho, migrante venezolana, junto al muro que la separa de EE.UU.

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La dificultad para conseguir un lugar para quedarse en Ciudad Juárez obligó a Rebeca Camacho, de 21 años, quien emigró desde Venezuela, a dormir en las calles. “Mi recorrido ha sido trágico, en varios países he recibido rechazos (…) Estuve en Tijuana y recibí amenazas por cómo soy, y por eso me vine a Juárez, me dijeron que si me volvían a ver por allí me iban a desaparecer. En Juárez estoy desde diciembre, he buscado trabajo y siento que no me lo dan por lo que soy, siento que me discriminan. Cuando trabajo, duermo en una habitación y cuando no, en la calle, donde, cuando cae la noche he sufrido muchas agresiones”, afirmó.

La calle es la última opción para quienes, como Rebeca o Marling Sosa, hondureña de 22 años, no conocieron a Paloma o no pudieron localizar a DHIA durante su permanencia en Ciudad Juárez.

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Habitación de Darling Sosa y sus tres amigos dentro de una vivienda abandonada, ocupada por migrantes.

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“Nosotras - dijo Darling Sosa en referencia a su hermana y un amigo también de la comunidad LGTBIQ+, con quienes salió desde Honduras- nos quedamos aquí junto a otro grupo de migrantes, porque es donde nos sentimos más seguras”. “Pero primero estuvimos en la calle”, comentó, mientras trabajaba como peluquera en la esquina de un edificio abandonado en el que, con unas sábanas a modo de paredes, se hizo una habitación.

“La vida para nosotras no ha sido fácil, no tenemos a nadie”, comentó Sosa, quien afirmó que huyeron de la discriminación en su país, donde incluso recibieron amenazas con armas de fuego.

La representante de DHIA aseguró a democraciaAbierta que son las mujeres, las niñas y quienes integran la comunidad LGTBIQ+ las que constituyen la población más vulnerable, pues son víctimas habituales de abusos sexuales cometidos por el crimen organizado y de acoso por parte de las autoridades.

Darling relató que, al salir de Guatemala el primero de marzo, fue víctima de violencia sexual por parte de sujetos con uniforme policial, y afirmó que a su amigo Maikol Noé de 23 años, intentaron llevárselo. “Yo pensé que si se lo llevaban lo podían matar, porque esa gente es mala. Por suerte, eso no sucedió”, agregó, mientras Maikol asentía con la cabeza al relato de su amiga.

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Marling Sosa posa para una foto. Asegura que se siente fuerte a pesar de la discriminación y violencia de la que ha sido víctima por parte de personas que no aceptan su identidad de género.

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Ante las constantes denuncias de migrantes por desprotección, tanto en la ruta para llegar a Ciudad Juárez como en esa misma localidad, la representante de DHIA aseguró que pensar en vías para cambiar la situación "suena como algo utópico".

Sin embargo, aseguró que el trabajo para el fortalecimiento de las redes de atención y apoyo a la comunidad LGTBIQ+ es esencial, así como para visibilizar las denuncias de lo que ocurre y sensibilizar a los cuerpos de seguridad sobre el trato que deben darles como sujetos de derecho.

Mientras ello no se consigue, "la información es poder", afirmó Ciela Ávila, responsable del área de Incidencia de DHIA, quien instó a los migrantes LGTBIQ+ a contactarles a través de redes sociales (Twitter, TikTok, Instagram y Facebook) para asesorarles y que puedan realizar así un trayecto más seguro y recibir apoyo.

Las redes de apoyo a este colectivo especialmente vulnerable a la discriminación, los abusos y las violaciones durante su viaje migratorio, son fundamentales para que esto no se reproduzca una vez más en la frontera, justo cuando ya tienen a su alcance el sueño de cruzar a EE.UU., la única esperanza que les queda para sobrevivir y dejar atrás la indignidad.

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Cientos de migrantes se concentran para intentar cruzar hacia Estados Unidos por la frontera mexicana de Ciudad Juárez

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Magda Gibelli

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