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Brasil: el golpe, en vivo y en directo

Un presidente electo no puede ser destituido porque al Congreso le disguste. Esta maniobra, destinada a impedir una próxima elección de Lula, se inscribe en la modalidad de "golpes blandos". English

Alicia Castro
20 abril 2016
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El Presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, en el centro de la mesa, se inicia la sesión del si o no al juicio político de la presidenta Dilma Rousseff, en Brasilia, Brasil, el domingo, 17 de abril de 2016. Foto AP / Eraldo Peres

El congreso de Brasil habilitó el impeachment contra la Presidenta Dilma Rousseff, quien fue votada por 54 millones de brasileños hace un año y medio.

Una mayoría legislativa circunstancial autorizó este proceso, que fue elevado al Senado, a pesar de no encontrarla incursa en un crimen de responsabilidad, única situación en que el ordenamiento jurídico brasileño autoriza la tramitación del enjuiciamiento.

La paradoja es que la Presidenta no ha sido involucrada en ningún caso de corrupción, mientras que de los 513 diputados que integran la Cámara, 299 tiene algún tipo de querella judicial y 76 ya fueron condenados.

El presidente de la Cámara, principal instigador del enjuiciamiento, por el que el Parlamento ha sido rebautizado como ¨House of Cunha¨- en referencia al siniestro manipulador de House of Cards- está procesado en el Supremo Tribunal Federal por haber ocultado en Suiza 5 millones de dólares provenientes de sobornos cobrados a empresas por facilitar contratos con Petrobras.

La sesión pudo verse televisada en directo. En este siglo ya hemos visto guerras y asesinatos televisados en vivo, pero éste es el primer golpe de estado transmitido en vivo y en directo.

Para tratar de entender lo que sucedió, es útil ver el montaje del show, ¨la mayor farsa de la historia brasileña¨ como fue calificado por un diputado del PT. Un espectáculo grotesco de demagogia y antipolítica, hombres con mandíbulas desencajadas, personajes goyescos, gritaban al dedicarle el voto a su familia, y aprovechaban los 15 segundos de fama para saludar a hijos, nietos, yernos y sobrinas, sin aportar argumento alguno. El diputado Jair Bolsonaro dedicó, en cambio, su voto a Carlos Brilhante Ulstra "o terror da Dilma" quien fue el torturador de Dilma y responsable de 50 asesinatos en los trágicos años de la dictadura.

Otro legislador fundamentó su voto en que no quería que su hijo aprendiera sexo en la escuela.

Un amigo diplomático brasilero me describió una escena desde la playa: "Ayer tuvimos el gran espectáculo de la Republica "bananera" brasilera, un voto estúpido en el cual se votó por la suegra, el perrito, la ciudad, el pueblo, hasta los electores, pero no se dijo si se consideraba el proceso regido por la constitución como válido, porque no lo es. No se dijo una palabra sobre crimen de responsabilidad. No lo hay. Un circo que dejó al Brasil egoísta, mezquino, rencoroso, vengativo, esclavocrata, muy contento. El domingo asistimos con mi mujer y mis hijas a un espectáculo deprimente de la burguesía carioca y otros estados, en Ipanema, en la playa oímos gritar hurra!, esparcir residuos de botellas de whisky importado, al ver pasar un yacht tripulado por un comodoro falso, ondeando una bandera "Fuera Dilma". La clase más morena, que estaba llegando del suburbio en ómnibus, quieta, sintió que estaba en un territorio enemigo y que la playa era recuperada por los blancos de Zona Sul..."

En pocos meses se celebrarán los juegos olímpicos en Rio de Janeiro. Los ojos del mundo estarán puestos en Brasil y el país está llamado a demostrar, además de su calidad deportiva y sus nuevas instalaciones, el respeto por las instituciones de la democracia. La voluntad del pueblo que colmará los estadios y las calles se ha expresado claramente en las urnas.

Está claro que el Congreso no puede destituir la presidenta electa porque no le guste su comportamiento. Esta grotesca maniobra del impeachment - destinada a cristalizar una matriz de opinión adversa al PT que impida una próxima elección de Lula- se inscribe en la modalidad de los ¨golpes blandos” en America Latina. Ya ocurrieron en Honduras y Paraguay,  destituyendo a Zelaya y Lugo, quienes habían encaminado sus gobiernos hacia un progresismo inédito en sus países; en los intentos autonomistas y golpistas en Bolivia y Ecuador y los múltiples intentos de golpe en la Republica Bolivariana de Venezuela, que se vienen sucediendo desde el año 2012 hasta la fecha.

También en Argentina se intentó el montaje de una maniobra destituyente, orquestada entre servicios de inteligencia locales y foráneos y los grandes medios de comunicación, para intentar responsabilizar a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por la muerte del fiscal Nisman, quien se prestaba a hacer denuncias falsas en su contra, amplificadas por los medios.

Quienes intentan llegar al poder por estos medios quieren la revancha. Reclaman una distribución regresiva del ingreso y de los tributos; quieren eliminar los derechos que obtuvieron los trabajadores en la última década, repudian la fortaleza lograda en el bloque regional a través de Unasur, de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y del Caribe (CELAC), que estaban en camino de lograr la independencia económica y la soberanía política de nuestro continente. Vienen a por el ALCA y los acuerdos de servicios. Vuelven a darle predominio al sector financiero y especulativo por sobre el sector de la producción y el trabajo, y a endeudarnos con los organismos multilaterales.

En este contexto de desestabilización y peligroso retroceso, los defensores de la democracia y de la igualdad tenemos que repensar nuestras estrategias.

Por un lado, es imprescindible promover un riguroso debate sobe el financiamiento de la política, y no dar razón o excusas para cuestionar a gobiernos de izquierda a aquéllos que vienen, precisamente, a desmantelar las conquistas sociales. No vale pensar que "corrupción en la política hubo siempre" o que "la derecha es más corrupta". Los ciudadanos esperan una nueva forma de hacer política, una nueva ética, dentro de una revolución de valores.

Por otro lado, es urgente organizarnos para enfrentar a las poderosas corporaciones mediáticas, que dedican mucho tiempo y recursos a crear matrices de opinión para erosionar a los gobiernos populares.

Nuestro continente reúne gran cantidad de pensadores, comunicadores, académicos, cientistas sociales, hombres y mujeres de buena voluntad que pueden conformar un bloque cultural para intervenir con eficacia en la política y en los medios de comunicación en defensa de los valores del bien común.

En este sentido, valoramos que Democracia Abierta llegue a la Argentina, para ayudarnos a pensar, a pensarnos, y a cambiar el estado de las cosas.

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