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Yoga en Bogotá: mujeres combatientes de las FARC miran el futuro desde la cárcel

En una prisión de mujeres, en Bogotá, docenas de combatientes de las FARC permanecen entre rejas. Esto no les impide planear sus transiciones políticas y personales para cuando salgan. English

Kiran Stallone
18 mayo 2017
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Prisión de mujeres en Bogotá. Foro: Kiran Stallone"Paso al frente de sus esteras. Inhalar; levanten sus brazos hacia arriba, expandiéndose, hacia arriba. Exhalar; dóblense sobre sus piernas, palmas de las manos al piso." Estamos en clase de yoga. Mientras acompaño a mis estudiantes a través de las posturas básicas del saludo yogui al sol, una alumna, al no poder equilibrarse sobre una sola pierna, o tocar el piso, suelta una risa. Su nombre es Marilú, y cuando le sugiero una postura alternativa, me sonríe.

Su reacción no es inusual, para una clase de principiantes. Pero Marilú, de 49 años, está lejos de ser la típica estudiante de yoga. Por el contrario, es una combatiente de las FARC, encarcelada en una prisión de mujeres de alta seguridad en Bogotá. Ha pasado la última década entre rejas, condenada por terrorismo y homicidio agravado por participar en la explosión un coche bomba, en el interior de un recinto militar, en 2007.

Después de casi cuatro años de negociaciones, en diciembre de 2016 se perfeccionó un acuerdo de paz histórico. El acuerdo, entre otras cosas, otorga a las FARC diez escaños en el Congreso y el derecho a formar un partido político. Mientras tanto, los combatientes de las FARC deben comparecer ante tribunales especiales que revisarán sus casos, y que otorgarán amnistías, penas de prisión u otras sanciones en función de cada caso.

Desde febrero de este año, aproximadamente 6.900 combatientes han llegado a las 23 zonas de desmovilización habilitadas por todo el país, donde permanecerán durante un máximo de 180 días, renunciarán a sus armas, registrarán sus casos, y tendrán acceso a las actividades de desarrollo de habilidades, destinadas a facilitar su integración en la sociedad civil.

En la prisión de mujeres de Bogotá, donde está encarcelada Marilú, ya han visto a muchas compañeras de cárcel ser liberadas hacia estas zonas en las últimas semanas. Pero ella, junto a casi otras 30 mujeres, permanecen detrás de las rejas, esperando ansiosamente noticias sobre si, y cuándo, también se les permitirá salir.

Dentro de El Buen Pastor

Dentro de la prisión de El Buen Pastor, las prisioneras de las FARC están separadas del resto de las reclusas. A las mujeres encarceladas por robo o por tráfico de drogas se les permite caminar libremente por las principales áreas de la prisión, pero las presas políticas están encerradas detrás de una gran puerta metálica, en cuartos separados, en una área conocida como el Pabellón Seis.

La entrada al Sexto Pabellón es intimidante, y está fuertemente vigilada. En el interior, sin embargo, una se siente relajada. La puerta de metal se abre a un patio interior, rodeado de dos plantas de habitaciones con paredes de color rosa brillante y verde. En el patio, algunas mujeres juegan al baloncesto, mientras que otras se sientan frente a sus habitaciones, trenzándose el pelo las unas a las otras.

Las mujeres usan ropas civiles, y de todas las ventanas y puertas cuelga ropa de colores puesta a secar. El olor de las verduras fritas y la carne proviene de la cocina adyacente, donde preparan comidas con ingredientes que reciben de la prisión de al lado. Hay también una pequeña biblioteca.

¿Quién está haciendo yoga?

Empecé a dar clases semanales de yoga aquí en abril de 2017, como voluntaria de la Fundación Teatro Interno. Creada por la actriz colombiana Johana Bahamón, la fundación trabaja en prisiones de todo el país, utilizando yoga, teatro y danza para paliar las consecuencias psicológicas del cautiverio, y para mejorar las posibilidades de reconciliación y reintegración, una vez liberadas.

Tan pronto como entro por la gran puerta metálica del Sexto Pabellón, una de las mujeres grita: "¿Quién está haciendo yoga?" Las mujeres abandonan sus tareas y llegan con esteras improvisadas, saludándome con besos en la mejilla.

Mientras ensayan diferentes posturas de yoga, hacen preguntas amables. "¿Cómo puedo obtener un estómago plano?" "¿Qué puedo hacer para que mi espalda, aquí abajo, no duela?" Una mujer dice: "Si no hiciese ejercicio, me volvería loca." Otra: "Me ayuda a relajarme."

Después de cada clase, tengo unos minutos para hablar con ellas. Con un pequeño cuaderno de notas, el único objeto con el que se me permite entrar en la prisión, he podido documentar algunas de sus historias, y conocer sus planes para el futuro.

Algunas dicen que tienen la intención de regresar a sus familias. Muchas esperan involucrarse políticamente a medida que las FARC pasen de ser un grupo armado a convertirse en un partido político. Todas destacan que todavía apoyan la visión política del grupo guerrillero para Colombia.

¡Aún estamos aquí!

En su momento más álgido, a finales de 1990, las FARC afirmaron tener 20.000 miembros. Hoy en día se estima que son unos 7.500. Bajo el acuerdo de paz de 2016, los combatientes de las FARC deberán comparecer ante los tribunales establecidos por la jurisdicción especial de Colombia para la Paz y recibir amnistías, penas de prisión u otras sanciones en función de sus confesiones y los detalles de cada uno de sus casos. La amnistía inmediata sólo será concedida a aquellos con crímenes calificados como actos de "rebelión política".

El acuerdo también cubre a miembros de las FARC previamente capturados y encarcelados. Los casos de estos prisioneros serán revisados por la misma Jurisdicción Especial para la Paz, y muchos serán liberados a las zonas de desmovilización, para que se unan a los combatientes que ya están allí.

El 18 de abril, cuatro de las 60 mujeres encarceladas en El Buen Pastor fueron enviadas a estas zonas. Algunas más las han seguido en las últimas semanas.

La semana pasada, 45 mujeres permanecían entre rejas. Esta semana, esa cifra se ha reducido a 29. Aquellas que aún están dentro, están ansiosas por su liberación y frustradas por no saber si serán liberadas y, si ello es sí, cuando sucederá.

"Las FARC no se están desmovilizando, sino movilizándose y pasando a una fase política diferente".

“¿Cuándo nos dejarán ir? Por favor, dígame cuándo nos dejarán ir ", exigió Doris, de 50 años, la semana pasada, exclamando:" ¡Todavía estamos aquí!" Esta semana supe que fue liberada, y que ahora está en una zona de desmovilización.

Doris formaba parte del Bloque Iván Ríos, una sección FARC famosa por su control de las rutas de narcotráfico. Pasó 14 años en prisión, tras ser capturada por las fuerzas de seguridad del Estado en Medellín, mientras intentaba llevar a cabo lo que ella califica, vagamente, como un "trabajo especial".

Antes de ser liberada, Doris me contó que estaba ansiosa por volver a trabajar para que la causa política de las FARC avance. Doris me dijo: "Las FARC no están en proceso de desmovilización, sino en un proceso de movilización y transición hacia una fase política distinta".

Marilú, la mujer encarcelada por su papel en la explosión de una bomba en el complejo militar de Bogotá en 2007, también dice que quiere "trabajar para alcanzar las causas políticas de las FARC en la sociedad, ocupando un nuevo espacio y asumiendo un nuevo reto". En particular, quiere estudiar comunicación y derecho, y "servir a las FARC dentro del nuevo partido político". Marilú dijo: "Especialmente ahora que ahora es legal, es importante hacer avanzar la causa de las FARC".

El futuro de Marilú es incierto, pero esto no es óbice para que ella y sus compañeras presas hagan planes personales y políticos. Por el momento, nuestras clases de yoga continúan. “Inhalad; doblaros, vértebra a vértebra. Exhalad; llevaros la palma de la mano al corazón. Namasté.”

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