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El proyecto autoritario de Bolsonaro: reflexiones sobre la agonizante democracia brasileña

Con la creciente influencia de Bolsonaro en el Congreso, a la legislatura le resultará difícil ejercer control sobre su proyecto autoritario.

Flavia Bellieni Zimmermann
Flavia Bellieni Zimmermann
16 febrero 2021, 3.12pm
Mural de Bolsonaro con un cartel que dice: 'Es solo un pequeño resfriado'.
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Cris Faga/NurPhoto/PA Images

Desde el inicio de la pandemia, el presidente Jair Bolsonaro ha minimizado la amenaza que representa el coronavirus, declarando que era apenas un "pequeño resfriado" e incluso afirmando que no le preocupaba contraer el virus por su "histórico de atleta". En 2020, Bolsonaro minimizó las críticas cuando la prensa le preguntó sobre el pico de muertes por coronavirus en Brasil, respondiendo: “¿Y qué? Soy Mesías [referencia a su segundo nombre], pero no hago milagros".

Su ministro de Relaciones Exteriores, Ernesto Araújo, publicó en la página antiglobalista Metapolitica un artículo titulado “Ha llegado el Comunavirus”, en el que declara: “El Coronavirus nos hace volver a despertar a la pesadilla comunista”. Araújo sostiene que "el virus aparece, de hecho, como una inmensa oportunidad para acelerar el proyecto globalista. Esto ya se estaba ejecutando a través del climatismo o alarmismo climático, la ideología de género, el dogmatismo políticamente correcto, el inmigracionismo, el racialismo o la reorganización de la sociedad por el principio de raza, el antinacionalismo, el cientificismo".

Al darle a la pandemia un sesgo ideológico, el gobierno de Bolsonaro comprometió la respuesta de Brasil a la crisis. Brasil es el segundo país del mundo con mayor número de muertes relacionadas con el coronavirus, con aproximadamente 240.000 muertes, sólo superado por Estados Unidos. Las crisis crean oportunidades ominosas, y la crisis del coronavirus en Brasil ha creado un ambiente político de caos, permitiendo que el proyecto autoritario de Bolsonaro prospere. Con la aceleración de la pandemia en Brasil, ¿tendrán éxito los esfuerzos de destitución en este entorno político?

La democracia brasileña está cada vez más amenazada durante la pandemia

En medio de una crisis de salud pública sin precedentes, Bolsonaro ha demonstrado una postura cada vez más autoritaria. Al comienzo de la pandemia, Bolsonaro destituyó al ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, quien seguía los consejos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) de control de la pandemia. Una semana después, el ministro de Justicia Sergio Moro renunció, creando una crisis política y constitucional explosiva. Moro acusó a Bolsonaro de interferencia política en la Policía Federal al nombrar a Alexandre Ramagem, exjefe de la Agencia Brasileña de Inteligencia (ABIN), como nuevo director de la Policía Federal. Ramagem tenía estrechos vínculos con la familia Bolsonaro. El juez Alexandre de Moraes vetó su nominación por considerarla inconstitucional.

Bolsonaro no solo incitó a su base de poder a subvertir el orden constitucional, sino que sugirió una intervención militar

Bolsonaro consideró la decisión del ministro Moraes "como una interferencia", incitando su base de apoyo contra el Supremo Tribunal y el Congreso. En respuesta a la decisión del Supremo Tribunal, los partidarios de Bolsonaro salieron a las calles en protesta contra la democracia. Después de unirse a los manifestantes en Brasilia, Bolsonaro pronunció en un discurso: "Yo soy la Constitución". Durante abril y mayo de 2020, la base de apoyo de Bolsonaro tomó las calles de Brasil en protestas en apoyo de su gobierno y pidiendo una intervención militar, así como el cierre del Tribunal y el Congreso.

Durante las protestas antidemocráticas de 2020, que pedían una intervención militar, Bolsonaro no solo incitó a su base de poder a subvertir el orden constitucional, sino que sugirió una intervención militar. Hubo protestas violentas en las que los periodistas fueron agredidos físicamente con patadas y puñetazos. El nivel de radicalización de Bolsonaro ha incrementado simultáneamente los ataques a la prensa libre brasileña, con ataques verbales a periodistas durante una conferencia de prensa, diciéndoles que "se callen".

La temperatura política de Brasil se disparó en mayo del año pasado, con la decisión del Supremo Tribunal de acceder al teléfono celular de Bolsonaro. Bolsonaro impugnó las órdenes judiciales al declarar su negativa a entregar su teléfono, además de amenazar con enviar a los militares a las calles e "interferir directamente", cerrando el Supremo y el Congreso.

Pero el ministro de Defensa, Augusto Heleno afirmó que "no es el momento para esto". Las protestas antidemocráticas se han calmado desde entonces. En declaraciones posteriores, sin embargo, Bolsonaro consolidó su visión de que el Ejército está por encima de la Constitución brasileña, afirmando que el Ejército no seguirá "órdenes absurdas" y que él no aceptará "intentos de tomar el poder por parte de otro poder de la República, en contravención de las leyes, o a causa de los juicios políticos”. Estos son temas de inmensa preocupación para la supervivencia del orden constitucional en Brasil.

En un mes, y en medio de una pandemia descontrolada, Bolsonaro presidió el caos administrativo, con la renuncia de Moro, protestas contra la democracia y la renuncia de otro ministro de salud, Dr. Nelson Teich, también por diferencias de opinión sobre las medidas de distanciamiento social y sobre el uso del fármaco antipalúdico hidroxicloroquina en pacientes con coronavirus. Teich fue reemplazado por Eduardo Pazuello, un exgeneral sin ningún tipo de formación médica, lo que apunta para la continua militarización del ministerio de Bolsonaro.

Con el apoyo del centrão, Bolsonaro logró elegir a Arthur Lira como presidente de la Cámara de Diputados y a Rodrigo Pacheco como presidente del Senado, quienes apoyan su agenda política

Además, los ataques de Bolsonaro a la prensa brasileña libre, incluidos los ataques personales a periodistas, son motivo de preocupación constante. Este año, Bolsonaro transmitió un video en vivo junto al canciller y otros asesores, en el cual difamó a William Bonner, el presentador del Jornal Nacional, el noticiero más popular de Brasil. Recientemente, Bonner publicó informes en los que criticaba la política exterior del gobierno de Bolsonaro y el impacto negativo que tuvo en las relaciones Brasil-India y Brasil-China, consideradas cruciales para la estrategia brasileña de inmunización contra el coronavirus. Todos estos son temas de gran preocupación para la democracia en Brasil, la independencia de las instituciones democráticas brasileñas y la libertad de prensa.

Con la aceleración de la pandemia, ¿Bolsonaro podría ser destituido?

Desde abril de 2019 hasta junio de 2020, la popularidad de Bolsonaro se evaluó en alrededor del 30%, mostrando dificultades para aumentar en este período. Sin embargo, según cifras de Statista, la popularidad de Bolsonaro se disparó en agosto de 2020, incluso después de que minimizó la pandemia y de sus constantes ataques a las instituciones democráticas brasileñas y a la prensa libre.

Curiosamente, los brasileños creen que Bolsonaro y su gobierno no son responsables de la crisis del coronavirus, así como de la alta tasa de mortalidad relacionada en Brasil. Aunque algunos argumentan que la ayuda de emergencia elevó los niveles de popularidad de Bolsonaro, su popularidad creció entre agosto y diciembre de 2020, lo que indica una erosión democrática en Brasil.

Actualmente, hay 69 solicitudes de destitución dirigidas al presidente de la Cámara de Diputados de Brasil. Hasta la fecha, solo se han protocolado o desconsiderado cinco solicitudes, y otras 64 están pendientes de análisis. Con la aceleración de la pandemia en Brasil, los retrasos en la implementación de la inmunización nacional contra el coronavirus y el colapso de los hospitales en la ciudad de Manaus, junto con el agotamiento del suministro de oxígeno de la ciudad, la popularidad de Bolsonaro ha disminuido un poco. Sin embargo, su tasa de aprobación de 30% permanece intacta.

La pregunta sigue siendo si las solicitudes de destitución se escucharán de manera imparcial. Bolsonaro recientemente llegó a un acuerdo con el centrão brasileño, una coalición de partidos de centro-derecha conocida por hacer tratos para ganar influencia política dentro del gobierno. Con el apoyo del centrão, Bolsonaro logró elegir a Arthur Lira como presidente de la Cámara de Diputados y a Rodrigo Pacheco como presidente del Senado, quienes apoyan su agenda política.

Aunque Bolsonaro ahora puede ser rehén de las ambiciones políticas del centrão, su último maniobra política puede verse como un jaque mate. Con la creciente influencia política de Bolsonaro en las dos cámaras del Congreso, será cada vez más difícil para la legislatura brasileña ejercer controles sobre el proyecto autoritario de Bolsonaro y garantizar transparencia durante su administración.

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