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Barcelona en Comú: una marea imparable

Barcelona en Comú sigue levantando olas y ha transformado los sectores del agua, la energía y la vivienda pública en la segunda mayor ciudad del Estado español. 

Rae Bathgate
12 mayo 2018
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Fotografía cedida por BComú.

Fotografía cedida por BComú.En uno de los primeros días de calor de 2018 en Barcelona, Silvia está participando en una sentada frente a una estación de ferrocarril junto a la playa. Su camiseta verde apunta a su afinidad con la Platforma de Afectados por la Hipoteca (PAH), seguramente la organización de base más destacada del Estado español. 

La protesta reúne a unas 30 personas de toda condición, casi todas con la misma camisa o sudadera con capucha; una con un megáfono, otra con un silbato. Silvia ayuda a colgar una pancarta en la pared. Hay cantos y bailes. Todo para apoyar a una persona que está a punto de perder su hogar. 

Apenas un año antes, Silvia se había enfrentado a su propio desahucio, evitando por poco la vida en la calle con sus tres hijos. Ahora reside en una vivienda pública que le ofreció el Ayuntamiento y la plataforma ciudadana que gobierna la ciudad, Barcelona en Comú (BComú).

Frente al gran número de desahucios, una escasa oferta de vivienda pública y la falta de asequibilidad de los servicios de agua y energía, BComú es un actor clave en el fomento de una vivienda digna y accesible en la ciudad, aunque no es el único. 

"BComú es un actor clave en el fomento de una vivienda digna y accesible en la ciudad, aunque no es el único."

Las medidas impulsadas por Barcelona para llevar el agua, la energía y la vivienda a las personas se caracterizan por la interconexión: un frente —a veces unido, a veces menos, pero un frente, al fin y al cabo— formado por ciudadanía, movimientos e instituciones. 

Silvia sigue fiel a la PAH y participa en sus acciones todas las semanas. “Una vez que entré, ya no salí”, explica. La ayudaron en un momento difícil: al principio, como carecía de un aviso formal de desahucio, no reunía los requisitos para recibir una ayuda de la Mesa de Emergencia, la entidad que se dedica a gestionar la vivienda para personas en situación de riesgo creada por BComú. A través de diversas acciones, como una sentada que duró más de dos semanas, fue con la ayuda de la PAH que finalmente Silvia consiguió su hogar.

La fuerza de la PAH proviene de la lealtad de integrantes como Silvia. A su vez, BComú y el Ayuntamiento necesitan el apoyo, la presión y también las críticas de los movimientos sociales.

Catalunya: la región con más desahucios del Estado español

Fotografía: Rae Bathgate.

Silvia y otro integrante de la PAH sostienen una pancarta en una sentada para evitar un desahucio. Fotografía: Rae Bathgate. Los problemas de Silvia con la vivienda no son nada excepcional; ni ahora ni desde hace años.

Según el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), en 2017 se produjeron 2591 desahucios en Barcelona. En Catalunya, la cifra se ha reducido un 5 % desde 2016, y un 16,8 % desde 2013, pero el problema no ha desaparecido. Desde 2013, en Barcelona se han acumulado más de 14 841 desahucios y, en Catalunya, superan los 74 548. En la segunda mayor ciudad del Estado español, cada día 36 familias pierden su hogar por no poder pagar el alquiler o la hipoteca. 

Esto sitúa a Catalunya como la región con más desahucios de todo el país. En Barcelona, la oferta de vivienda pública disponible es de apenas un 1,5 % del total, una situación que Irene Escorihuela, directora del Observatorio ODESC (una platforma que trabaja sobre los derechos económicos, sociales y culturales) describe como “terrible y, evidentemente, muy difícil”. Y dado que la vivienda pública es tan limitada, “la parte del realojo es la más difícil”, añade. 

El ODESC colabora en ocasiones con otros grupos de base, como la Alianza contra la Pobreza Energética (APE), Aigua és Vida y la Red por la Soberanía Energética (XSE). La labor de estos colectivos se centra en otro problema: la falta de acceso a servicios de energía modernos debido a los cortes de electricidad que se derivan de las situaciones de dificultad económica.

En los últimos 12 años, el precio de la electricidad (y de la luz) ha subido un 83 % en el Estado español, lo cual, junto con la crisis económica, ha generado circunstancias dramáticas, incluso la muerte, cuando las personas que se han quedado sin electricidad han recurrido al gas o a la luz de las velas. 

La Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) informa de que, en 2014, el 52,1 % de las familias del área metropolitana de Barcelona habían tenido dificultades para pagar las facturas energéticas del hogar. El 10,6 % de ellas había dejado de calentar su hogar, según una encuesta de la ABD.

El derecho al agua también se ha incluido en las reivindicaciones por una vida digna. En la ciudad, el 80 % del suministro depende de la compañía Aigües de Barcelona (AGBAR), una concesión que, al parecer, obtuvo a través de un controvertido trámite y por el que no hay contrato. Según datos de la APE, de 2008 a 2016, AGBAR cortó el suministro de agua a unas 75 000 familias del área metropolitana de Barcelona por no pagar la factura.

Fotografía: Rae Bathgate.

Silvia sentada en su casa, decorada con mobiliario de segunda mano, regalado o encontrado. Fotografía: Rae Bathgate. El auge de BComú

La lucha de Barcelona por la municipalización de los servicios se suele vincular con el movimiento de los indignados contra la austeridad, conocido como 15M, en alusión al día en que millones de personas comenzaron a ocupar las plazas de los municipios de todo el país, el 15 de mayo de 2011. Estas movilizaciones atrajeron la atención sobre varios colectivos de base, como la PAH. Años antes de que Silvia protestara contra los desahucios, otra mujer acaparó los titulares de la prensa haciendo lo mismo: Ada Colau, una de las fundadoras de la PAH y su portavoz.

Unas fotografías de 2013 muestran a Ada Colau siendo arrastrada fuera de una sentada por la policía. Dos años después, aparece en las fotografías celebrando su elección como primera alcaldesa de la ciudad, a través de Barcelona en Comú.

La plataforma de su campaña, que se autodefine como una ‘candidatura de confluencia’, comenzó como ‘Guanyem Barcelona’ (Ganemos Barcelona) en 2014, con un manifiesto firmado por unos 30 000 ciudadanos y ciudadanas. La campaña, basada en los principios de agua, energía y vivienda para todos y todas, se financió exclusivamente mediante el micromecenazgo. Colau fue elegida a la alcaldía en junio de 2015 y, ahora, BComú gobierna la ciudad en minoría, con 11 de los 41 concejales. 

Colau no fue la única ‘alcaldesa del cambio’ que ganó contra los partidos establecidos. Lo que se ha dado a conocer como ‘la nueva política’ domina ya el panorama de ocho grandes ciudades españolas. Pero Escorihuela, del ODESC, considera que, a pesar de encontrarse en minoría, BComú ha sido la que candidatura que ha alcanzado mayores logros.

Escorihuela atribuye este hecho no solo a los partidos de izquierda en el Ayuntamiento, sino también a la fuerza de los movimientos de base: “Hay un tejido de asociación más fuerte”, explica, “hay una lucha más fuerte”. El portavoz de BComú, Enric Bárcena, coincide con la reflexión de Escorihuela: “Cuando se produce esta colaboración entre el dentro y el fuera, la potencia de transformación es mucho más elevada”.

BComú lleva ya unos meses en sus nuevas oficinas. La planta baja está vacía, pero la zona de arriba es luminosa y está llena de gente. Las paredes están cubiertas de volantes, muchos de ellos con una cara familiar: Colau en un cartel de campaña en coreano; Colau como caricatura en una taza de café. Una foto muestra un letrero impreso que dice ‘No olvides de dónde vienes’ en una puerta dorada del Ayuntamiento, colgada por los funcionarios de BComú al asumir su nuevo cargo. 

Fotografía: Rae Bathgate.

Enric Bárcenas posa en la sede de BComú, frente a la fotografía de un letrero colgado en el Ayuntamiento que reza 'No olvidemos nunca quiénes somos, de dónde venimos y por qué estamos aquí'. Fotografía: Rae Bathgate. Desde que tomó las riendas del consistorio, BComú se enorgullece de poder afirmar que, por primera vez en 10 años, los precios del agua han bajado. BComú ha impulsado una ‘multiconsulta’, una especie de referendo ciudadano, para votar sobre la remunicipalización del agua. También ha establecido una empresa municipal de energía, Barcelona Energia, que comenzará a funcionar en 2019 y que será la mayor empresa 100 % pública del Estado español. 

Sin embargo, la plataforma es especialmente conocida por su lucha en el ámbito de la vivienda. Desde 2015, el número de desahucios ha caído en picado. Según datos del GCJ, los desahucios derivados de problemas hipotecarios se han reducido en torno a un 14 % desde 2016, después de aumentar, año tras año, hasta 2015. 

Ahora, hay un nuevo problema y no es tan manifiesto: los desahucios que son consecuencia del impago del alquiler. De los más de 2500 desahucios que se produjeron en la ciudad de Barcelona en 2017, el 85 % se debieron al impago del alquiler. Esto es lo que se conoce como ‘desahucios invisibles’, ya que los inquilinos suelen abandonar la vivienda antes de que el caso llegue al juzgado. 

Para que el cambio perdure [...] “cada pequeño avance tiene que ser para siempre”.

Esta situación se explica en cierta medida por la crisis de vivienda que se vive en gran parte del mundo por lo que se conoce ‘economía colaborativa’: grandes plataformas como Airbnb son utilizadas por agencias y fondos que compran un gran número de propiedades para, luego, alquilarlas a turistas a precios exorbitantes. Esto, a su vez, hace aumentar el precio de la vivienda barrio por barrio, hasta que los precios son inasequibles para la gente que vive en ellos. 

Barcelona, un destino turístico muy popular, se ha visto especialmente afectada por esta tendencia. Para poner freno al problema, BComú puso en marcha un Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos (PEUAT) e incrementó tanto las multas por vivienda turística ilegal como el número de inspectores para detectarlas. 

En opinión de quienes viven en Barcelona y lidian por pagar el alquiler o la hipoteca, la plataforma de Colau ha ayudado a mejorar la situación. Entre otras cosas, cuatriplicó el presupuesto destinado a vivienda pública y creó la Mesa de Emergencia para realojar a quienes necesitan la ayuda más urgente después de un desahucio oficial. Además, se crearon dos grupos, UCER y SIPHO, especializados en negociación y servicios sociales, para intervenir durante el desahucio en sí. El Plan por el Derecho a la Vivienda, aprobado en 2017, prevé la construcción de más vivienda social. 

“Pero se tiene que hacer más”, apunta Escorihuela, del ODESC. La directora se pregunta cuántas de las iniciativas de la plataforma tendrán carácter permanente y cuántas son simbólicas. Pronto se celebrarán elecciones y considera que BComú debería aprovechar el tiempo que le queda al mando del Ayuntamiento para introducir cambios que no puedan ser revertidos fácilmente por un futuro gobierno de derechas. 
Mientras tanto, Bárcena, de BComú, explica que uno de sus enemigos es “la impaciencia”. Añade que es importante “reconocer los límites” de la plataforma y que el cambio en el Ayuntamiento avanza con lentitud, sobre todo en lo que atañe a medidas permanentes. Para que el cambio perdure, insiste, “cada pequeño avance tiene que ser para siempre”.

Oleadas de presión y oposición

Fotografía: Rae Bathgate.

El segundo debate 'Del barrio a Europa', centrado en posibles soluciones para el agua y la energía en Barcelona y otros lugares. Fotografía: Rae Bathgate. Gran parte de la atención que ha despertado BComú se ha centrado en sus orígenes activistas; pero la historia no termina ahí. Resulta imposible hablar de las aportaciones que ha realizado BComú a la ciudad sin reconocer la relación que mantiene con los movimientos sociales, que no siempre es amigable. 

En palabras de Escorihuela, “hay muchos movimientos que le hacen oposición”. Pero esto “es normal de todos gobiernos”, puntualiza. “Al final no deja de ser institución y los movimientos están fuera.” Además, las críticas procedentes de distintos flancos contribuyen a lograr un equilibrio importante. Generar cambios, señala, es de hecho más difícil cuando “las únicas presiones que se reciben son de lobbies económicos y de la derecha”.

Bárcena valora un espacio donde los movimientos participan para expresar ideas sobre partidos e instituciones “sin que implique dar un apoyo incondicional”. 

Generar cambios [...] es de hecho más difícil cuando “las únicas presiones que se reciben son de lobbies económicos y de la derecha.”

“No estamos aquí para que nos aplaudan”, afirma refiriéndose a BComú. Su objetivo, más bien, es que “cuando ya no estemos y venga otra gente, la agenda la marquen los movimientos sociales, la ciudadanía”.
Barcelona se encuentra en una situación excepcional. Inmersa en un tenso debate sobre la autodeterminación y la independencia catalana, todavía se está recuperando de la crisis financiera y ajustando cuentas con los fantasmas de una dictadura pasada. La ciudad encarna una historia poderosa de activismo y vida local, donde el acento se pone en las políticas dirigidas a cada uno de los barrios y sus diferentes necesidades. 

Pero esto no significa que se olvide el objetivo más amplio de mirar hacia fuera. BComú ha publicado su ‘Guía para construir una plataforma ciudadana municipalista’ en varios idiomas y ha impulsado un cumbre municipalista anual a escala internacional llamada Fearless Cities, Ciudades Sin Miedo. También organiza debates mensuales llamados ‘Del barrio a Europa’ en español, que se transmiten en vivo por internet, y que hasta ahora se han centrado en temas como la vivienda, el agua y la energía.

La palabra ‘marea’, en español y en catalán, se usa tanto para aludir a la corriente marina como a un potente movimiento social. Barcelona en Comú ha marcado unos objetivos muy ambiciosos –quizá inalcanzables– para la ciudad. Pero no esperan conseguirlos en solitario. 

Al nutrir los barrios y, a la vez, abrirse al resto del mundo para crear una comunidad global, y fomentar la conexión entre las instituciones y los movimientos de base, incluso desde una perspectiva crítica, el objetivo es precisamente impulsar esa ‘marea’. 

Y es que, como repite Bárcena, lo que está sucediendo en Barcelona “no es una ola”, sino que “esto es una marea, que sube, sube, sube y es imparable”.

¿Qué lecciones podemos aprender de este proyecto? ¿Has participado en alguna iniciativa parecida? ¿O conoces a alguien que lo haya hecho? Comparte tus comentarios en el apartado abajo y ayúdanos a generar una base colectiva de conocimiento.

Traducción: Beatriz Martínez.

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