
A la izquierda, réplica de la “Marcha del silencio” organizada en Ciudad de México por estudiantes en 2018. A la derecha, marcha en el Zócalo, también en Ciudad de México, pero durante los movimientos de 1968. GlobalVoices. Todos los derechos reservados.
Hoy en día, la lucha para detener la violencia en México continúa. El 6 de septiembre, 30.000 estudiantes universitarios, entre ellos los de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), la universidad pública más grande de México, participaron en una manifestación estudiantil masiva.
Esta protesta se organizó en respuesta a los eventos registrados tres días antes, cuando grupos de choque, conocidos como porros, atacaron a estudiantes dentro de la Facultad de Ciencias y Humanidades.
Los estudiantes estaban pidiendo pacíficamente más empleados para la facultad y también justicia para su compañera de estudios Miranda Mendoza, asesinada a finales de agosto.
Los manifestantes piden mayor seguridad dentro de las facultades, escuelas, centros e instituciones de investigación de la UNAM.
También exigen la expulsión de los porros que supuestamente reciben favores políticos y económicos a cambio de atacar con violencia las manifestaciones estudiantiles y desestabilizar la vida universitaria.
“Somos los nietos del 68”
Las manifestaciones actuales marcan simbólicamente el 50 aniversario del Movimiento Estudiantil de 1968, que exigía la liberación de los presos políticos, la dimisión del partido en el gobierno y la ampliación de las libertades políticas, así como cambios democráticos para erradicar el autoritarismo.
A 50 años subsiste un reclamo común: el fin de la impunidad. En 1968, la del propio gobierno, y en 2018, la de los criminales a los que el gobierno no les hace frente.
En aquel momento, el gobierno percibió las protestas como un intento de golpe de estado por parte de grupos comunistas y una amenaza a la seguridad nacional, con lo que respondió agresivamente haciendo uso de la fuerza.
Se produjeron numerosas marchas, sentadas, manifestaciones y protestas, incluida la Marcha del Silencio de 13 de septiembre de 1968, en la que los manifestantes iban con la boca tapada con pañuelos blancos para protestar por el silencio del gobierno sobre el Movimiento y el uso desmedido de fuerza contra los estudiantes.
El 2 de octubre de 1968, más de 10.000 estudiantes se congregaron en una marcha pacífica en la zona de Tlatelolco en la Ciudad de México y fueron reprimidos con máxima dureza por el gobierno. Murieron más de 300 personas y la tragedia se recuerda hoy como la Masacre de Tlatelolco.
El sentimiento entre los estudiantes de 2018 al acercarse el aniversario de estos eventos históricos era de solidaridad con sus predecesores: decidieron reproducir la Marcha del Silencio en el día mismo del aniversario, el 13 de septiembre, para honrar a las personas que marcharon en esas mismas calles por causas similares a las que defienden hoy en día.
Cincuenta años más tarde, se han compartido marchas, conmemoraciones y fotografías comparando las protestas del pasado con las del presente a través de las redes sociales con hashtags como #MarchaDelSilencio y #A50Del68.
Animal Político ha publicado una serie de crónicas de 1968 en las mismas fechas que las históricas marchas de hace cincuenta años.
Otros periodistas, como Leopoldo Gómez, han examinado más de cerca el movimiento estudiantil de ayer y de hoy: “La protesta ya no es por la represión, sino por la incompetencia del gobierno.
En el 68 se luchó contra los excesos del gobierno; ahora se exige más: un buen gobierno. A 50 años subsiste un reclamo común: el fin de la impunidad. En 1968, la del propio gobierno, y en 2018, la de los criminales a los que el gobierno no les hace frente.”
La violencia endémica en México, donde más de 70 personas son asesinadas diariamente, es solo parte de lo que motiva las protestas. Este año también se cumple el cuarto aniversario de los 43 estudiantes desaparecidos de Ayotzinapa, a los que los estudiantes recordaron uno a uno.
El historiador Octavio Solís da cuenta de la fuerza simbólica de las protestas de 1968 en las que "la imaginación derrotó al poder": "El movimiento estudiantil de 1968 condensó el reclamo de muchos sectores que no habían podido encontrar un cauce. […]
A cada acto represivo o intento de control surgía una respuesta imaginativa y contundente […] Sólo dos meses duró el movimiento, pero como bien se dice, hay días, semanas, meses que condensan años […] como la apuesta de aquellos jóvenes por el silencio [durante la marcha de ese mismo nombre], que logró poblar el olvido de dignidad; imagen viva que perdura hasta hoy, después de medio siglo.”
Este artículo fue publicado previamente por Global Voices y se puede leer aquí.
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