Tres integrantes extranjeras del CMM fueron deportadas, y varias nicaragüenses se vieron obligadas a exiliarse. Las activistas del grupo que aún permanecen en Nicaragua se enfrentan a acoso y persecución.
"Nos han llamado de todo, desde terroristas hasta lesbianas, pasando por financiadas por 'invasores yanquis' o blanqueadoras de dinero", dijo la activista del CMM. Desde que Ortega asumió el poder en 2006, "los matagalpinos vivieron una represión brutal, los campesinos fueron asesinados y las feministas tuvimos que alzar la voz", sostuvo.
Esta activista teme que el cierre de la oficina del CMM y la paralización de todos sus proyectos perjudiquen la salud de las mujeres y habiliten la proliferación de la violencia de género: "El gobierno cree que está perjudicando a quienes trabajamos en estas organizaciones, pero está perjudicando a las mujeres a las que nuestros proyectos han beneficiado durante años".
Mujeres rurales en el abandono
La Coordinadora de Mujeres Rurales (CMR) fue uno de los pocos espacios formalmente organizados para las mujeres rurales en Nicaragua. Proporcionaba préstamos y formación en agroecología a las campesinas, al tiempo que luchaba por una tenencia más equitativa de las tierras de cultivo.
Con recursos aportados por organizaciones internacionales de ayuda, como Oxfam –a la que se le prohibió trabajar en Nicaragua en 2021–, la CMR otorgó préstamos a las mujeres para la compra de parcelas o semillas. También hizo campaña a favor de una ley para crear un fondo que proporcionara tierras a las campesinas (solo el 20% de los propietarios son mujeres, según el último censo agrícola). La ley se aprobó en 2007, pero nunca fue aplicada por el gobierno.
El estatus legal de CMR fue revocado en mayo, lo que significa que ya no puede apoyar a más de 600 mujeres en el noreste de Nicaragua.
"Con nuestros proyectos, las mujeres pueden acceder al crédito a través de las cooperativas. Desgraciadamente, los bancos no prestan a las mujeres agricultoras. Lamentablemente, ya no podremos ayudarlas de esa manera", dijo María Teresa Fernández, presidenta de CMR, a openDemocracy.
Las feministas como ‘enemigas’ del Estado
Los grupos defensores de derechos de las mujeres nicaragüenses están enfrentados a Daniel Ortega desde 1998, cuando su hijastra Zoilamérica lo acusó de abusos sexuales, y las feministas apoyaron a la víctima y exigieron justicia. Ortega y su esposa Rosario Murillo iniciaron una campaña contra ellas, tachándolas de asesinas financiadas por el "imperio yanqui".
Ortega, un excomandante de la guerrilla izquierdista durante la Revolución Sandinista de 1979, fue presidente en la década de 1980 y luego reelegido en 2006. Mientras se transfiguraba en un gobernante cada vez más autoritario, se las arregló para mantener una retórica de izquierdas al tiempo que forjaba una estrecha alianza con los conservadores, apoyando, por ejemplo, la prohibición total del aborto en Nicaragua en 2006.
Blandón, de La Corriente, que fue simpatizante de la Revolución Sandinista, destaca la extendida cultura machista de Ortega y otros dirigentes sandinistas, deseosos de conservar sus privilegios.
"El matrimonio entre el feminismo y la izquierda fue malo porque nosotras [las mujeres] éramos muy fieles, y los dirigentes de la revolución no querían escuchar nuestras propuestas", afirma. "La ruptura era inevitable, y sólo fue el comienzo de un conflicto que se ha ido agravando".
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